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Uno de los principales responsables del fiasco es el presidente Barak Obama por su falta de liderazgo.

Deuda

Vuelve y juega

La falta de un acuerdo entre los congresistas estadounidenses para recortar el déficit tiene otra vez en jaque a la mayor economía del planeta. Obama, el gran culpable.

23 de noviembre de 2011

Cuatro meses después de haber desactivado la bomba de tiempo que amenazaba la economía estadounidense, el tic-tac se vuelve a escuchar en todo el mundo, pues de nuevo su Congreso no consigue ponerse de acuerdo sobre la mejor forma de recortar gastos en la principal locomotora del planeta.

Los 12 miembros del llamado supercomité, el cual fue creado como condición para aprobar la ampliación del techo de la deuda en agosto pasado, tuvieron que admitir que sus diferencias fueron superiores a sus ganas de enderezar el rumbo de la economía.

La idea era que el comité, conformado equitativamente por miembros de ambos partidos, debía buscar alternativas para ahorrar US$1,2 billones en una década, bien fuera aumentando impuestos (en particular a los más ricos, como pretenden los demócratas) o recortando gastos (en programas sociales, como proponen los republicanos).

El plan consistía en que para el lunes 21 de noviembre debían presentar su propuesta a la Oficina de Presupuesto del Congreso, debido a que por Ley esta debe tener los proyectos 48 horas antes de que sean votados, y la votación tenía como fecha límite el 23 de noviembre, ad portas de la celebración de Acción de Gracias.

Como los plazos no se lograron, lo que viene ahora es un recorte por la derecha, pues algunas ayudas y gastos heredados de la era Bush expirarán en enero de 2013 y ahí comenzarán a hacerse automáticamente los ajustes, que equivalen a los mismos US$1,2 billones en una década. Según el Washington Post, la mitad de ese ahorro será en gastos de defensa (se afectará la construcción de barcos y se reducirá la nómina del sector) y la otra mitad en gasto doméstico (gastos en salud –que se reducirían máximo en 2%–, patrullaje de fronteras, los departamento de justicia, impuestos, prisiones, seguridad de transporte, medioambiente, temas oceánicos y atmosféricos).

Los analistas de The Economist, sin embargo, consideran que los efectos de no haber conseguido un consenso en el supercomité se empezarán a sentir a partir del año entrante. Esto porque en 2010 se pactó ampliar por un año dos recortes de la administración Bush, que debían entrar en vigencia en 2011, pero todo parece indicar que lo harán en 2012. Estos se refieren a impuestos a la nómina y beneficios para los desempleados.

“Si esos recortes arrancan el año entrante, la economía estadounidense podría sentir un golpe equivalente a 2% de su crecimiento. Pese a que en meses recientes el país ha mostrado un sorprendente buen desempeño, pocos esperan que el crecimiento se acelere y un apretón como el que se prevé podría empujarlos al umbral de una recesión, asumiendo que no hay otros vientos en contra, como un colapso de la Zona Euro”, explican en The Economist.

Falta de liderazgo
Republicanos y demócratas se culpan por igual del fracaso del supercomité y, según los expertos en análisis político, la intransigencia de ambos partidos se debe a la cercanía de las elecciones en noviembre del año entrante, lo que hace que ninguna de las partes se quiera mostrar débil ante los futuros votantes.

No obstante, hay un punto en el que cada vez hay más consenso y es en que uno de los principales responsables del fiasco es el presidente Barak Obama por su falta de liderazgo.

“El descalabro del supercomité no es tanto de la rama legislativa, como sí de la habilidad del Presidente para liderar el país. Cada partido está representando a sus votantes. El tema es que los ciudadanos no estaban listos para un gran debate presupuestario, pues Obama no los había preparado y la gente no apoya lo que no entiende”, escribió la columnista del Washington Post, Jennifer Rubin.

El primer impacto del fallido comité lo sintieron las bolsas, pues antes del anuncio oficial del fracaso, que se dio tras el cierre de Wall Street, las acciones se hundieron: el S&P 500 cayó 1,9% y el Dow Jones 2,1%. La explicación no es otra que el impacto que tendrá la economía ante el retiro de los estímulos fiscales, en particular en el primer trimestre del año entrante, cuando se espera que se caliente más el problema de la deuda europea.

La preocupación adicional está en el hecho de que el índice S&P cayó al mismo nivel que tenía justo antes de que la calificadora Standard & Poor’s le recorta la nota de Estados Unidos. Por eso ahora el temor es que otra calificadora tome la misma decisión o incluso que S&P siga bajando la calificación.

Es más, los economistas del Bank of America creen que la nueva descalificación se va a dar a finales de noviembre o principios de diciembre, dado que las evaluadoras advirtieron que su opinión sobre Estados Unidos depende de la capacidad del Congreso para aprobar un plan de ajuste creíble y, por ahora, eso no se ve. Por su parte, el presidente Obama reaccionó con un discurso en el que culpó a los republicanos del fracaso del supercomité y amenazó con vetar cualquier iniciativa para eliminar los recortes automáticos al gasto doméstico y en defensa, que entrarán en vigor en 2013.

“De cualquier manera, el ajuste fiscal se va a hacer en la próxima década, la pregunta es si lo vamos a realizar de una forma en que ayudemos al crecimiento, con una espátula o con un hacha”, sostuvo el mandatario.

Y mientras el Congreso le responde a Obama, la bomba fiscal de Estados Unidos, cuya deuda ya alcanza los US$15 billones, seguirá haciendo tic-tac, con una mecha lenta que puede ser acelerada por los europeos y las calificadoras.