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El dólar caro no ha hecho reaccionar las ventas externas. Algunos gremios creen que el mercado interno es más atractivo. Sin embargo, el Gobierno busca fortalecer la cultura exportadora.

COMERCIO EXTERIOR

Exportaciones: de cal y de arena

En 2019 el país vendió menos al exterior, pero además se redujo el número de exportadores. Antioquia y Santander, así como la industria aeronáutica, fueron excepciones destacadas. ¿Qué pasa en las regiones?

25 de enero de 2020

Cuando sube el precio del dólar, las miradas se dirigen a los exportadores como los grandes beneficiados. Sin embargo, al terminar 2019, cuando la divisa alcanzó su precio histórico más alto (3.522 pesos), la venta de productos al exterior no reportó un gran balance.

Entre enero y noviembre las exportaciones totales disminuyeron 6,2 por ciento, para un total de 36.103 millones de dólares. Esto frenó la tendencia al alza que tenían las ventas externas desde 2017. Si de estas cifras se excluyen las exportaciones mineroenergéticas, que dependen de los precios internacionales, la caída se suaviza al 0,7 por ciento.

Como si fuera poco, un estudio de la Cámara de Comercio de Cali muestra que el número de empresas exportadoras se redujo 6,15 por ciento durante los primeros 11 meses de 2019. Pasó de 11.105 a 10.431.

Ecopetrol, no solo la mayor compañía del país sino la que más exporta, registró hasta noviembre una caída de 6,3 por ciento de sus ventas externas. En segundo lugar aparece Drummond, cuyas exportaciones sí crecen (1,1 por ciento); y en el tercero, la Refinería de Cartagena, que exportó 4,6 por ciento más que el año anterior.

Se destaca también entre las empresas exportadoras CI Energía Solar, firma que pertenece a Tecnoglass y fabrica ventanas y fachadas de aluminio y vidrio. La Cámara de Comercio de Cali calcula que dentro de los 20 mayores exportadores del país, esa compañía lideró en el aumento de las ventas externas, con un crecimiento de 53 por ciento anual de enero a noviembre.

Por el contrario, las carboneras Prodeco y Cerrejón registraron caídas de más de 40 por ciento, empujadas por los menores precios del mineral.

Al analizar el tema por departamentos, Santander y Antioquia tienen el mejor desempeño, mientras que Bogotá (Cundinamarca), Valle y Atlántico registraron menores ventas al exterior.

Las mayores exportaciones paisas y santandereanas se explican, según Procolombia, en las cadenas agroalimenticias de ambos departamentos. En Antioquia sobresalen las ventas de banano, café y flores frescas, mientras que en Santander brillan el café, las frutas frescas y el tabaco.

Paradójicamente, las industrias agroalimenticias también causaron la caída de las exportaciones del Atlántico, que redujo sus envíos de aceites y grasas.

En Bogotá, la región que alberga la mayor cantidad de empresas exportadoras del país, cayeron las ventas externas de flores y plantas vivas. Esto suena extraño, dado que ellas sí crecen en otras regiones. El fenómeno se podría explicar por la menor demanda de los clientes tradicionales de flores colombianas, como Estados Unidos, que pasó de comprar 485 millones de dólares de enero a noviembre de 2018 a 338 millones un año después. Si bien los floricultores nacionales se han beneficiado con el precio del dólar, cada vez deben enfrentar mayor competencia en mercados altamente apetecidos como los de Estados Unidos, Reino Unido y España.

En el Valle cae sobre todo la exportación de desperdicios de cobre o charrara, algo que se ve en todo el país. De enero a noviembre Colombia facturó al exterior 229,2 millones de dólares en ese rubro, 24 por ciento menos que un año atrás, debido a menores compras de China.

Las aeropartes van volando

Pese a todo hay grandes excepciones, como las exportaciones de aeronaves y sus partes, que subieron de 41,1 millones de dólares en enero-noviembre de 2018 a 85,8 millones en el mismo periodo de 2019, al crecer 109 por ciento.

Esta es una de las pocas nuevas industrias que no es del sector agrícola y que en conjunto vende más al exterior que los aguacates y las uchuvas juntos.

Desde hace algunos años en el país fabrican partes para avión y helicópteros, que ahora se combinan con la venta de aeronaves livianas para fumigación, aviones de entrenamiento militar y partes para drones.

Esta industria de aeropartes todavía está en fase de despegue, pero luce prometedora, pues registra amplias rentabilidades, genera productos especializados y con valor agregado, y requiere mano de obra calificada. Sus productos van principalmente a Estados Unidos, que compró 76,4 millones de dólares de enero a noviembre.

En el Valle también se destaca el crecimiento de dispositivos de almacenamiento permanente de datos y tarjetas inteligentes, que aumentaron 122 por ciento.

Estos casos sobresalientes no alcanzan a compensar, sin embargo, la caída general de las exportaciones ni el creciente déficit comercial del país,

Las importaciones hoy superan en 10.283 millones de dólares a las exportaciones, lo que equivale a casi 3,3 por ciento del PIB. Este hueco podría empeorar con las cifras de diciembre y el arranque de 2020. Sobre todo si las importaciones siguen subiendo gracias a beneficios como la devolución del IVA en la compra de bienes de capital –incluida en la reforma tributaria– o si las exportaciones siguen bajando y se mantienen sin despegar.

¿Por qué no suben?

Muchos se preguntan por qué, si el dólar está tan caro, no arrancan las exportaciones. En Procolombia explican que esa ecuación no se puede aplicar porque para las empresas es difícil aumentar su producción en el corto plazo. Además, aunque con un dólar caro el producto a exportar es relativamente más rentable, si en su fabricación hay insumos importados, estos también se encarecen en periodos de devaluación.

Laura Valdivieso, viceministra de Comercio Exterior, agrega que más que la tasa de cambio, la demanda externa impulsa las exportaciones, y esta se resintió el año pasado. Estados Unidos, por ejemplo, pasó de tener un crecimiento de su demanda de 9 por ciento en 2018 a solo 0,74 por ciento en 2019. Así mismo, los precios de las materias primas, vitales para el país, cayeron 9,2 por ciento en promedio. “Y esto no solo ha golpeado a Colombia. En 2019, las exportaciones de Chile cayeron 8 por ciento, y las de Perú, 6 por ciento”, explica.

Esteban Piedrahíta, presidente de la Cámara de Comercio de Cali, tiene otro argumento para explicar las menores exportaciones: el mejor desempeño relativo de la economía nacional frente a sus socios comerciales. “Esto habría impulsado a las empresas a apalancar su crecimiento en el mercado local, y se evidencia también en la reducción del número de firmas exportadoras. El auge del consumo interno, impulsado por la migración venezolana; la mayor colocación de créditos de consumo, y el repunte de las remesas habrían desestimulado los esfuerzos de algunas empresas por expandirse al exterior”, dice.

La debilidad de la demanda externa y la caída de los precios de las materias primas explican, entre otras razones, por qué las exportaciones no crecen.

En efecto, la baja cultura exportadora de los colombianos no solo obedece a la cantidad de trámites e insuficiente infraestructura de vías y puertos. También a que algunos de los que venden al exterior lo hacen más para salir de excedentes que por una política empresarial. Y como les va bien en el país, no necesitan vender fuera de las fronteras.

Para cambiar esa mentalidad, el Ministerio de Comercio realiza la gira Colombia Exporta + en diez capitales, a fin de que los nuevos Gobiernos regionales y los empresarios incluyan la internacionalización en sus agendas de desarrollo.

Según la meta planteada, para 2022 el país debería exportar en bienes y servicios no mineros 27.000 millones de dólares. Un objetivo ambicioso, pero de convertirse en realidad, podría hacer que, de verdad, las empresas exportadoras ganen en grande con la devaluación.