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Bondades de la devaluación

Luego del evidente efecto negativo de la depreciación del peso colombiano frente al dólar sobre la inflación comienzan a observarse los primeros indicios del efecto positivo de este fenómeno sobre la actividad económica nacional.

Germán Verdugo
17 de agosto de 2016

Aunque a primera vista lo que se esperaría es un repunte de las exportaciones ante la devaluación de la moneda nacional, lo cierto es que las complejidades detrás del efecto de la tasa de cambio sobre la actividad económica van mucho más allá.

La fuerte depreciación del peso colombiano experimentada en los últimos dos años no ha sido suficiente para revertir los cambios observados en la actividad productiva y la oferta exportadora del país observada entre 2003 y 2014. El lento crecimiento económico de muchos de nuestros mayores socios comerciales en la coyuntura actual y la devaluación de otras monedas de países competidores son las principales razones por las cuales las ventas externas de Colombia no muestran aún una reacción favorable a la devaluación del peso. Según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, el comercio mundial, medido por el crecimiento de importaciones mundiales, ha caído considerablemente desde finales de 2014 (entre 11% y 13% anual).

Sin embargo, otros aspectos de la actividad productiva comienzan a generar señales alentadoras del efecto positivo que puede tener la devaluación del peso. El inicio del proceso de sustitución de importaciones es evidente sobre el comportamiento de la actividad industrial, mientras que el turismo comienza a evidenciar un mayor flujo tanto de turistas extranjeros como nacionales hacia los destinos locales. Por último, las remesas de los trabajadores que mantienen un buen ritmo de crecimiento en dólares, significan una mayor capacidad de consumo en algunas regiones del país ya que el crecimiento en pesos ha sido muy amplío por la devaluación del periodo 2014 – 2016.

Con respecto al comercio exterior colombiano, el valor de las exportaciones (precios por cantidades) cayó 26% anual en el primer semestre del año, aunque en términos de volumen (toneladas) la caída fue de apenas 4%, reflejando que el impacto fuerte sobre las ventas externas de Colombia ha sido por efecto precio puesto que los principales productos de exportación son materias primas que se caracterizan por exhibir una alta  volatilidad en sus precios internacionales.

Por otra parte, en mayo las importaciones del sector manufacturero cayeron 18,2% en términos anuales siendo la mayor contribución al descenso del total de importaciones (-19,3%), mientras que en el periodo enero – mayo el 87% del descenso anual de las compras externas colombianas (-22,4%) estuvo explicada por este mismo sector. Por uso de las importaciones, en mayo los bienes de consumo duradero contribuyeron significativamente (-3,5%) en la caída total de las compras externas (-19,3%), aunque también ha sido considerable el retroceso en equipo de transporte, bienes de capital para la industria y las materias primas y productos intermedios para la industria.

Este resultado en cierta medida puede estar reflejando una sustitución de importaciones por producción nacional, aunque no se puede desconocer que también debe responder a la caída en el crecimiento de la demanda agregada. Esto mismo se refleja cómo la industria comienza a crecer. En el periodo enero – mayo, doce sectores industriales crecieron por encima del 6% anual, de manera que la recuperación industrial parece ir mucho mejor que simplemente la entrada en operación de la renovada Refinería de Cartagena.

Por el lado del turismo, a junio de este año la llegada de turistas extranjeros creció 11,2%, incluso incorporando la caída de 29% anual de extranjeros provenientes de Venezuela que es el segundo país de origen de visitantes externos; entre tanto, la salida de colombianos al exterior cayó 9,4%. No obstante, el crecimiento anual de viajeros extranjeros por razones de turismo creció 9,3%, mientras que por otras razones creció 29,6% en el primer semestre del año.

Llama la atención la participación que tienen regiones como Bogotá y Antioquia con más del 60% del total de destino de visitantes extranjeros, mientras que regiones turísticas como la Costa Atlántica apenas aparecen representadas por Bolívar y otras como el eje cafetero o San Andrés no aparecen en lugares importantes. Tal situación contrasta con el hecho de que en el periodo enero - junio San Andrés tuvo la mayor ocupación hotelera del país ubicándose en 80,5%, lo que muestra que esta región es esencialmente un destino para turistas nacionales y que su capacidad hotelera es baja. Además, evidencia la poca preparación de muchas regiones del país para aprovechar las bondades de la devaluación.

Finalmente, el rubro de transferencias, donaciones y remesas netas de la balanza cambiaria colombiana muestra ingresos por US$2.896 millones a julio de 2016, lo que equivale a un crecimiento anual de 7,5% que sumado a la devaluación del peso, significa un considerable aumento en la capacidad adquisitiva de las familias receptoras de esto ingresos en algunas regiones del país como Risaralda, Antioquia, Cundinamarca o Valle del Cauca.

En todo caso, la economía colombiana no logró aprovechar la bonanza de ingreso de dólares a la actividad minera y petrolera durante el superciclo de los commodities para desarrollar la infraestructura y otras capacidades necesarias para adecuar una base productiva diversificada que permitiera beneficiarse, rápidamente, del cambio en las condiciones económicas globales una vez corrigieran los precios de las materias primas.