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| Foto: Getty Images

ANDREA MEJÍA FAJARDO

¿Es la moda una amenaza ecológica y social?

Ha sido la demanda textil la que ha incentivado el comercio a lo largo de la historia, como fue el intercambio comercial entre occidente y oriente gracias a la ruta de la seda, para algunos, el comienzo de la globalización.

19 de junio de 2020

A veces, la moda es asociada con extravagancias como pasarelas, nuevas tendencias cada temporada e influencers. Pero ha sido la demanda textil la que ha incentivado el comercio a lo largo de la historia, como fue el intercambio comercial entre Occidente y Oriente gracias a la ruta de la seda, para algunos, el comienzo de la globalización.

El invento del telar mecánico en el siglo XVIII es considerado el inicio de la primera revolución industrial, y la máquina de coser a mediados del XIX dio paso a una industria crucial para la economía y desarrollo global.

La democratización de la moda, ¿a qué costo?

Pero un crecimiento acelerado en las últimas décadas del Sistema Moda y el uso intensivo de recursos naturales ha generado graves impactos ambientales y sociales.

Este aumento se debe principalmente a dos factores: 1) procesos de transformación empresarial en la producción textil, confección de bajo costo y rápidos tiempos de entrega – fast fashion - y 2) al crecimiento de la población, en especial en economías emergentes de Europa Occidental y Asia.

Gran parte de la producción global del sector moda - más del 55,4% en el 2016 - se concentra en Asia debido al bajo costo de mano de obra y pocas regulaciones ambientales y laborales. La industria textil-confección representa en Bangladesh el 81% de sus ingresos de exportación.

Según la Bangladesh Garment Manufacturers Association (BGMEA) en el 2016 el sector empleaba a unos cuatro millones de trabajadores, un 80% mujeres, quienes en repetidas ocasiones son expuestas a precarias condiciones laborales, riesgos de seguridad, salud y explotación. Existen denuncias de mujeres quienes han sido sometidas a abusos laborales, psicológicos, físicos y en ocasiones, sexuales, prácticas documentadas en Bangladesh y otros países de Asia con una fuerte industria textil-confección.

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La combinación de estos factores y el deseo de compra han llevado a la moda a convertirse en una industria billonaria. Según Business Wire, en el 2018, el mercado global de prendas de vestir alcanzó unos US$758.400 millones con una tasa de crecimiento anual de 7,5% desde el 2014 y en el 2017, el Pulse of Fashion Report proyectó un crecimiento de la industria de un 63% para el 2030 sobre las 62 millones de toneladas consumidas en ese año.

¿Qué significa esto en términos ambientales? El sector textil-confección produce un estimado de 1.200 millones de toneladas de CO2 al año, cifra mayor a las emisiones liberadas por vuelos internacionales y envíos marítimos en conjunto, causando un impacto en la huella de carbono cercana al emitido por la Unión Europea.

A esto se suma un consumo de agua estimado en unos 93.000 millones de metros cúbicos anuales, gran parte destinados al cultivo de algodón. En su mayoría, estos son sembrados con semillas genéticamente modificadas, demandando enormes cantidades de pesticidas y fertilizantes. Vandana Shiva, activista ambiental, los llama “narcóticos ecológicos: cuanto más se usan, más se necesitan”.

El recurrente uso de telas sintéticas como el poliéster a base de polyethylene terephthalate (PET), material usado en botellas plásticas, también aportan al bajo precio. Estas fibras contaminan el medioambiente por medio de miles de millones de micropartículas plásticas liberadas a lo largo de la cadena productiva. Estas, no solo llegan a suelos y ríos, sino a los pulmones de trabajadores de plantas textiles y confección afectando su salud.

Aunque las fibras sintéticas tienen un menor impacto sobre el agua y la tierra comparadas al algodón, emiten mayores gases de efecto invernadero por kilo. A esto se suman sustancias químicas perjudiciales para la salud y la naturaleza empleados en procesos de teñido y acabados.

El Sistema Moda en Colombia

En Colombia, el Sistema Moda es uno de los sectores económicos más fuertes con un significativo papel en el desarrollo industrial-manufacturero de la economía colombiana durante el siglo XX.

A inicios de los setenta, la industria representó cerca del 3,5% de la producción manufacturera nacional, en parte, gracias a los aranceles sobre la importación de textiles. Sin embargo, la apertura económica en Colombia afectó de forma directa al sector, y empresas como Coltejer, Fabricato y Confecciones Colombia debieron acogerse a la Ley 550, mientras otras quebraron. La industria manufacturera, dentro de la cual se encuentra el sector textil-confección, pasó de generar el 20,1% del PIB en 1991 al 10,9% en el 2017, según datos del DANE.

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En el 2018, el Sistema Moda exportó US$743’314.000 (prendas de vestir, textiles y materias primas). Con la llegada de marcas como Zara en el 2007 y H&M en el 2017, el país ha incrementado el consumo de moda rápida siguiendo los pasos de una economía lineal: producción – uso – desecho, generando un impacto ambiental en el país aún no estudiado.

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Para entender la importancia de la moda se debe entender que esta es un reflejo de cultura, historia, economía, desarrollo y política. El doctor Marc Sumner de Leeds University School of Design afirma que la moda permite a las personas expresarse en su grupo cultural al ofrecer “entusiasmo, diversión y placeres hedonistas satisfaciendo las necesidades psicogénicas de los consumidores (…). El vestuario es una forma de comunicación y una representación de estatus individual donde las prendas de vestir juegan un importante papel en la sociedad”.

Esta forma de expresión llevó a los colombianos a gastar $20,2 billones en artículos de moda durante el 2019, según informe de Inexmoda, un incremento en el gasto de 5,94% comparado al 2018.

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Pero la crisis climática y el malestar social a nivel global hacen pertinente una reflexión sobre un cambio estructural del modelo de negocio del Sistema Moda. Para lograrlo, es importante pensar cómo incluir el desarrollo sostenible (ambiental, social y económico) en los modelos de negocios incluyendo dinámicas de economía circular a lo largo de la cadena productiva. 

* Diseñadora, periodista y Mg. Ciencia Política.

* Este texto hace parte de la tesis Políticas para un desarrollo sostenible del Sistema Moda en Colombia: oportunidades en la cadena de valor – Universidad de los Andes.