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Más de la crisis

Con una decisión bastante polémica, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, optó por reducir los intereses. Ahora, el riesgo es de inflación.

28 de septiembre de 2007

En medio de un ambiente de fuerte presión política e incertidumbre por el posible efecto negativo de la crisis financiera sobre la economía en general, la Reserva Federal de los Estados Unidos decidió, en su reunión del 18 de septiembre, reducir en 50 puntos básicos las tasas de interés de corto plazo. Recortó, adicionalmente, en 50 puntos básicos la tasa de interés a la cual le prestaba a los bancos.

En los días anteriores a que la Fed tomara las medidas, Hank Paulson, secretario del Tesoro de Estados Unidos, había advertido sobre la posibilidad de que la crisis de confianza actual se extendiera por mucho más tiempo de lo que lo habían hecho los shocks financieros de las dos últimas décadas, como lo fueron los casos de la crisis asiática y la moratoria de Rusia. De acuerdo con Paulson, la economía está hoy más globalizada que en esa época y, por tanto, el problema de las hipotecas de los americanos, que se fraccionaron y pedacearon, afectó todos los bancos del mundo.

De hecho, según Paulson, nadie entiende muy bien cómo es que funcionan los papeles de la deuda hipotecaria y por tanto la confianza solo volverá cuando se entienda su manera de operar. Al mismo tiempo, en estos días, las calificadoras de riesgo fueron llamadas a Washington a explicar cómo era que calificaban los papeles respaldados por activos hipotecados.

Las declaraciones del Secretario del Tesoro coincidieron con las de Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, en las cuales enfatizaba la necesidad de que las autoridades financieras regularan aquellas entidades que hoy no lo están -fondos de capital privado y hedge funds-; ya que habían sido las actividades de estas, precisamente, las causantes de los problemas actuales. Trichet estuvo de acuerdo con Paulson acerca de la magnitud y duración de la turbulencia.

La decisión

El argumento detrás de la decisión de la FED, en cuanto a reducir las tasas de interés, era el de contrarrestar algunos de los efectos negativos sobre la economía, de los problemas en los mercados financieros. Adicionalmente, aclaró que se trataba de una movida puramente precautelativa para poder manejar los riesgos que aún no se habían materializado. Según la entidad, los problemas en los mercados de crédito tenían todo el potencial para intensificar la corrección en el mercado de la vivienda y limitar el crecimiento económico. No obstante, reconoció que aún persisten los riesgos inflacionarios.

De otra parte, aunque en ningún momento dio a entender que seguiría recortando las tasas en el futuro, los mercados interpretaron la decisión de la FED como un periodo de reducción de tasas; lo que los llevó a apostarle a nuevas reducciones, tanto en la reunión siguiente en octubre, como posteriormente en enero o incluso antes. El impacto sobre el dólar fue inmediato.

La decisión no deja de ser polémica. Para muchos, fue acertada, ya que la FED no podía darse el lujo de no hacer nada y dejar que la economía entrara en recesión. La reducción de los intereses es particularmente positiva para el sector empresarial que podrá seguir con sus planes de expansión en mejores condiciones, así como para los buenos clientes de los bancos que continuarán con su ritmo de gastos en condiciones más atractivas.

Adicionalmente, la reducción en los intereses mejora los precios de los bonos respaldados en activos y la deuda colaterizada, e incluso podría hacer que regresara la confianza a los mercados.

Desde la perspectiva de los pesimistas, sin embargo, la medida resulta preocupante por las señales que manda, en el sentido de que la Reserva Federal de los Estados Unidos en respuesta a las crisis, independiente de su origen, actúa bajando tasas de interés. Esto puede ser un fuerte estímulo para la especulación. De igual forma, para este mismo grupo, la decisión pone en riesgo la credibilidad de la FED en su lucha contra la inflación.

Y, de hecho, la reacción de los mercados se dio exactamente en este sentido. Por un lado, el índice S&P aumentó por encima del nivel que tenía el 7 de agosto, antes de la reunión rutinaria de la FED de ese mes, y de que se hubiera presentado el apretón de crédito. De igual forma, los activos de riesgo, como por ejemplo, las monedas y demás papeles de los países emergentes subieron de precio. La gran mayoría de países, entre los cuales está Colombia, vieron cómo se devolvía la devaluación de las últimas semanas y se apreciaba el resto de activos.

Por el otro lado, sin embargo, al mismo tiempo que esto sucedía, el dólar se devaluó frente a las principales monedas y subieron los rendimientos de los bonos de largo plazo del tesoro de Estados Unidos, que son los más sensibles a las expectativas de inflación.

Perspectivas y Riesgos

La reducción de los intereses tuvo como impacto inmediato la desvalorización del dólar, llegando su cotización frente al euro a 1.40. Qué tanto más pueda desvalorizarse esta moneda sin que afecte los flujos de capital hacia Estados Unidos depende de lo que pase con la inflación.

El déficit comercial de este país está financiado por inversionistas que están dispuestos a invertir en bonos y activos de los Estados Unidos porque consideran que en medio de tanta volatilidad e incertidumbre este mercado sigue siendo el más seguro de todos. Pero, si creen que la inflación podría destruir el valor de las inversiones, podrían tomar la decisión de vender, lo que ejercería aún más presión sobre el dólar.

De otra parte, la reducción de las tasas de interés y el estímulo que esta genera para la búsqueda de rentabilidades superiores en otros mercados y en papeles de alto riesgo, como en efecto se vio inmediatamente después de la decisión de la FED, no debe distraernos.

El riesgo de un posible rebrote de inflación está presente y en cualquier momento la FED se vería en la necesidad de volver a subir las tasas de interés.

El impacto inmediato, como ya se ha visto en varias ocasiones, sería sobre las economías emergentes que nuevamente verían devaluar sus monedas ante la salida de los capitales. Nuevamente, las más afectadas serían las más vulnerables, esto es: las que mayores desequilibrios tienen en sus cuentas externas.