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Dólar, viene y va

Este año, el dólar estuvo tranquilo gracias a la prefinanciación de sus necesidades que logró el gobierno. Para el 2002, las cosas no se ven tan claras.

14 de diciembre de 2001

La preocupación por el futuro del dólar es una constante en Colombia, que además se intensifica al acercarse el final de un año, pues hay que pensar al mismo tiempo en el cierre del 31 de diciembre y en el pronóstico para el año siguiente. El 2001 fue flojo en materia de devaluación y el peso perdió el terreno ganado en los dos años anteriores. El año termina con una devaluación nominal que será de 4,5% como máximo, lo que en términos reales implica una revaluación de 3,5%.



Al comenzar el año, sin embargo, el pronóstico generalizado apuntaba a una marcada devaluación. ¿Qué pasó? Aunque son muchos los factores que condujeron a esta situación, buena parte de la explicación está en la colocación exitosa de bonos del gobierno en los mercados externos. La gestión del director de Crédito Público ha sido tan buena en este sentido que no solo colocó los bonos que se había propuesto para el 2001, sino que logró prefinanciar US$1.500 millones de la meta de US$2.800 millones prevista para el 2002. Esto cambió las expectativas de los colombianos sobre el mercado cambiario, lo que a su vez contribuyó a aumentar aún más el flujo de dólares hacia el país. El resultado, un dólar cada vez más barato.



Nadie en su sano juicio podría criticar la estrategia de Crédito Público y mucho menos en este momento en el que los mercados están tan difíciles. La plata se consiguió a tiempo y ahí está para atender las necesidades de financiación del 2001 y parte del 2002. Lo criticable es que se trata de una ejecución impecable para una estrategia peligrosísima. El costo para el país será el aumento de la deuda pública externa, que pasó de 18,7% del PIB a 28% en solo tres años. La deuda se está convirtiendo en una bola de nieve en la que cada año habrá que endeudarse más y más para poder atender las amortizaciones crecientes. De hecho, en los próximos siete años se concentra el 74% de los vencimientos de la deuda total del gobierno nacional central, con un pico de 15% en el 2002, mientras que este año se venció apenas el 3%.



Futuro dudoso



Un nivel de endeudamiento de esta magnitud solo lo puede aguantar un país cuyas perspectivas cambiarias son buenas. Infortunadamente, este no es el caso de Colombia. No lo es desde la perspectiva de sus exportaciones, ni tampoco del acceso a los mercados externos.



Por una parte, los dos productos estrella, café y petróleo, están en picada. El primero, como consecuencia de la sobreoferta mundial de este producto, y el segundo, porque la producción se está acabando y no ha habido ningún descubrimiento importante que cambie esta tendencia. Por otra, las exportaciones menores, que son la segunda fuente de divisas del país, no han aumentado en cantidad suficiente para compensar la caída en los ingresos de los productos tradicionales.



Adicionalmente, el acceso a recursos de financiamiento externo hacia adelante es incierto, por razones tanto internas como externas. En lo interno, la aprobación de las reformas estructurales --específicamente la de pensiones, la ley laboral y la ley 60-- inquieta no solo al Fondo Monetario, sino también a los inversionistas. Si no se hace esta tarea, la viabilidad de las finanzas públicas en el mediano plazo se pone en juego y la colocación de bonos en el exterior será cada vez más difícil y costosa. Las elecciones presidenciales del año entrante y el futuro de la zona de distensión generan gran perturbación en los mercados.



Pero no solo los factores internos podrían cerrarle las puertas a Colombia en los mercados externos. Lo que pueda pasar con la deuda de Argentina es determinante. No hace mucho tiempo las calificadoras de riesgo y los mercados creían que el riesgo de la deuda argentina era el mismo que el de la deuda colombiana, e incluso mejor. Hoy, pocos meses más tarde, la deuda argentina es impagable y, en el mejor de los casos, será objeto de una "reestructuración ordenada" en la cual saldrán castigados todos los tenedores de esos papeles. Sin duda, las lecciones de este fracaso afectarán la forma como se evalúa la deuda de los países emergentes. Ya no bastarán las promesas y los compromisos, sino que los países tendrán que mostrar hechos reales en su avance hacia la viabilidad. Y aquí Colombia podría recibir un fuerte golpe.



Lo más triste de toda la historia de la deuda externa pública colombiana es que no aumenta para financiar inversión sino gasto, a costa del sector privado. Durante el mismo tiempo en que la deuda pública creció 10 puntos como porcentaje del PIB, la privada se redujo en más de 2 puntos.



El dólar hoy está tranquilo. Sin embargo, el desbalance entre las obligaciones externas en el futuro y las perspectivas de ingresos de divisas podría acelerar la devaluación entre mediados del 2002 y comienzos del 2003, cuando se acaben los recursos obtenidos mediante las operaciones de prefinanciación. Si se quiere evitar un ajuste importante del dólar, el próximo gobierno tendrá que ser muy ingenioso en reducir gastos para disminuir los requerimientos de financiamiento externo.