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| Foto: Getty Images / Yury Arcurs

ANÁLISIS

Inversión responsable: clave para una reactivación económica justa y verde

A finales de julio, en el cierre de la Tercera Jornada de Inversión Responsable, 17 organizaciones que hacen parte del Task Force de Inversión Responsable lanzaron la ‘Declaración a favor de la inversión responsable en Colombia’.

Ximena Barrera*
24 de agosto de 2020

Esta declaración es un importante anuncio para avanzar en la incorporación de los criterios ambientales, sociales y de Gobierno Corporativo (ASG) como parte integral del modelo de negocio y así movernos hacia una economía baja en carbono, enmarcada en el respeto de los derechos humanos y alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París. 

Ahora que el mundo está en medio de la pandemia de la covid-19, la declaración cobra más relevancia, pues esta situación ha detonado una enorme crisis sanitaria, con profundas consecuencias negativas sobre la economía y el bienestar humano que, en su gran mayoría, persistirán por mucho tiempo. Además, la pandemia se suma a los preocupantes procesos de degradación de varios sistemas planetarios sobre los cuales la comunidad científica ha advertido: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Por eso las acciones que resulten de esta declaración son tan urgentes. 

Ambas crisis, la sanitaria y la ambiental, están estrechamente ligadas y comparten similitudes importantes: son fenómenos sistémicos, con proyecciones e impactos socioeconómicos inciertos y desproporcionados. Según el Ministerio de Hacienda, en los primeros meses de 2020 la tasa de desempleo en Colombia alcanzó el 20%, y el déficit fiscal se incrementará a 8,2% del PIB en 2020, para luego caer a 5,1% en 2021; sin contar los cálculos asociados a no adaptarnos al cambio climático, que podrían implicar una pérdida del 0,5% del PIB anual.

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El sector financiero juega entonces un rol fundamental como motor para la recuperación verde justa y resiliente que necesitamos. Es crucial para que el país adopte medidas que reactiven y estimulen nuestra economía y sociedad, que nos permitan avanzar hacia el cumplimiento de los compromisos climáticos y detener la avasalladora pérdida de biodiversidad que estamos viviendo, así como garantizar el bienestar de las generaciones presentes y futuras con sociedades más justas, equitativas y resilientes. 

A nivel global, de acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF), la pérdida de biodiversidad y ecosistemas es una de las cinco principales amenazas que la humanidad va a experimentar en los próximos 10 años y, en su reciente reporte The Future of Nature and Business, destaca que US$44 billones de generación de valor económico, equivalente a la mitad del PIB mundial, están potencialmente en riesgo como resultado de la dependencia de las empresas de la naturaleza y sus servicios ecosistémicos. 

Hasta el momento, según el WEF, los paquetes de estímulo frente a la covid-19 han invertido cerca de US$11,5 billones y se estima que se tendrán que gastar varios billones más durante la larga recuperación que viene. En ese contexto, sobresalen iniciativas como ‘La alianza europea para la recuperación verde’, lanzada por el parlamento europeo en el mes de abril que refuerza el Pacto Verde Europeo para avanzar en el objetivo de neutralidad climática para 2050, así como en un marco de políticas que garantice un entorno de inversión estable y con visión de futuro para las empresas europeas, una condición esencial para el crecimiento verde y la creación de empleo.

De otro lado, la Coalición de Ministros de Finanzas para la acción Climática, a la cual Colombia pertenece, ha avanzado en la definición de principios relevantes relacionados con alinear políticas fiscales y el uso de finanzas públicas con el Acuerdo de París, el compromiso global más importante para combatir el cambio climático. Así mismo, compartir experiencias, trabajar hacia medidas que resulten en precios efectivos del carbono (impuesto al carbono) y tener en cuenta el cambio climático en la política macroeconómica, la planificación fiscal, el presupuesto, la gestión de la inversión pública y las prácticas de adquisición, son algunos de esos principios.  

En Colombia, el sector financiero ya tiene un terreno abonado. Ha avanzado en generar acciones concretas para promover la sostenibilidad desde el sector, como el trabajo del Task Force; la Declaración de Inversión Responsable; plataformas como el Protocolo Verde y el trabajo activo de la Superintendencia Financiera de Colombia y del Banco de la República a través de su vinculación en la Red para Enverdecer el Sector Financiero (NGFS); así como lo que se ha hecho en el tema de la Taxonomía Verde, fundamental para clasificar las inversiones de acuerdo con criterios de sostenibilidad, por nombrar algunos.

También es importante reconocer las oportunidades que hay en iniciativas como el Task Force for Nature-Related Financial Disclosure(TNFD) que será presentada en el Congreso Mundial de Conservación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en Marsella, para avanzar con base en las lecciones aprendidas del Task Force for Climate Disclosure (TFCD) y desarrollar informes, métricas y datos de las instituciones financieras que les permitirán comprender mejor sus riesgos, dependencias e impactos en la naturaleza.

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Los planes de recuperación que están empezando a diseñar e implementar países de todo el mundo, incluido Colombia, son una oportunidad para la inversión en acciones de mitigación y adaptación al cambio climático que pueden llegar a movilizar US$26 billones a nivel global y generar 65 millones de nuevos empleos para el 2030, según la Comisión Global de Economía y Clima. Algo que ahora, en un mundo ávido por recuperarse económicamente, resulta sumamente valioso.

Hoy Colombia está mostrando el compromiso y dejando ver las oportunidades que hay para consolidar su propia agenda de inversión responsable en el marco de los planes de recuperación económica. Esta coyuntura es una oportunidad para reconocer nuestra diversidad como un potencial motor del desarrollo, aprovechable siempre y cuando se le aborde de manera sostenible, desde acciones como las soluciones basadas en la naturaleza, el fomento a la bioeconomía y el aprovechamiento sostenible de los ecosistemas marinos y costeros, entre otras. Todas actividades que contribuyen al cumplimiento del Acuerdo de París, las Metas de Biodiversidad Post 2020 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Si la actual pandemia no nos abre los ojos, difícilmente podremos revertir el daño ambiental que hemos causado y nuestra supervivencia como especie estará en riesgo. La economía tiene todo que ver con lo que está pasando y si no la reencauzamos hacia lo verde, estamos involucionando.

*Directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF.