Home

Nación

Artículo

En este momento, aún hay incertidumbre sobre la permanencia de Francisco Santos en la embajada de Washington. | Foto: SEMANA

POLÍTICA

Pachogate

Más allá de la chismografía, lo más significativo de la conversación filtrada entre Francisco Santos y Claudia Blum son las fisuras que esta demuestra en el Centro Democrático.  

23 de noviembre de 2019

De no haberse filtrado, la conversación de Pacho Santos con Claudia Blum no tendría nada de raro. Se trata de un resumen ejecutivo de un diplomático a su jefa haciéndole un diagnóstico realista y coloquial de la situación que ella va a enfrentar. Todos los embajadores que representan a sus países ante el gobierno de los Estados Unidos piensan lo mismo que Pacho: que el Departamento de Estado en la administración Trump está en crisis.

No se necesita ser visionario para saber que en la era Trump no solo el Departamento de Estado no funciona, sino la Casa Blanca tampoco. A pesar de que la economía va bien y de que seguramente no lo van a tumbar, esa administración se ha caracterizado por el caos y la altísima rotación de funcionarios claves que con frecuencia no llegan a durar un año. La opinión de Francisco Santos sobre la “destrucción” del Departamento de Estado la comparte todo el cuerpo diplomático, incluyendo al pobre embajador de Singapur, quien terminó metido en el baile de la charla. En un aparte de la conversación de Santos con Claudia Blum, él le dice a ella: “Me dijo (el embajador de Singapur): mire en la administración pasada yo iba al Departamento de Estado una vez por semana. Aquí llevo ocho meses y no me importa ir, porque no cuenta”. Esa referencia en privado sobre su colega de Singapur podría acabar costándole el puesto al diplomático asiático. 

No sería la primera vez durante el Gobierno de Donald Trump que un embajador cae porque se filtran comunicaciones privadas. El embajador inglés en Washington, sir Kim Darroch, le mandó a su Cancillería el siguiente e-mail: “No creo que esta administración tenga arreglo. Para mí va a seguir siendo igual de disfuncional, impredecible y polarizada internamente”. Y al presidente de Estados Unidos lo describió como “inepto, inseguro e incompetente”. Nadie sabe quién hackeo ese cable diplomático. Pero tan pronto se hizo público, Trump trinó: “El embajador que nos mandó Inglaterra es un estúpido… No lo conozco personalmente, pero me dicen que es un imbécil pomposo. Lo que pasa es que Theresa May no me hizo caso en mis recomendaciones de cómo manejar el ‘brexit’ y lo que hizo ella resultó un desastre. Por eso están así”. Si el embajador de Inglaterra, que se supone tiene que ser el más diplomático y prudente del mundo, hay algo de exagerado en crucificar a Pacho por decir lo que todo el mundo está pensando. 

Si bien todo lo que se dijo en esa conversación filtrada sobre la política norteamericana era verdad, lo que se comentó sobre la política colombiana es más debatible. El argumento de que Carlos Holmes no tenía una estrategia definida frente a los Estados Unidos no es exacto. Él se la jugó por ser el aliado  latinoamericano de Donald Trump para tumbar a Maduro. Para ese efecto, a nivel operativo trabajó con John Bolton y con los congresistas halcones de Washington. A esa tarea el canciller se dedicó con cuerpo y alma, y tanto él como Bolton y Trump llegaron a ilusionarse con que los días del dictador venezolano estaban contados. Eso no pasó. Hoy Bolton ha sido destituido, Trump enfrenta un proceso de impeachment, y Maduro está atornillado. Pero ese resultado no significa que no hubiera estrategia. El problema fue que fracasó.

En cuanto a las críticas que intercambiaron Santos y Blum sobre el exministro de Defensa, Guillermo Botero, estas tuvieron algo de injustas. Sobre él Pacho dijo “que no trabajaba”. Botero podía no entender de asuntos militares, hacer declaraciones imprudentes y no haberle ido bien en su cartera, pero que trabajaba, trabajaba. Cuando explotó el escándalo, el propio Francisco Santos aclaró que lo que quiso decir fue que por concentrarse Botero tanto en los problemas de orden público y en la erradicación de las 200.000 hectáreas de coca no le paró bolas a la interlocución con Estados Unidos.

El propio Francisco Santos aclaró que lo que quiso decir fue que por concentrarse Botero tanto en los problemas de orden público y en la erradicación de las 200.000 hectáreas de coca no le paró bolas a la interlocución con Estados Unidos.

El Centro Democrático tiene una línea blanda y una línea dura y no se sabe cuál de las dos habla peor de la otra. Por lo general, ese tipo de conversaciones no se limitan a criticar ministros, sino también al propio presidente. Pacho Santos se salvó de que no le apareciera una frase desobligante sobre su jefe. Porque en ese partido todo el mundo se queja. Los que no tienen puesto hablan mal de los que tienen. Y muchos de los que tienen puesto piensan que las buenas intenciones y la capacidad de trabajo del presidente no han estado acompañadas de realismo político.

En todo caso, aun hechas las aclaraciones sobre la conversación filtrada, la armonía entre los protagonistas colombianos de este episodio de aquí en adelante no se ve fácil. Con Botero no hay problema porque ya salió del gabinete. Pero con Carlos Holmes, que cumple su primera semana como ministro de Defensa, la cosa puede ser más complicada. Para un hombre que busca la candidatura oficial de su partido, ser descrito como “un desastre” es una ofensa mayor. La frase de Pacho, “no hizo nada”, no es menos grave. La única referencia relativamente inofensiva fue la de Claudia Blum de que el canciller estaba dedicado a hacer política. Eso no es un secreto para nadie, y el mismo Carlos Holmes dijo que quiere ser presidente en 2022. Todos los ministros con aspiraciones de llegar a la Casa de Nariño se han dedicado a hacer política, comenzando por Juan Manuel Santos y Germán Vargas.

Todos los ministros con aspiraciones de llegar a la Casa de Nariño se han dedicado a hacer política, comenzando por Juan Manuel Santos y Germán Vargas.

Ante la situación, Carlos Holmes Trujillo, mostrando sus dotes diplomáticas, ocultó su indignación y se limitó a decir que por Pacho no sentía sino aprecio y respeto. Lo que queda claro al cierre de esta edición es que el presidente Duque consideró las frases de Claudia Blum un pecado venial y no un pecado mortal. Por eso en pleno día del paro la confirmó en su cargo para acabar con cualquier especulación. 

Eso mismo no ha sucedido con Pacho Santos. Todavía hay suspenso sobre qué desenlace va a tener este episodio en su caso. Él ha dicho que no se va, pero la decisión final no está en sus manos. El presidente lo convocó para una reunión el próximo lunes y esa citación podría ser la antesala de una pedida de renuncia. Sin embargo, la decisión final no depende solo del presidente, sino del ambiente en Estados Unidos. Ya aparecieron artículos sobre el tema en The New York Times y The Washington Post y no ha habido reacciones. Institucionalmente, es seguro que por parte del Gobierno gringo no va a haber un pronunciamiento oficial. También es poco probable que el presidente Trump se ponga a trinar contra Pacho, como lo hizo contra el embajador de Inglaterra. Lo que es claro es que hasta que no se pronuncie el presidente Duque el próximo lunes, Pachito está en la cuerda floja.

La pieza que le falta a todo este rompecabezas es quién hizo la grabación. Gran parte de las especulaciones de estos días han girado alrededor de ese interrogante. Se ha dicho que pueden haber sido los gringos, los cubanos y hasta los rusos. Ninguna de estas interpretaciones es muy convincente. De ser verdad la versión de Pacho de que él y Claudia Blum estaban solos en el reservado del hotel Mandarin Oriental de Washington, sería falsa la de Publimetro de que se trató de un tercero en la mesa de al lado. Como la escogencia del recinto por parte del embajador de Colombia fue de último minuto, se descarta la posibilidad de micrófonos en el lugar, pues nadie sabía que algo iba a pasar ahí. Eso deja como opción tecnológica que el celular de Pacho Santos o el de Claudia Blum estuvieran intervenidos para convertirse en grabadoras. Eso hoy es posible y no se requiere que el teléfono esté prendido. Un móvil apagado encima de una mesa puede registrar lo que dice la gente sentada en ella.

Publimetro fue el medio que filtró la grabación y al parecer la fuente vino del lado de Gustavo Petro. Como la izquierda colombiana no tiene la capacidad técnica para hacer una interceptación de este tipo, habría que asumir que alguien se la entregó. Una versión que ha salido a flote es que podría ser el Gobierno venezolano con la ayuda de los cubanos, teniendo en cuenta la paranoia que tiene Maduro sobre una invasión militar gringa orquestada desde Colombia. Aunque lo más posible es que nunca se va a saber, este episodio ya tiene elementos para un guion de espionaje.