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El segundo tiempo de Santos: un giro hacia la paz | Foto: Archivo Semana

Nación

Más impuestos para conseguir la paz

Líderes empresariales y de multinacionales, apoyarían un proceso con la guerrilla, pero sólo después de que las negociaciones inicien. Estarían firmes a pagar más impuestos para apoyar los esfuerzos del Gobierno.

28 de agosto de 2012

Los hombres de negocios condicionan la negociación a la superioridad militar y política del Estado. Están de acuerdo con pagar un impuesto extra para apoyar el proceso y en dar vocería política y acceso a cargos de elección popular a los desmovilizados, según un informe de la Fundación Ideas para la Paz, que asegura que el sector empresarial juagarían un papel importante no sólo por los recursos que aportaría sino por la legitimidad que le daría a la negociación en la medida en que genere un ambiente que favorezca la paz.

Una de las conclusiones más importantes del estudio es que la mayoría de empresarios entrevistados cree que la negociación es la salida “más probable y más deseable” al conflicto armado en Colombia.

Por eso la FIP realizó el estudio Visión y opinión de líderes empresariales en Colombia ante una eventual negociación con las Farc, que se basó en entrevistas a 32 líderes empresariales (fundadores y presidentes de compañías con sede en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Santa Marta) y a un grupo de altos ejecutivos de nueve multinacionales que operan en el país.

Para estos líderes es improbable el éxito de la salida militar, algo que se evidencia en los casi 50 años que lleva el conflicto. A lo que se suma que el costo humano podría evitar una paz duradera. “Una salida negociada podría ser más sostenible y dejar menos heridos que hagan que el país pueda reconstruir las relaciones con unos niveles que generan mayor confianza entre las partes”, dijo uno de los entrevistados.

Sin embargo, para algunos empresarios es necesario que las Farc reconozcan que su aspiración de tomarse el poder por la vía militar fracasó, para que así la negociación pueda centrarse en una agenda restringida. Para estos líderes, el gobierno sólo podría sentarse a negociar en condiciones de superioridad militar y política.

Cuando se les preguntó si estarían dispuestos a pagar un impuesto extra que apoye los esfuerzos del Gobierno para lograr la paz, estuvieron de acuerdo, pero luego de que inicie el proceso. Para los empresarios la paz justificaría el esfuerzo económico y en últimas representaría una inversión necesaria, ya que si la paz está asegurada mayor probabilidad de éxito tendrán sus empresas.

Según la página web de la Fundación, todo lo anterior se resume en un verdadero voto de confianza del sector empresarial al Gobierno. Confían en que sabrá encontrar la mejor oportunidad para iniciar las negociaciones con las Farc, pero que esa confianza no puede considerarse un “cheque en blanco”. Exigen que el proceso esté blindado contra cualquier engaño.

Ninguno de los empresarios quieren que se repita lo que ocurrió en el Caguán y por eso creen que las acciones militares deben ser permanentes y que entre mayor éxito militar mayor la confianza para negociar. Para ellos, bajar la guardia en lo militar es quitarle piso político a la negociación.

Para los entrevistados, es impensable tratar estos temas con las Farc, en parte por que creen que han perdido su norte ideológico. “El tema de desigualdad debe ser causa de reivindicación de toda la sociedad y no solo de un grupo guerrillero”, concluye la FIP basada en las respuestas de los empresarios.

También hablan de que la agenda esté lo suficientemente calculada para que no haya retrocesos e improvisaciones de parte y parte y que sea sustanciosa “sin que comprometa la institucionalidad existente”.

Las entrevistas se centraron en saber qué piensan de la posibilidad de una paz negociada con las Farc, cuáles serían los requisitos que exigirían para iniciar una negociación, qué se negociaría, cuál sería su rol durante y después de la negociación, y si apoyarían ideas como la de pagar un impuesto para la paz así como sucede con el impuesto al patrimonio que desde hace varios años apoya la campaña militar.

“Una eventual negociación tiene que partir de la base de hacerla de forma diferente a las anteriores, en una geografía no colombiana, cero espectáculo y con un movimiento, llamémoslo negociador, mucho más discreto, mucho más asertivo y breve”, dijo uno de los líderes. Este modelo de negociación es compartido por la mayoría, por lo menos hasta que se consolide una verdadera voluntad de paz.

A lo anterior se suma que los empresarios creen que los militares no deben participar del proceso ya que el Gobierno los representa, así como tampoco el mismo sector empresarial, porque su verdadero papel estaría en el postconflicto en asuntos como la reintegración de excombatientes.