Opinión On-line

Entre el purgatorio y el infierno

La situación actual de Venezuela es mucho más dramática de lo que parece. Es un país inviable económicamente y sin ideología, no tiene rumbo y está liderada por una persona que “ni raja ni presta el hacha”. Opinión de Fernando Cvitanic.*

Invitado
25 de marzo de 2014

Nicolás Maduro, su Presidente, solo se ha encargado de culpar a los demás por sus desgracias, especialmente por su delicado problema de inseguridad y el mal manejo económico. Para él, Venezuela nunca tiene la culpa, los otros son los responsables.

Su discurso económico en lo que tiene que ver con la deuda con otros países, es un chiste de mal gusto. Con relación al dinero que le debe a Panamá, por ejemplo, ha hecho declaraciones desafortunadas, afirmando que difícilmente responderá, acusando además a los panameños de ser esclavos del “imperialismo yanqui”.

Venezuela es una bomba de tiempo que internamente manifiesta serias dificultades económicas que son mal manejadas y que se mezclan con el problema de la fuerte ideologización. Cuando gobernaba Chávez, por lo menos, esta situación pasaba a un segundo plano gracias al carisma del expresidente.

Su crecimiento económico, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2013 fue del 1.5% y para el 2014 será, a la luz de los cálculos de los analistas, inferior al 1%.

Las importaciones hacía Colombia, uno de sus principales socios comerciales, cayeron entre 2011 y 2012 un 6,5% y a partir de la muerte de Chávez se redujeron hasta en un 18%. Respecto a las exportaciones colombianas hacía el vecino país, estas crecieron 46% en el mismo periodo de tiempo; pero a partir de la muerte de Chávez hubo una caída del 1%.

No es sorpresivo el carácter autoritario de Venezuela. Si se revisa la historia política del siglo XX, existieron muchos regímenes dictatoriales pero fundamentados en una economía de mercado sostenida por el petróleo.

Ahora hay un Gobierno “democrático”, “no dictatorial” que no está aplicando el modelo neoliberal sino un modelo que, según Nicolás Maduro, esta fundamentado en el Socialismo del Siglo XXI, en el que se aparenta un estado democrático disfrazado con un discurso socializante.

Con relación a los recursos petroleros, estos también han tenido grandes cambios. Antiguamente PDVSA se manejaba con criterios técnicos y representaba una empresa eficiente y sostenible; Venezuela se sostenía, en parte, de este recurso, era un país muy rico. Ahora los criterios técnicos en el manejo de PDVSA no existen, se han convertido en criterios políticos que buscan beneficiar solo al interés particular.

Por eso es increíble que en una nación donde hubo tanta riqueza, hoy en día la gente se esté empobreciendo y prácticamente muriendo de hambre. Pese a estos problemas de gestión y a las serias dificultades económicas, la mitad del pueblo venezolano sigue apoyando y respaldando al gobierno de Nicolás Maduro.

A esa izquierda ideologizada que hoy representa Venezuela, un país que culpa de todos sus problemas a otros, no se le ve futuro económico. Rezamos para que las cosas cambien pero es claro que a un gobierno no chavista le va a llevar muchos años superar el hueco fiscal que ha dejado este circo revolucionario.

* Profesor de la Universidad de La Sabana