GUILLERMO VALENCIA

AlphaBrain: un cerebro para la nueva era de las máquinas

¿Cómo podemos tomar mejores decisiones para el futuro?¿Qué podemos hacer para que esté a la altura de la inteligencia artificial? Una opinión sobre 'AlphaBrain', un libro que nos ayuda a responder estas preguntas.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
15 de octubre de 2019

¿Qué podemos hacer para tomar mejor nuestras decisiones? Se han escrito ríos de tinta para responder esta pregunta y sus respuestas podemos encontrarlas en la filosofía griega, o en otras expresiones de la filosofía occidental, como en las obras de René Descartes, e incluso en la economía actual.

Sin embargo, para efectos de esta columna, no abordaremos las profundidades filosóficas, sino las científicas. Como lo hemos contado en una columna previa, existen libros que pueden significar un cambio rotundo en la forma en cómo vivimos nuestra cotidianidad, y uno de ellos es AlphaBrain, escrito por el mánager y estratega del sector financiero, Stephen Duneier.

En este libro, que hemos reseñado en el blog de Macrowise, Duneier explica por qué la mayor parte del tiempo tomamos decisiones sin la racionalidad que se quiere, y cómo podemos diseñar otros atajos mentales, a través de los cuales racionalizamos una decisión, de forma natural y funcional. 

Salir del estado en el cual tomamos decisiones sin entenderlas, casi que de modo automático, es la primera solución que Duneier brinda, y sobre la cual aconseja despertar, abrir los ojos. En otras palabras, lo que se interpone entre el objetivo y nosotros tiene mucho menos que ver con poseer alguna habilidad o talento especial, y más con el cómo abordamos los problemas, y tomamos decisiones.

Un ejemplo sobre este enfoque es el ascenso del aclamado tenista Novak Djokovic en el escalafón mundial: en unos cuantos años pasó de ocupar la posición 600 a ser el número 1. ¿Cómo lo logró? La respuesta está en los factores que sí podía controlar, es decir, los puntos a sumar y con este aumento procurarse un ascenso y mejora continua. Djokovic entendió que con más puntos, llegan más juegos, más partidos, más victorias y más éxito.

Entender esta ecuación le permitió ser un jugador valorado en US$14 millones y tener un promedio de 90% de partidos ganados como lo muestra este cuadro: 

Fuente: ‘AlphaBrain: How a Group of Iconoclasts Are Using Cognitive Science to Advance the Business of Alpha Generation’.

El método para alcanzar estas victorias es sencillo: Djokovic desarmó una tarea grande y compleja en partes más pequeñas que le resultaron fácilmente manejables. 

El arte de no cometer errores

Lo interesante de AlphaBrain es que desmitifica el talento, y lo acerca a lo humano. Es decir, hay que centrarse en la disciplina y el rigor. Ambos factores, bien aplicados nos conducen a la excelencia. Volviendo al ejemplo de Djokovic: en el arduo camino del ascenso los errores son imperdonables. 

El mundo del deporte tiene cientos de momentos en los cuales un mínimo error costó medallas de oro, partidos o reconocimientos mundiales. Incluso la historia nos recuerda que una imprudencia, como dejar una puerta entreabierta, condujo a la caída de Constantinopla y con ella la destrucción de la civilización bizantina. 

¿Cómo vencer al error? Djokovic diseccionó el problema en partes más pequeñas, se centró en sus puntos fuertes y corrigió sus falencias. De esta forma, logró reducir hasta un 6% los posibles puntos concedidos al rival en juego, y logró reducir las oportunidades de sus oponentes para sumar puntos. 

Esto aplicado a una vida cotidiana es algo poderoso. Se trata de controlar las decisiones, hacer un análisis de estas y entender en qué está fallando.Todos podemos minimizar la posibilidad de cometer errores y establecer nuevos enfoques basados en la mejora de tareas sencillas. ¡No es algo que solo los genios puedan lograr!

Sin embargo, lo anterior suena como si fuéramos solo máquinas que conviven con factores inmutables. Y es que nuestros aprendizajes, experiencias e información definen nuestras decisiones. En esto último estamos inmersos: un exceso de información, de detalles inservibles -en algunos casos- nos inducen al error. No olvidemos que la información también nubla la visión, y que la señal que buscamos en medio del caos deviene del aislamiento y el razonamiento.

Muchos me dirán que esto suena muy bonito, y que su aplicación es incierta con un contexto que cambia a diario, especialmente cuando trabajamos en mercados volátiles o transamos con monedas a la baja de países emergentes. ¡Claro que lo es! Sin embargo, racionalizar las decisiones que tomamos a diario es una forma de lidiar con el azar que nos persigue, y en el largo plazo es la mejor elección de todas.