ANDRÉS JIMÉNEZ

Mismo problema, distintas soluciones

Esta semana se anunció la eliminación del requisito de pruebas PCR para el ingreso de viajeros internacionales a Colombia.

6 de noviembre de 2020

La medida que se adoptó basada en recomendaciones y experiencias internacionales es nuevamente criticada con finalidades políticas por quienes privilegian su imagen y la política por encima de la reactivación.

El Aeropuerto El Dorado y el coronavirus se han convertido en un constante símbolo de lucha entre el Gobierno nacional y el distrital. La narrativa de que el virus entró por el Aeropuerto y que por eso debería mantenerse cerrado, o que fueron los ricos los que lo trajeron afectando a los pobres, ha sido el caballito de batalla de la Alcaldesa de Bogotá para negarse durante varios meses a su apertura o criticar todo lo relacionado con él.

Tanto tiempo de encierro oyendo la misma narrativa pareciera haber hecho creerles a muchos que, mientras no vengan viajeros internacionales todos estarán a salvo del coronavirus. Nada más falso que eso. ¿Acaso aquellos que critican levantar la medida no se han dado cuenta de que, a pesar de tener una de las cuarentenas más largas del mundo, Colombia es el noveno país del planeta en contagios?

La verdad es que el requisito de hacer una prueba 96 horas antes del arribo al país no era garantía de nada pues, entre el momento de la prueba y cuando lo exige el funcionario de migración Colombia, muchas cosas pueden pasar, inclusive un contagio. Ahora bien, la solución alternativa tampoco puede ser exigir que las personas que lleguen tengan que pasar 14 días en cuarentena.

Cuando se empezó a reactivar el aeropuerto, el turismo tímidamente repuntó, pero tan pronto se anunció esta medida, más del 80% de las reservas fue cancelado pues nadie va a correr el riesgo de no poder hacerse la prueba fuera del país y no poder volver con su familia. Peor aún: nadie querrá correr el riesgo de que alguno de sus miembros de familia se contagie en el viaje y tener que asumir los gastos de quedarse 14 días afuera.

El difícil recorrido de esta pandemia nos ha dejado claro que no existe riesgo cero de contagio y la decisión de viaje por razones personales o laborales no debería continuar siendo restringida, simplemente por el temor al virus. De los viajes y los viajeros dependen muchos colombianos que ya no aguantan más. La economía y las personas no aguantan una restricción más.

Cuestionable sí es la falta de coherencia frente al tema de parte de quienes en semanas pasadas defendieron marchas y la llegada de la minga indígena a Bogotá (que se rescata fueron pacíficas), pero ahora se rasguen las vestiduras con la eliminación de la medida. ¿Acaso a la entrada de la Plaza de Bolívar estaban haciendo o exigiendo las pruebas PCR negativas?, ¿acaso a la entrada de Transmilenio se pide la prueba PCR?, ¿es acaso Colombia tierra libre de covid como para pensar que sigue teniendo sentido tanta restricción a los viajeros?

Lo que ha quedado claro es que medidas totalmente prohibitivas ya no son aceptables. Si los gobernantes y ciudadanos aplauden en masa la llegada de marchas o de la minga indígena también deberían aceptar el riesgo de los viajeros internacionales. Tanto la minga como quien llega del exterior tienen el mismo derecho a movilizarse.

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