Empresarios Familiares

Conviértase en un propietario activo e innovador

Ser propietario no es suficiente para dirigir con éxito su empresa, es una responsabilidad que implica una formación académica específica, para lograr que la organización crezca y perdure en el tiempo. Opinión de Gonzalo Gómez Betancourt.*

Gonzalo Gómez-Betancourt, Gonzalo Gómez-Betancourt
17 de marzo de 2014

Desde hace algunos años las más importantes escuelas de negocios del mundo hacen énfasis en un nuevo estilo de liderazgo catalogado como el de Innovar en la cúpula, que consiste en adaptar a los nuevos tiempos la manera de dirigir de nuestros ejecutivos. Sin embargo, para lograr este objetivo, es fundamental renovar primero el concepto de propietario, cuya tradición ha sido la de controlar sus negocios siendo jueces y partes de todas las decisiones, tendencia que puede poner en riesgo la supervivencia de la empresa en el largo plazo porque impide generar dinámicas concertadas con la junta directiva y el resto de los directivos de la organización.

Esta tendencia es más frecuente en las empresas familiares que en las no familiares y resulta preocupante si se tiene en cuenta que más del 70% de nuestras compañías son de carácter familiar. Por lo general, nuestros propietarios son a la vez el presidentes de sus compañías, gerentes o miembros de Junta Directiva, cuando existe, porque si la empresa no está obligada por ley a tenerla, como pasa en las sociedades simplificadas SAS, prescinden de ella, tampoco es usual que realicen asambleas de accionistas formales, porque cuando inició el negocio, sus únicos socios eran la esposa y los hijos, por tanto no le dan mayor importancia a este tipo de encuentros; como consecuencia de lo anterior, la idea de preparar académicamente a los hijos para manejar la propiedad se confunde con la de darles una formación profesional como directivos.

Hoy en día, sabemos que con el traspaso generacional, las empresas familiares no siempre logran sobrevivir debido entre otras causas a la trampa denominada: Confundir la propiedad con la dirección. Como resultado, la segunda generación de propietarios, no tiene claro qué significa ser dueño de empresa, desconoce el manejo de los órganos de gobierno, por considerar esas estructuras burocráticas e innecesarias, justificando que sus padres no las necesitaron para lograr el éxito empresarial, lo que trae como consecuencia la pérdida del buen ánimo societario, porque con frecuencia, algún hijo termina por concentrar el poder en la toma de decisiones.

La investigación realizada en Colombia sobre la presencia de las Trampas Familiares, divulgada en este mismo espacio demostró que las empresas que no cuentan con órganos de gobierno o juntas de accionistas de manera formal tienen mayores dificultades, razón suficiente para entender que si no logramos mantener ese hábito de hacer asambleas de accionistas y formar a nuestros hijos como buenos propietarios, antes que como buenos directivos, la tendencia de las siguientes generaciones será la de romper sus relaciones societarias por la falta de entendimiento de lo que es ser un buen propietario de empresa.

Esta es la razón fundamental para invitar a los empresarios a profundizar en los aspectos claves para convertirse en un propietario renovado y activo que aporte conocimientos y no termine asumiendo un rol pasivo en el cual su preocupación sea sólo la de recibir dividendos. La empresa es necesario cuidarla y hacerla crecer, labor que exige dedicación, tiempo y trabajo.

Los temas tratados a lo largo de este especial se centrarán en profundizar en los aspectos que debe tener en cuenta todo buen propietario, independientemente de la profesión que haya escogido. Estos son:

1. Entender cuál es su responsabilidad como propietario, antes que conocer sus derechos, ¿qué puedo hacer yo por la empresa? y no ¿qué puede hacer la empresa por mí?

2. Tener la capacidad de leer un balance, un estado de resultados y un flujo de caja, contar con unos conocimientos mínimos financieros que le permitan entender cómo fue la gestión de la administración en un periodo determinado.

3. Ser capaz de visualizar cuándo hay un buen proyecto de inversión, qué significa una buena rentabilidad, cómo se valora un proyecto.

4. Adquirir conocimientos jurídicos, como por ejemplo aspectos societarios de manera que no pase por encima de los estatutos, de las leyes y de sus derechos.

5. Entender qué es un gobierno corporativo, cómo evaluar una junta directiva cómo pagarla.

6. Tener la capacidad de establecer sistemas de control de la propiedad que le permitan monitorear indicadores que si arrojan resultados negativos, se tenga el tiempo de reaccionar y poder contactar al órgano de gobierno necesario para corregir el curso de la acción.

7. Contar con unos mínimos conocimientos de toma de decisiones, es decir la identificación de problemas, el establecer una prioridad con criterios de decisión claros, la capacidad de generar alternativas y finalmente la capacidad de hacerle ese seguimiento a la decisión tomada.

Finalmente un buen propietario y accionista es aquel que busca siempre las mejores alternativas para trabajar en una visión estratégica del patrimonio, teniendo en cuenta las ventajas competitivas de la empresa familiar. Es estar a favor y entender la empresa, no volverla una vaca lechera a la que hay que sacarle todo, sino un equilibrio entre el dar y recibir.

* Ph.D. Director del Área Family Business, INALDE Business School, Universidad de La Sabana
gonzalo.gomez@inalde.edu.co