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TLC, negociación en marcha

La experiencia de México, Chile y Centroamérica debería servirnos para ir más allá en la negociación del tratado, pero, sobre todo, para no perder tiempo en peticiones que desde un comienzo no son viables.

28 de mayo de 2004

El 18 de mayo, en Cartagena, se inició la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Este primer encuentro se aprovechó para definir la agenda, el número de mesas de negociación y el marco de la negociación hacia adelante. La delegación estadounidense manifestó su reconocimiento por la buena acogida que tuvieron y especialmente por la calidad, coordinación y preparación del equipo negociador. Sin duda, fue un buen comienzo.

Para poder entender la dinámica de la negociación de este tratado es preciso entender exactamente qué quieren cada una de las partes. De acuerdo con Francisco Fernández, de la embajada de Estados Unidos en Colombia, el TLC forma parte de la estrategia de su país para la región andina. Mientras que, con una inversión de US$2.800 millones, el Plan Colombia está encaminado a combatir el narcotráfico, mediante la ayuda a la Policía y a la Fuerza Pública, el TLC busca hacer permanentes las preferencias del ATPDEA, para encontrar nuevas oportunidades que conduzcan a la creación de puestos de trabajo. "Cada puesto lícito es para una persona que se sale de una actividad ilícita", afirma Fernández.

Pero más allá de estas intenciones, y en esto no hay que confundirse, Estados Unidos está buscando un mayor acceso de sus productos y servicios, incluyendo los agropecuarios, al mercado andino. De igual forma, busca avanzar en los temas de las normas de origen, protección intelectual, mejor acceso a las compras del sector público y sobre todo hacia una mejor aplicación por parte de los colombianos de las leyes existentes, en particular, las del ambiente, el mercado laboral y el cumplimiento de los acuerdos internacionales.

Desde la perspectiva colombiana, el TLC trae grandes oportunidades de inversión y de negocios, que son necesarias para aumentar las tasas de crecimiento económico y el bienestar de la población. Pero no basta con firmar el tratado. El país entero tiene que ponerse en la tarea de lograr que produzca los beneficios que se esperan.

En este sentido, ya hay experiencias valiosas, como la de México, que acaba de cumplir diez años de haber firmado un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, y la de Chile, que lleva varios años de apertura comercial y que acaba de firmar un TLC con Estados Unidos. El testimonio de empresarios de estos dos países y el de los centroamericanos, que participaron en el foro "Los empresarios y el TLC", organizado por la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, en Cartagena, del 20 al 22 de mayo, es muy ilustrativo y aporta luces sobre el proceso que viene.



La experiencia mexicana

En 2004, México cumplirá 10 años de haber firmado el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica (NAFTA, por su sigla en inglés). Como resultado del acuerdo, el comercio exterior pasó de 22% del PIB en los años 80, a 57% en 2003. Las exportaciones se multiplicaron por nueve y, lo más importante, se logró una significativa diversificación. Mientras que en 1980, el petróleo participaba en 58% en las exportaciones totales, en 2003, este porcentaje se había reducido a 11%, en tanto que la participación de las manufacturas aumentó a 58%. Este cambio en la composición ha sido particularmente benéfico para el empleo. El sector exportador emplea el 15% de la mano de obra. El otro gran aporte del tratado para México fue el aumento de la inversión extranjera directa que pasó de US$3.500 millones al año en 1993 a US$14.000 millones en 2004.

No obstante los excelentes resultados, el tratado mexicano tiene grandes críticos, pues el bienestar logrado no se ha extendido a toda la población. Esto es cierto. Los empresarios mexicanos que asistieron al foro fueron muy claros en sus apreciaciones frente al acuerdo y en particular en la importancia de acompañar todo el proceso con una ambiciosa agenda interna. Insistieron en la importancia del desarrollo del talento humano y en la necesidad de sacar adelante todas las reformas que se requieren.



Chile, el gran aperturista

Otra experiencia valiosa para el proceso que el país acaba de iniciar es la chilena. Hace muchos años, Chile decidió que su futuro estaba en el comercio exterior. Se preparó, redujo los aranceles y tiene tratados de libre comercio con un sinnúmero de países. Hace más de un año, culminó la negociación del Tratado con Estados Unidos, la cual duró 12 años.

Para los empresarios chilenos que asistieron al foro de la Universidad de los Andes, un tratado es la formalización de lo que los empresarios ya iniciaron. Para tener éxito y obtener el mayor beneficio posible de los tratados, estos empresarios insisten en la importancia del excelente funcionamiento de los clusters y las cadenas productivas. Ven también como una necesidad apremiante el fortalecimiento de los gremios y sobre todo la reducción de las barreras entre unos y otros. "Es la única manera de enfrentar la competencia", afirma uno de los asistentes. Por último, recalcaron la importancia de conocer la legislación y mantener la apertura mental.



La negociación

centroamericana

En diciembre de 2003 terminó la negociación del tratado de libre comercio de los países centroamericanos con Estados Unidos, CAFTA. Al sentir de la delegación de estos países, que asistió al foro de Cartagena, la negociación fue muy difícil. Al referirse a ella, Adolfo Solano, coordinador técnico del Consejo Empresarial para el CAFTA, hizo la siguiente afirmación: "La negociación con Estados Unidos no es ningún baile de gala. Es un pleito desde que se inician las negociaciones hasta el final". Igualmente, advirtió la necesidad de no ser ingenuos, de trabajar junto con el gobierno para proteger los intereses y de no gastar tiempo discutiendo temas no prioritarios.

De otra parte, para el empresario costarricense Álvaro Ruiz, la clave del éxito es saber cómo abordar el mercado de Estados Unidos. Según él, las ventajas para los productores han cambiado. Mientras que antes los estadounidenses buscaban un productor que se encargara de una etapa específica del proceso de producción, hoy están detrás de un paquete completo, en el cual toda la responsabilidad se le traslada al productor. Él debe encargarse de todo, desde la compra del material para la elaboración de la prenda, por ejemplo, en el caso de las confecciones, hasta la logística de trasladar el producto al punto de venta. Este cambio implica enormes requerimientos de capital, para los cuales hay que estar preparados si se quiere acceder al mercado estadounidense. "Lo básico es más barato en China y allá van a buscarlo", afirma Ruiz.

Resumiendo las experiencias de los países que ya han pasado por la negociación de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, podría decirse lo siguiente:

- En cuanto a la negociación hay que tener claro que Estados Unidos va tras unos intereses específicos. Busca ampliar el mercado para sus bienes y servicios, incluyendo los del agro y quiere reglas del juego claras.

- En el tema de la competitividad, es imperativo acompañar el proceso con una agenda interna que permita aumentar la competitividad del país. Si esto no se logra, el acuerdo no traerá los beneficios que se buscan. Aquí, el desarrollo del talento humano es crítico.

- Desde la perspectiva de las empresas, además de la importancia de conocer el mercado estadounidense, es clave no solo producir bien sino ser capaces de llevar un producto que agregue valor a este mercado.

- Por último, los gremios deben trabajar conjuntamente, eliminando las barreras que han impuesto por temor a la competencia y facilitando la operación efectiva de las cadenas productivas.