CLAUDIA VARELA HERRERA

Ricos en hechos

El respeto básico a la autoridad es vital para que una sociedad pueda vivir de manera armoniosa. El hecho mismo de que los padres de antes pudieran decir que las cosas se hacían como ellos decían sin mayores explicaciones y los hijos obedecieran funcionaba.

23 de febrero de 2019

No intento juzgar si el tiempo pasado fue mejor, pero creo que definitivamente los límites servían para que la gente entendiera a respetar el derecho ajeno y la mejor forma de compartir la vida con otros.

Hoy creo que la falta de obediencia lleva incluso a imponer al límite el sentido común. El nivel máximo de culto al individualismo hace que la gente llevada por un afán rebelde se ponga en riesgo.

No tenemos educación cívica. No hay indicios de que sean respetadas las normas. Quedé sorprendida de la reacción de muchos ante el tema del peligro ambiental en Bogotá. A pesar de la seriedad que impone una alerta amarilla y una ciudad con grados de contaminación y tráfico vehicular a niveles tristemente negativos, escuché opiniones absolutamente inconscientes.

Lea también: Dolor de corazón

A la mayoría le molestaba solo su situación. No poder sacar el carro, incomodarse un poco por el bienestar colectivo parece una opción que no debe ni pensarse. Para peor ejemplificar, en localidades con máximo nivel de contaminación las autoridades informaron sobre la necesidad de quedarse en casa y cuidarse. Las calles estaban llenas, adultos mayores y niños andaban en la calle a pesar de las alertas.

¿Por qué somos una sociedad donde queremos hacer siempre lo que se nos de la gana? Pensar que solo yo existo en las calles, que los carros de los demás son los que contaminan y que la culpa es de todos menos mía es inconsistente.

Y creo que proyectando esto a las Organizaciones evidencia que el liderazgo es cada vez más difícil de ejercer exitosamente. Un líder hoy no puede poner límites claros y ser exigente porque puede ser acusado de acoso. Si actúa de manera diligente puede ser juzgado de precipitado y si toma decisiones por su cuenta, sin preguntar mucho, termina siendo visto como conflictivo porque no quiso trabajar en equipo.

La evolución del management ha hecho que muchos líderes con el solo fin de inspirar a los demás quieren ser tan conciliadores que olvidan la magia de las buenas discusiones y el desacuerdo. Alguna vez un gerente de una multinacional europea me dijo que tanto extremo de compliance iba a llevar a que fuera casi imposible gestionar. Si cada acción hay que cuidarla por temor al riesgo personal es imposible que se avance.

Lea también: Tienes el puesto que te mereces

Creo que tenemos que impulsar en los equipos más empoderamiento y menos control. Pero también tenemos que fomentar un principio sano de respeto a la autoridad. No se trata de hacer caso como una oveja en un rebaño, pero sí de tener discusiones abiertas y constructivas que lleven a resultados de una manera eficiente.

Los excesos siempre terminan siendo tóxicos. Tanta obediencia sin cuestionamiento puede llevar a acciones incluso corruptas y pérdida de voluntad pero llevar la contraria en automático también es bastante tonto. Encontremos balance en nuestras acciones, ni tanto proceso que vuelva todo una burocracia eterna y lenta, ni tanto desorden que lleve a ineficiencias, tampoco el exceso de democracia que lleve a anarquía, ni el  liderazgo egocéntrico que busque el brillo personal permanente. Somos ricos en palabras y en ideas. Seamos ricos en hechos, que es así como mejor se afirma el ideal (Ricardo Mella).