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En la primera semana de noviembre se reunirán en Cannes los líderes del G-20 para plantear una solución definitiva a la deuda de los países europeos. El papel de Angela Merckel, canciller de Alemania, será crucial para encontrar una salida.

Mundo / Economía

Noviembre de infarto

Este mes será definitivo para la economía mundial. Europa deberá encontrar una solución a la crisis de la deuda y el Congreso de Estados Unidos decidirá cómo recorta más gastos.

27 de octubre de 2011

Con un relevo en la presidencia del Banco Central Europeo (BCE), que el primero de noviembre pasará de las manos del francés Jean-Claude Trichet a las del italiano Mario Draghi, comenzará un mes crucial para la economía del mundo.

En la primera semana de noviembre se reunirán en Cannes los líderes del G-20, el grupo de las ‘potencias’ del planeta, y allí el tema central será cómo evitar que el problema de la deuda de los países europeos se agrande y genere un contagio global. Al mismo tiempo, un grupo de congresistas estadounidenses estará en una marcha contrarreloj, pues el 23 de noviembre vence el plazo para que presenten un plan que permita reducir el gasto del Tío Sam, un compromiso que adquirieron a mitad de año para destrabar las diferencias entre republicanos y demócratas con respecto al techo de la deuda de ese país.

Dragui se estrenará en el cargo en medio de fuertes diferencias sobre la mejor forma de utilizar el presupuesto del fondo europeo de rescates (que tiene 400.000 millones de euros, pero que algunos consideran que requiere más recursos) y la estrategia adecuada para fortalecer los bancos de la región, cuyas calificaciones están en pleno descenso.

Hasta el cierre de esta edición, las autoridades de los 17 países de la Zona Euro no habían alcanzado un acuerdo y tenían una reunión programada para el 26 de octubre. Como en las más recientes cumbres de este tipo, no han salido medidas concretas sino posibles estrategias y el compromiso de evitar una crisis, por eso la expectativa es que en esa reunión no salgan mayores anuncios, sino que se lleven al foro del G-20 para que las decisiones sean avaladas por los poderosos del planeta.

De hecho, se especula que una de las propuestas que llevarán los europeos a Cannes es la de implementar una tasa para las transacciones financieras a nivel global (como el 4 x 1.000 que tiene Colombia). Aunque la han discutido para el Viejo Continente, quieren que sea aplicada por todos los grandes bancos del planeta, con la idea de que los suyos no queden en desventaja. El objetivo es crear las mismas reglas para todas las multinacionales financieras y así poder medir mejor sus riesgos. La iniciativa incluso plantearía reducir la dependencia de los mercados en las calificaciones de las agencias de riesgo, culpadas de haber contribuido a agravar la crisis de la Zona Euro.

A medida que se acerca la cumbre del G-20, los grupos anti globalización, junto con los nuevos movimientos de indignados, ya están preparando cuatro días de protestas en Cannes, ante lo cual la Policía francesa se alista para reforzar las fronteras, al tiempo que los representantes latinoamericanos en el selecto grupo (Argentina, Brasil y México) ya se pusieron de acuerdo para pedir más voz en el desarrollo de la arquitectura financiera mundial, teniendo como base la salud de sus economías y de sus bancos.

A decidir rápido

Otro que se está preparando para la reunión del G-20 es el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien en repetidas ocasiones les ha pedido a sus homólogos europeos que encuentren una respuesta rápida al problema de la deuda, con un plan “claro y concreto”, pero al hacer esa exigencia parece olvidar que en casa también tiene temas por resolver, los cuales, de empeorar, podrían afectar igualmente a todo el planeta.

Cuando en agosto estuvo a punto de quedarse sin dinero para financiar el gasto estadounidense, debido a la negativa del Congreso de aumentar el techo de la deuda, Obama logró su cometido, pero mediante la creación de un subcomité que quedó con la tarea de encontrar la forma de ahorrar US$1,2 billones en la próxima década.

Con 12 miembros (con representación de ambos partidos por igual) el comité recibió hasta el pasado 14 de octubre las propuestas de todos sus colegas congresistas y ahora con ellas tendrá que presentar un plan de recortes o de aumento de impuestos que deberá ser votado por el Parlamento en diciembre. El problema es que en las propuestas que recibieron se vuelven a evidenciar las diferencias entre demócratas y republicanos, que llevaron a la ampliación del techo de la deuda hasta el último minuto y que, a ojos de Standard and Poor’s, ameritaron una baja a la calificación de Estados Unidos.

Entre los miembros del subcomité hay consenso de que se deben buscar medidas para generar empleo, pero en la forma para lograrlo están presionando todos los grupos de interés. Los republicanos, que ni siquiera consideran un recorte de impuestos, proponen, por ejemplo, un aumento en las cotizaciones de pensiones y limitar el servicio de salud (Medicare), idea que los demócratas rechazan de plano.

Otras propuestas apuntan a recortar los gastos en defensa o los subsidios agrícolas, pero son temas muy difíciles de vender en el Congreso y ante la opinión pública.

El tema está tan enredado, que ya los analistas del Bank of America consideran que el comité no alcanzará a presentar su propuesta en la fecha límite del 23 de noviembre, y que la falta de acuerdos políticos podría llevar a otra descalificación de Estados Unidos por parte de Moody’s o de Fitch.?La falta de acuerdos en Europa y Estados Unidos seguirá siendo caldo de cultivo para la especulación en los mercados financieros y se requerirá de figuras de alto nivel que tomen decisiones. No en vano The Economist, al referirse al nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, dice que deberá ser “Super Mario” para manejar lo que se viene.