ERICK BEHAR VILLEGAS

Apoyemos ya el emprendimiento como realidad, no como discurso

"Mientras Israel, China y Estados Unidos han desarrollado programas robustos y perenes, creando organizaciones de la talla de la Small Business Administration y la antigua Matimop, el sector público colombiano está más preocupado por formalismos, organización de foros, lo que debe decir o no un decreto y la falta de comprensión de los órganos de control sobe temas de innovación".

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
20 de julio de 2018

Resulta fácil entrar al trend de la discusión sobre el emprendimiento; este está en boga, suena bien y una encuesta nos dice que la mitad de los colombianos quisiera emprender eventualmente. Vivir, sin embargo, el esfuerzo real de emprender, es algo que el Estado colombiano no está apoyando. Es hora de cambiar esto.

Mientras Israel, China y Estados Unidos han desarrollado programas robustos y perenes, creando organizaciones de la talla de la Small Business Administration y la antigua Matimop, el sector público colombiano está más preocupado por formalismos, organización de foros, lo que debe decir o no un decreto y la falta de comprensión de los órganos de control sobe temas de innovación.

Cuando un Estado dice que apoya el emprendimiento, debe ser no un capricho corto de gobierno, sino una política de Estado y un impulso a culturas organizacionales que respeten a los microempresarios. Como lo dijo el primer ministro chino Li Keqiang en el 2017, “el emprendimiento masivo y la innovación es un motor efectivo de crecimiento económico”. No nos sorprendamos entonces si ciudades como Guangzhou le dan beneficios de espacios de coworking subsidiado a startups de tecnología o si programas de innovación en Australia ofrecen capital semilla y acompañamiento desde universidades públicas.

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En Colombia, por un momento creímos que el apoyo al emprendimiento iba a ser serio. La Ley 1429 de 2010 trajo esperanza con un alivio tributario para empresas nuevas, pero la reforma tributaria sepultó estos beneficios seis años después, diciéndole al mundo que lo nuestro es el cortoplacismo, la improvisación y que el emprendimiento en Colombia es un discurso o un acervo de esfuerzos de personas que luchan a diario a pesar de la indiferencia institucional. A esto responde el Estado con un paquete de programas superficiales, a veces absurdos, para decorar sus discursos y sus presentaciones. Así no lograremos el ritmo que tienen otros países.

A un emprendedor no le prestan dinero los bancos, a menos que lleve 2 años constituido. La tasa de usura está en las nubes y subsidiar tasas termina siendo interpretado como un detrimento patrimonial, un afamado término usado frecuentemente por personas que jamás se enterarán sobre la importancia del Manual de Oslo. Para qué, “si no está entre mis funciones”.  Así, los clientes grandes del emprendedor le pagan a 60, 90 o 180 días, y pobres aquellos que no radiquen facturas en las irrisorias ventanas de 2 horas mensuales que se inventan algunas empresas grandes. Luego, sus compras de insumos se pagan de contado con precios de microempresa, es decir que le cuesta mucho más al emprendedor un insumo por no comprar masivamente. El Estado, juiciosamente los fuerza a pagar retenciones, 4x1.000 (un impuesto inaceptable) y se envuelve él solo en una maraña legal ideada por UTLs que no aprecian realmente lo que es la innovación. Entonces, Colombia apoya discursivamente el emprendimiento.

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Es hora de cambiar esta actitud, empezando por el sistema legal que considera que el apoyo al emprendimiento es un detrimento patrimonial o una donación inconstitucional. El Estado debería enfocar sus esfuerzos en regular bien en vez de prohibir mal. Suficientes ejemplos existen en todo el planeta, pero nuestra mentalidad legalista y punitiva prefiere frenar la innovación. Es hora de revivir la Ley 1429, de eliminar el 4x1.000, forzar a las entidades públicas a innovar, iniciar programas masivos de apoyo a microempresas con centrales de compras, soluciones digitales cofinanciadas por el estado, revisión de malas prácticas por no pagar facturas, flexibilización y cofinanciación en primeras contrataciones de personal, alivios en impuestos indirectos como registros, certificaciones y pagos por trámites, entre otros. No nos sirve de nada que el Estado siga financiando foros en donde se dice que el emprendimiento es bueno, si esto no viene acompañado de señales serias y duraderas. Ojalá el nuevo gobierno inicie esta transformación.

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