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Imagen de referencia. | Foto: Getty Images

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¿Microfinanzas verdes?

Por Héctor Cárdenas, coordinador de finanzas sostenibles de NINT, an ERM Group Company

Redacción Semana
4 de agosto de 2023

Las finanzas verdes no deben ser ajenas a las instituciones de microfinanzas. Contrario a lo que podría pensarse a primera vista, existen grandes oportunidades en ese campo, así como retos particulares para este tipo de instituciones.

Hoy, las finanzas sostenibles resultan familiares para la mayoría de los bancos de América Latina. Contrario a lo que sucedía una década atrás, conceptos como gestión de riesgos ambientales y sociales, productos verdes, bonos sostenibles o huella de carbono – por mencionar algunos – son conocidos por los bancos y muchos de ellos cuentan con políticas, estrategias y procedimientos sólidos para desarrollarlos. Pero, ¿están las microfinancieras alineadas a este panorama?

El avance de las finanzas sostenibles en la región ha estado motivado por diversos factores, entre los que resalta el papel de la banca multilateral, los inversionistas y otros actores del mercado, la propia iniciativa de los gremios bancarios en cada país, la evolución del debate global alrededor de la sostenibilidad y, más recientemente, la aparición de regulaciones sobre el tema. Así, la banca tradicional ha experimentado una rápida evolución de las finanzas sostenibles en los últimos años.

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Las finanzas sostenibles resultan familiares para la mayoría de los bancos de América Latina. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Sin embargo, el desarrollo de las finanzas sostenibles en la totalidad del sector financiero no ha presentado la misma velocidad, particularmente en estas instituciones de microfinanzas. Si bien los asuntos sociales están incorporados en la esencia misma de estas instituciones (prestar servicios financieros a poblaciones excluidas por la banca tradicional), no sucede lo mismo en el caso de los asuntos ambientales.

Así, es posible que las microfinancieras consideren que los temas ambientales no tienen cabida en su negocio, dadas las características particulares de sus clientes: microempresarios, muchas veces informales, con necesidades de financiación para cubrir las necesidades inmediatas y elementales de sus actividades, quienes difícilmente tendrán interés en los temas ambientales.

¡Nada más lejos de la realidad! Las instituciones de microfinanzas tienen mucho que aportar a las finanzas verdes en sus tres principales frentes de trabajo práctico: gestión de riesgos ambientales, financiamiento verde y ecoeficiencia.

En gestión de riesgos ambientales, si bien las instituciones de microfinanzas no están expuestas al mismo nivel de riesgo que los grandes bancos tradicionales, deben tenerse en cuenta algunos riesgos particulares. Por ejemplo, el carácter informal de algunos clientes de estas instituciones las expone a riesgos de crédito generados por el incumplimiento de la legislación o falta de permisos y licencias.

Así mismo, aun sin ser conscientes de ello, estas instituciones pueden estar financiando clientes que desarrollan actividades no permitidas legalmente en áreas naturales protegidas, exponiéndose así a riesgos reputacionales e incluso legales. Mención especial merecen los efectos negativos que fenómenos como inundaciones, deslizamientos o sequías pueden tener sobre los clientes de las instituciones de microfinanzas, típicamente vulnerables a estos sucesos.

La gestión de riesgos ambientales en las instituciones de microfinanzas tiene otra connotación especial: el conocimiento de los clientes sobre estos asuntos y la importancia para sus negocios puede ser incipiente. De ser así, las microfinancieras pueden desempeñar un rol importante en el acompañamiento al cliente, dándole recomendaciones sobre cómo mejorar su desempeño ambiental e indicando los requisitos legales, por ejemplo.

Todo esto puede complementar los programas de educación financiera, ya tradicionales en las instituciones de microfinanzas y, por supuesto, generar oportunidades de nuevos negocios. Aprovechar esas oportunidades de negocio es justamente el objetivo del financiamiento verde, segundo frente de trabajo para las instituciones de microfinanzas.

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Las instituciones de microfinanzas no están expuestas al mismo nivel de riesgo que los grandes bancos tradicionales. | Foto: Getty Images

En este frente es importante tener en cuenta que los negocios, proyectos o actividades verdes no se limitan únicamente a los grandes proyectos de energía renovable, al reemplazo de las flotas de buses de los sistemas de transporte masivo o a la construcción de edificios que cumplan con estándares internacionales. Es decir, el financiamiento verde no es exclusivo para clientes corporativos o financiación de proyectos.

Las microfinancieras también pueden hacer financiamiento verde con sus clientes actuales, aún sin que éstos tengan objetivos ambientales explícitos. Por ejemplo, con el fin principal de reducir sus costos, clientes de los sectores de comercio y servicios estarían interesados en realizar inversiones sencillas en eficiencia energética, tales como reemplazo de equipos de refrigeración o iluminación, que implican reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Otros ejemplos de financiamiento verde para micro y pequeños empresarios se encuentran en el sector agropecuario. Inversiones para reducir los costos y aumentar la productividad, como la instalación de sistemas de riego eficientes, arreglos agroforestales o aprovechamiento de residuos orgánicos tienen también impactos ambientales positivos claros y son consideradas verdes por la taxonomía de Colombia.

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Las microfinancieras también enfrentan retos particulares que deben ser abordados. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Además de inversiones verdes específicas, algunos micro y pequeños empresarios realizan negocios verdes por sí mismos, es decir, actividades económicas que por su propia naturaleza contribuyen a objetivos ambientales. Tal es el caso, por ejemplo, de pequeños agricultores que, aunque no tengan certificaciones de sostenibilidad, desarrollan su actividad siguiendo los principios de la agricultura ecológica, previniendo así la contaminación con plaguicidas de alta toxicidad, aumentando la biodiversidad en sus cultivos y aprovechando los residuos generados.

Finalmente, en relación con el frente de trabajo de ecoeficiencia, las microfinancieras también enfrentan retos particulares que deben ser abordados. Por ejemplo, la elevada participación en la huella de carbono de las emisiones provenientes del uso de vehículos para visitar a sus clientes o la gestión de residuos generados en agencias/oficinas localizadas muchas veces en zonas geográficas sin prestadores de servicios adecuados para gestionarlos correctamente.

En conclusión, las finanzas verdes no deben ser un tema ajeno a las entidades de microfinanzas; por el contrario, es un asunto que debe ser abordado para aprovechar nuevas oportunidades de negocio dentro de los límites de riesgo deseados, al tiempo que se mantiene la coherencia gestionando el impacto ambiental propio. En este sentido, iniciativas recientes como la regulación en Ecuador para la gestión de riesgos ambientales y sociales en las entidades del sector popular y solidario o el comité de sostenibilidad de Asomicrofinanzas en Colombia, son más que bienvenidas.