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Ocampo en la Cepal

El nombramiento de José Antonio sorprendió a todo el mundo y aceleró su sucesión.

1 de octubre de 1997

El mundo diplomático, y tal vez el mismo Ocampo, se sorprendieron de que el presidente Samper anunciara este nombramiento. Primero, por tradición el anuncio correspondía hacerlo al Secretario General de Naciones Unidas, el africano Khofi Annan, el último día de septiembre. Quienes estuvieron presentes en el anuncio no saben describir si la reacción de éste frente al anuncio fue de sorpresa o de desagrado. Y segundo, porque más que el logro diplomático como lo presentó Samper, la selección de Ocampo tiene otra historia.

Poder & Dinero averiguó en Washington y en Santiago, que el nombramiento de Ocampo fue iniciativa conjunta de las dos cabezas visibles de la Cepal: Enrique Iglesias, secretario durante 13 años y hoy su mentor principal como presidente del BID, y de Gert Rosenthal, el secretario cuyo contrato termina en diciembre.



Ellos propusieron a Ocampo, dentro de una terna, para decisión de Annan. Ya desde abril Ocampo supo en Sao Paulo de su recomendación, por boca de Iglesias. Sin que el Presidente ni la Canciller se enteraran, en julio Ocampo se había entrevistado con Annan. Sólo Julio Londono, embajador en las Naciones Unidas, jugó un papel importante en el proceso. El ghanés le comunicó a Ocampo oficialmente su nombramiento el 19 de agosto, la noche de la crisis de los ministros Arboleda y Villamizar. Poder & Dinero supo que, sorprendido, el Presidente le pidió postergar su retiro. Así pues, todo parece indicar que el nombramiento de Ocampo se debió más que al gobierno colombiano a su trayectoria intelectual, más apreciada afuera que en Colombia.



Ocampo será el octavo secretario ejecutivo de la Cepal, después de personajes tan conocidos como Prebisch o Iglesias, y de otros menos conocidos como los mexicanos que casi nadie recuerda. Pero será el primer secretario que no viene de una cancillería o de entidades internacionales. Y será, después de Iglesias, el secretario más joven. Con un presupuesto anual de US$40 millones y alrededor de 220 funcionarios, Ocampo enfrenta retos organizativos, técnicos y políticos. La anunciada reforma de las Naciones Unidas lo llevará a descentralizarse fuera de Chile. Ocampo tendrá el reto de enfrentar o apoyar el acercamiento de la Cepal a la ortodoxia económica (algo impensable hace unos años). Aunque seguramente enfatizará el comercio y la integración, Iglesias y Rosenthal manifestaron a Poder & Dinero que su mayor contribución sería recobrar para la Cepal una visión integral del desarrollo y de la política social. En lo político, el reto es recuperar la influencia de la Cepal en el debate económico, que perdió con la creciente influencia de la banca multilateral. La prueba de fuego de Ocampo será, sin recursos de crédito, obtener la atención de quienes llevan a cabo las políticas económicas del continente: los ministros de Hacienda.



Después de haber logrado su sueño de muchos años y haber trabajado silencioso, a Ocampo le esperan algunas sorpresas más en Colombia: cómo lo evaluarán, cuándo sale y quién lo reemplaza. Un balance de su gestión podrá esperar hasta nuestra próxima edición. Lo que no podrá esperar será su renuncia hasta diciembre. En los mercados de Nueva York y en los círculos empresariales ya hay nerviosismo. Colombia requiere hoy no un ministro interino con la mente en otra parte, sino uno que enfrente con buen criterio e independencia técnica las difíciles tareas de los 10 largos y duros meses que le restan a este gobierno. Al país le convendría tener un nuevo ministro cuanto antes. El abanico de samperistas disponible no es muy grande. Los candidatos de la banca serían Mauricio Cabrera o César González. Del equipo de gobierno, Antonio Urdinola o Eduardo Fernández.



Algunos de ellos preferirían esperar el turno hasta el próximo gobierno. O en su infinita capacidad de sorprender, el Presidente podría apostarle a Abdón Espinosa V.

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