JULIO ANDRÉS ROZO GRISALES

¿Se ha reducido la pobreza en Colombia?

Según el más reciente reporte de la CEPAL (Febrero 2019), la pobreza extrema en América Latina aumentó de 9,9%, en el año 2016 a 10,2% en 2017.

Julio Andrés Rozo Grisales, Julio Andrés Rozo Grisales
24 de octubre de 2019

Esta cifra contrasta con lo ocurrido en Colombia, puesto que en el mismo periodo de tiempo la pobreza extrema se redujo de 12% a 10,9%. Si esto fue así, entonces vale preguntarse: ¿aumentó el ingreso de las personas (hogares)? o más bien, fueron acaso las medidas de distribución de ingresos adoptadas por el Estado colombiano las responsables de acercar a Colombia al tan anhelado cero propuesto por Corrado Gini? 

Responder estas preguntas a esta altura del año (Octubre 2019) es un tanto difícil debido a que se necesitaría generar un análisis agregado entre los efectos redistributivos de la reforma tributaria del 2016 y aquellos que aún están por verse de la reforma del actual ministro Carrasquilla. 

Si bien la CEPAL anota que Colombia disminuyó sus niveles de desigualdad al pasar de 0.567 a 0.511 entre los años 2002 y 2017, gracias a sus estrategias de redistribución de ingresos, vía una mejor calidad del gasto social o público, la lucha contra la desigualdad debería profundizarse aún más vía aumento de los ingresos de los hogares y sistemas de protección social (tal y como sucede en Uruguay que tiene un gini de 0,399). 

Según analistas de Justicia Tributaria, los efectos de la última reforma tributaria de Santos proyectaba en aquel entonces, un tinte puramente regresivo (situaba al coeficiente de gini antes de impuestos en un 0,5246 a un 0,5697 después de impuestos). Y bien, si este análisi fue así, entonces, ¿por qué la CEPAL elogió los avances en reducción de desigualdad en Colombia por encima de países como Brasil (0,539 para el 2017)? La respuesta pareciera obvia: el gasto público y las políticas de transferencias del Estado puede que  estén funcionando.

Yo como ciudadano y adentrandome en este tema de los fallos de mercado empiezo a preguntarme cuál debería ser el camino o la mezcla de caminos para que  Colombia logre llevar su gini lo más cerca posible a cero. O mejorar los sistemas de distribución vía impuestos o mejorar los ingresos de los hogares, nos dice la teoría. Pero debe haber algo más y por eso analizo dos cosas. 

Por una parte, que si bien Colombia ha mostrado mejoras en la reducción de las desigualdades, éstas no son mejoras abruptas como sí sucede en países como Uruguay, por ejemplo (¿acaso será el efecto cannabis del país charrúa y nos convendría apostarle a este cultivo como retumba últimamente para poder generar más ingresos? Tal vez….).  Y por otra parte, que la contínua aparición de reformas tributarias, una tras otra, año tras año, si bien pueden tener intención redistributibas, generan en la sociedad el mayor pecado de cualquier intervención del estado, cuando si éste lo que busca es corregir errores de mercado: matar la confianza de la ciudadanía. 

Este último aspecto es de suma importancia y es fundamental para lograr reducir la desigualdad en nuestro país. Matar la confianza conlleva a generar otro tipo de efectos nefastos que incrementan el círculo vicioso de la pobreza como lo son el aumento de la informalidad laboral, empresarial y contributiva, es decir, menos impuestos para el sistema de recaudo y debilidad en otros sub-sistemas como el pensional, por ejemplo.

La teoría económica sobre el rol que tiene el Estado para subsanar los fallos del mercado trasciende las fórmulas y las cifras. El principal medio para que el mercado funcione es la generación de confianza y la minimización de la incertidumbre. Pero aquí, con este contínuo embeleque de reformas tributarias que solamente los valencias,  los mejías y los cepalinos comprenden, terminamos profundizando la desigualdad, debido a la paulatina muerte que se le da a la credibilidad del Estado.