OPINIÓN ONLINE

Más facilidad y claridad en las reglas, ¿será mucho pedir?

Los sistemas más complejos y enredados generan altos riesgos e incentivos perversos de incumplimiento y de evasión, pues las mayores dificultades legales y procedimentales, terminan asociadas con mayor informalidad y corrupción. Por eso la claridad en las reglas trae beneficios para la sociedad.

Víctor Hugo Malagón Basto
21 de julio de 2016

Hace ya algunos años, cuando estaba recién casado y tuve que enfrentarme por primera vez a los, entonces complejos y confusos, procedimientos de contratación de una empleada doméstica y su afiliación a los sistemas de seguridad social, salud, pensiones y riesgos profesionales, dediqué un par de columnas de opinión en un importante periódico del país a la verdadera tragedia que significa para una familia común colombiana de clase media la vinculación legal y formal de empleados y dependientes. En aquella ocasión denunciaba los terribles incentivos perversos que el propio sistema permitía, haciendo que resultara más oneroso apostarle a la legalidad que a la informalidad.

Hoy, 11 años después, aunque debo reconocer ciertos avances en los procedimientos y en las tecnologías de la información que permiten el acceso a la formalidad y una mayor cobertura de las prestaciones y servicios sociales para trabajadores y empleadores, me siento también en la obligación de reflexionar sobre nuestro actual sistema y nuestra legislación, pues distan muchísimo de ser los mecanismos eficientes y eficaces que requiere, y merece, la senda de desarrollo y progreso que todos anhelamos para Colombia. Y es que el propio sistema genera grandes costos y dificultades a la formalidad, a la independencia, al empresarismo y a diversas formas de creación de valor.

¿Qué requisitos, qué procedimientos, cuántos trámites, papeleos, afiliaciones y desafiliaciones, cuánta burocracia, cuántos desplazamientos, cuántas filas y consultas formales e informales, debe seguir un nuevo empresario en Colombia? Para no hablar de las exigencias ridículas, disímiles y confusas que un prestador de servicios o un trabajador independiente debe enfrentar para jugarle limpio a los sistemas tributarios y de seguridad social y proceder con los múltiples y complejos procesos que exige la reglamentación vigente.

Nuestros sistemas tributarios y de seguridad social están muy alejados de la simplicidad, facilidad y unicidad, que caracterizan a los sistemas eficientes de economías y sociedades más avanzadas y, lo que es peor, su existencia no garantiza en absoluto mecanismos adecuados para la redistribución de la riqueza y de las oportunidades. Son demasiados los obstáculos, los procedimientos inútiles y las exigencias para el colombiano de a pie que decide ser independiente, o crear su propia empresa. Desde allí vienen las dificultades de nuestra economía que pareciera no premiar sino castigar la independencia y el impulso emprendedor.

No en vano, las economías globales visionarias han implementado reformas para facilitar al máximo los procesos de creación de empresas, de afiliación y aporte a los sistemas de salud y pensiones y el propio pago de impuestos particularmente aquellos sobre la iniciativa y actividad económica y empresarial, bajo el postulado simple de que administraciones más rápidas y eficientes generan menos complicaciones y costos para la sociedad.  En los últimos años más de la mitad de las economías que se analizan en el marco del Doing Business ha facilitado los procesos antes mencionados, lamentablemente economías menos avanzadas, como la nuestra, siguen evidenciando altos niveles de complejidad y mayor tiempo dedicado por las personas y las empresas para el cumplimiento de las exigencias legales.

También Doing Business, demuestra sistemáticamente que los sistemas más complicados, enredados y complejos generan altos riesgos e incentivos de incumplimiento y  de evasión, pues las mayores dificultades legales y procedimentales, terminan asociadas con mayor informalidad y más corrupción. Por eso la simplicidad y claridad en las reglas trae beneficios claros y tangibles para la sociedad en su conjunto.

Nuestra sociedad en general está preparada para asumir mayores compromisos legales, tributarios y empresariales, sólo se espera que los mecanismos y procedimientos faciliten y no dificulten el desarrollo de la iniciativa privada y de la libre empresa; ¿será mucho pedir?