CLAUDIA VARELA

Nadie se salva solo

La situación que vive el mundo con el tema de la pandemia es increíble. Nuevamente nos lleva a pensar en un mundo VUCA , volátil e incierto en el cual el control humano e individual termina siendo muy bajo.

Claudia Varela, Claudia Varela
21 de marzo de 2020

Es en estos momentos cuando empiezan a aflorar los buenos líderes. Los que inspiran, pero obviamente los que toman decisiones, aquellos que queremos seguir en estos momentos donde por más fuertes que seamos nos mostramos vulnerables ante un virus que ni siquiera se ve pero que asusta.

Parece de película. La gente encerrada, los más vulnerables que muestran lo contradictorios que somos socialmente. Recibí un chat de alguien que vive en España. Entiendo su desasosiego y confusión por que la gente en Colombia seguía en la calle, lo que no entendí fue el nivel de enjuiciamiento tratando a la población de tonta, irresponsable y casi que bruta por no querer guardarse inmediatamente. 

Fácil que es juzgar a los demás. Yo llevo una semana encerrada, pero es que tengo un trabajo por el que me pagan en una empresa que manda a sus empleados a trabajar desde casa para no tener riesgos. Soy  privilegiada en un país donde la gran mayoría de personas rebuscan su sustento diario en la calle, en economía informal. O los mata el hambre o los mata el virus, pero así no pueden irse a sus casas por que no producen. Así que dejemos de juzgar en automático solo pensando en nuestra realidad que normalmente resulta corta.

Estos días en medio de mi encierro solo he salido a correr un poco alrededor de mi casa tratando de estar lejos de cualquier humano y sin tocar absolutamente nada. ¿Qué observé? Muchas mujeres caminando que trabajan como empleadas domésticas al día. ¿Es que ellas no tienen derecho a protegerse? ¿Por qué sus refinados jefes no las dejan ir a cuidar a sus hijos en cuarentena obligada? La respuesta es sencilla por que al final se genera una incomodidad que no estoy dispuesto a pagar.

La semana de la inconsistencia. Los que pueden se guardan y son aplaudidos los que tienen que seguir trabajando para alimentar a sus familias son abucheados de gratis. Sin conocer el contexto.

Estos días de encierro me han enseñado muchas cosas. Tengo a dos de mis hijos estudiando lejos y no los puedo traer, tengo que confiar en que estén bien. Confiar en su criterio y en que la buena fuerza de un buen Dios me los cuide.

La gente acapara. Las filas son largas y hasta ahora empieza el tema. Ya hoy en una reunión con mi equipo Skype colapso y no pudimos seguir.

Y en toda esta crisis donde veo gente en la calle por televisión, o donde siento que si toco hasta mi mesa de noche me infecto, creo que tenemos un gobierno tibio y desarticulado. Es increíble lo que paso con la confusión de cada alcalde y gobernador tratando de proteger su pedacito. Ni en los peores momentos percibí este caos, pero las medidas se tomaban precisamente por falta de medidas centrales serias.

Macondo. País loco, de contradicciones de realismo mágico, quizás mágico por que pasan cosas impensables. Salen ministros, el director del millonario OPAIN , un periodista con ganas de proteger, la frustración de alcaldes que tienen que hacer caso…y el virus silencioso persiguiendo el aire. Flotando quien sabe donde y a que velocidad mientras miles de carros se van de paseo y de puente. Esos si me parecen poco solidarios.

Los líderes , los verdaderos líderes se miden en los momentos difíciles. No por decreto. Me animan personajes como Claudia y Daniel. Decididos, constructivos, pensando en la gente. Necesitamos más gente así en los puestos de decisión. Y como ellos hay otros alcaldes que han sido firmes ante semejante tema que tenemos al frente.

Termino con una frase anónima que leí en días pasados “tal vez estamos empezando a comprender que nadie se salva solo, que las fronteras no existen, la salud es un derecho universal, que la economía puede esperar, que la vida es frágil y que protegerla es un deber colectivo”