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Diálogos de Paz: el mambo que no hace bailar a los colombianos

Preguntados sobre el progreso del diálogo de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, que este jueves entró a nuevo receso, los negociadores de ambas partes dieron a entender que había buenas razones para estar satisfechos.

Alianza BBC
25 de enero de 2013

"Creemos que (el diálogo) va a un buen ritmo, que hay resultados concretos. Nuestra opinión es que es un ritmo, yo creo que de mambo", dijo por ejemplo Seusis Pausivas Hernández, mejor conocido como Jesús Santrich, uno de los delegados insurgentes a la mesa de paz de La Habana.
Pero incluso los colombianos más optimistas saben que aún no es el momento de salir a bailar a las calles.

Y el mismo proceso, que por decisión del gobierno colombiano está teniendo lugar a 2.237 kilómetros de distancia de Bogotá y detrás de puertas cerradas, a veces parece diseñado explícitamente para temperar el entusiasmo.

"Ningún proceso de paz en el mundo ha llegado a buen puerto si se lleva a cabo a través de los medios de comunicación. Es imprescindible mantener un mínimo de confidencialidad que permita discutir de manera franca y construir propuestas conjuntas", explicó el jueves en La Habana el jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle.

"Eso no es un obstáculo para la transparencia que mantendremos, dando cuenta periódica de los avances", prometió De la Calle.

El escueto "Comunicado Conjunto No. 9" publicado por la tarde, es, sin embargo, emblemático de una política de comunicación que parece tener como mensaje central: "las cosas van bien, pero mejor no hacerse demasiadas expectativas, en caso esto al final no salga tal y como lo hemos planeado".
Que, pensándolo bien, es una buena forma de resumir la posición del gobierno del presidente Juan Manuel Santos.


Acuerdos y desacuerdos

La postura del gobierno es comprensible si se considera que si bien la información que llega a cuentagotas desde La Habana habla de importantes acercamientos, también ha dejado en evidencia los desencuentros que aún existen entre las partes.

Además, no hay que olvidar que los negociadores aún están discutiendo el primer punto de una agenda que quiere desenredar los nudos de un conflicto que ya dura casi cinco décadas.
Y eso significa que los potenciales puntos de discordia son abundantes.

Dicho esto, el cambio de lenguaje evidente en las últimas propuestas de las FARC sobre el tema agrario sugiere una voluntad de compromiso mucho más fuerte que la que muchos analistas le acordaban.
Por ejemplo, de pedir el fin del latifundio -así, a secas-, la guerrilla pasó a pedir el fin del "latifundio improductivo, inadecuadamente explotado u ocioso" y de oponerse a la compra de tierras por parte de extranjeros, a pedir "límites estrictos".

Y la ambiciosa propuesta guerrillera de legalizar los cultivos ilícitos "con fines terapéuticos, medicinales y culturales" -que en otra época podría haber parecido inaceptable- podría llegar incluso a convertirse en un argumento poderoso en la batalla por la reformulación de la "guerra contra las drogas" que a nivel internacional pelea el presidente Santos.
Optimismo moderado
El mandatario, sin embargo, también ha hecho de la restitución de tierras a las víctimas del conflicto una de las prioridades de su mandato.

Y la próxima entrega de tierras "despojadas por las FARC" a sus "legítimos propietarios", anunciada por el gobierno colombiano, contrasta con lo dicho ayer jueves La Habana por el jefe negociador guerrillero, Iván Márquez.

"¿Cuáles tierras? Esos son cuentos de la manipulación mediática de ciertos medios", respondió Márquez al ser interrogado sobre el tema, en un ejemplo del tipo de dificultades que seguramente enfrentará el proceso cuando llegue el momento de discutir el tema de la reparación de las víctimas del conflicto.

Así las cosas, la mejor forma para describir la actitud general en torno al proceso de paz en Colombia probablemente sigue siendo "optimismo moderado".

Y el mejor ejemplo tal vez sea que, en ocasión del final de la cuarta ronda de negociaciones de La Habana, el presidente Juan Manuel Santos se animó a hacer en voz alta la pregunta: "Si hoy somos el país que crece y es ejemplo de muchos, ¿cómo sería Colombia sin este conflicto?".