JULIANA SANCHÉZ TRUJILLO

Quibdó: un ejemplo de creatividad para el cambio social y económico

El cambio social y económico es posible cuando un grupo de personas se comprometen a trabajar en ello. Este es el caso de IdeasLab Quibdó.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
26 de septiembre de 2018

Solo se necesita a un grupo de personas unidas con ganas de hacer un cambio para lograr que las cosas pasen. Lo anterior aplica para el cambio personal, organizacional o incluso el regional.

Lo anterior quedó demostrado en días pasados con el proyecto de IdeasLab Quibdó, donde 36 participantes de diferentes sectores del país, se unieron con el propósito de pensar sobre ¿cómo lograr que Quibdó se convierta en el referente en la gestión sostenible de recursos naturales y culturales del Pacífico?, ¿quiénes deberían participar para llevar a cabo esta transformación?, ¿qué tipo de tecnologías y soluciones pueden aportar el sector privado y el emprendimiento? y ¿qué puede hacer usted para que esto se vuelva una realidad?

El proyecto fue desarrollado con el apoyo de la Fundación Julio Mario Santodomingo, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) y Detonante, en donde durante cinco días, y a través del uso de herramientas de creatividad e innovación, se pensaron en proyectos novedosos, atrevidos y escalables que puedan hacer posible el cambio en este Departamento donde la ausencia del Estado es el pan de cada día.

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En un proceso de entendimiento y generación y maduración de ideas a través de procesos de co-creación, se concibieron una variedad de proyectos que le apuntan a la solución de estos retos.

Al final de las jornadas, se seleccionaron siete proyectos con impacto social y económico, que buscan cerrar las brechas de la Región, y quienes entrarán en una fase de estructuración para participar en ruedas de negocio y de inversión en el próximo año.

Un proyecto como este, me llena de orgullo y esperanza. Orgullo por saber que existen personas que desean crear un verdadero cambio en el país, pasando de una posición de expectantes, a un papel protagónico de movilizadores de cambio. Pero así mismo, me genera la esperanza de que, como país, se empiecen a generar más procesos de este tipo para lograr transformaciones de fondo que nos permitan alcanzar un mayor desarrollo y calidad de vida para todas las personas, sin importar su sexo, raza o condición social.

Lo anterior demuestra que el impacto social y económico puede generarse cuando un grupo de personas comprometidas se dan la oportunidad de pensar de forma creativa y de tomar riesgos, pues cuando siempre se hace lo que siempre se ha hecho, siempre obtendremos más de lo mismo.

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Por eso quiero hacer un llamado a los emprendedores, creativos e innovadores de Colombia, para que comencemos a generar redes que nos permitan comenzar a actuar de una forma diferente. Las oportunidades son muchas y las necesidades son aún más, y esto requiere de acción, más allá de discursos de reina de belleza, donde se anhela la equidad y la paz mundial, pero que poco se hace cuando la esquina del mundo en la que habitamos se siente lo suficientemente cómoda como para no preocuparse.

Aquí lo más importante es recordar que la unión sí hace la fuerza y que generar cambios sustanciales en el país no es una tarea exclusiva del Estado, pues el verdadero cambio comienza por cada uno de nosotros y por la voluntad de iniciar a tomar cartas en el asunto para marcar la diferencia.