OPINIÓN ONLINE

La nueva mediocridad y el standby

¿Recupera la economía y la confianza el tiempo? No, pero necesitamos audacia para hacer cambios estructurales y ante todo pragmáticos.

Maria Alejandra Gonzalez-Perez
9 de octubre de 2016

Hace exactamente dos años, en octubre de 2014, Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), advirtió una “era de la mediocridad en la economía mundial”.

Su advertencia se fundamentaba en las observaciones que habían surgido 6 años antes, desde la crisis de 2008, y aún la economía mundial no se recuperaba.

Hoy, ocho años después de la crisis de 2008, los países aún padecen dichos legados, principalmente el desempleo y los altos pesos de la deuda. Lagarde, en ese momento invitó a que los gobiernos, tanto de países avanzados como de economías emergentes y en desarrollo, adoptaran políticas audaces para acelerar crecimiento.

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El martes 4 de octubre de 2016, se lanzó para Colombia el “Informe mundial sobre comercio y desarrollo” de la conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) en la Universidad EAFIT. Este informe fue presentado por Alfredo Calcagno, jefe de la División de Políticas Macro-económicas y Desarrollo de la UNCTAD, y ex Ministro de Finanzas de Argentina. 

Según Calcagno, el año 2016 se destaca por una estagnación del crecimiento económico mundial a una tasa menor al 2.5% anual, comparado a un 7% antes de la crisis del 2008, una desaceleración del volumen del comercio en el mundo llegando a 1.5%, y un segundo año de contracción pronunciada del ciclo de las materias primeras y el precio del petróleo y los productos mineros.

Dice el exministro que el enclenque crecimiento de la economía mundial está asociado a una depresión de la demanda agregada, como consecuencia de la crisis misma, y explica que definitivamente el mundo ha llegado a una “nueva normalidad” -un eufemismo menos cruel a la expresión de la señora Lagarde en el año 2014-.

En el caso de Colombia, los resultados del plebiscito del 2 de octubre 2016 agudizaron las incertidumbres. Nos encontramos en modo de standby para inversiones y en una polarización política indiscutible. Se congelaron los fondos internacionales para el postconflicto, se percibe un alto riesgo de tendencia a la alza en el precio del dólar, aumentan las perspectivas de depresión de la demanda interna, y se escarchan las perspectivas de entrada neta de capitales. Esto podría anticipar un decrecimiento económico aún más pronunciado, y quizás entraremos en recesión.

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¿Y qué oímos por ahí? - “Que hay que esperar”.

¿Esto implica que, entonces, la solución es aumentarle los poderes al tiempo?

El tiempo, el dios Cronos. El recurso no renovable que nos fue dado a todos al nacer para que cada día dispusiéramos todos de los mismos 86.400 segundos. Pero que, mientras nos lo gastamos (y nos lo hacen gastar), le hemos dado sobretodo mucho poder, incluso poderes curativos.

Muchos hemos confiado que el no actuar “ahora” es la solución. Quizás influenciados por uno de los consejos de consolación más recurrentes en momentos de dolor, desgracia y sufrimiento: “el tiempo lo cura todo”. Nos han convencido con más de 900.000 artículos, memes, y videos Google, y abundancia de canciones y poemas que sugieren esa premisa como receta mágica.

Pero ¿nos ha curado del todo el tiempo? ¿Nos cura el tiempo cuando nos quitan la dignidad? ¿Recuperará el tiempo el crecimiento económico?

Es necesario actuar, actuar ya y de manera eficiente. Aunque no se hagan avances en la implementación de lo acordado en La Habana, sí contamos con un Plan Nacional de Desarrollo en el que hay elementos clave para salir del modo standby, y superar la “nueva normalidad”.

Para esto sugiere Alfredo Calcagno, de la UNCTAD, que ahora es necesario el pragmatismo:  volver a aplicar políticas industriales para seguir con el impulso de una industrialización diversificada y jerarquizada, que se propicien las condiciones para el desarrollo rural, construir eslabonamientos y capacidades productivas, crear empleos formales, buscar disminuir las brechas de ingresos y estimular el consumo. Propone también Calcagno que una estrategia coherente debe combinar políticas industriales, comerciales, financieras y macroeconómicas.

Ahora, más que nunca, necesitamos pragmatismo y metérsela toda para salir de este standby

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