MARIO VALENCIA

Crecimiento del PIB, más importante que reformar las pensiones

Cada día coge más fuerza la idea de una reforma pensional. Acuciosos analistas, centros de estudio e instituciones financieras han desplegado diagnósticos y abundantes propuestas.

Mario Valencia, Mario Valencia
30 de julio de 2018

No se puede negar que la situación es dramática: de cada 10 personas ocupadas, 5 están en el rebusque, 3 cotizan y solo 1 se pensiona. La tasa de pobreza en adultos mayores es de 44% y la esperanza para quienes hoy trabajan de estar protegidos en el futuro, cada vez es menor. El tema debe preocupar a toda la población, pero especialmente a los trabajadores más jóvenes.

No obstante, todas las propuestas esgrimidas desde la Ocde, FMI, BID, Anif, Fedesarrollo, Asofondos y el Consejo Gremial, se limitan a plantear ajustes paramétricos, es decir, elevar la edad de pensiones y semanas cotizadas, reducir beneficios, disminuir la tasa de reemplazo, restringir la pensión de sobrevivencia y el monto de la mesada pensional. Los cambios -entonces- están más en el terreno de la ingeniería financiera, que del bienestar social. Las razones para esto son más estrambóticas: les preocupa el déficit fiscal, los impuestos de la ciudadanía y la composición demográfica a futuro, mayoritariamente adulta. Pero estas mismas instituciones, son las autoras intelectuales y materiales de las directrices económicas que han impedido resolver los dos principales problemas económicos de Colombia: crear y distribuir más y mejor la riqueza.

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Es cierto que muy pocas personas cotizan a pensiones. Según cálculos de Anif, si se miden los cotizantes durante un año seguido, solo llegan al 15% de los ocupados. Pero el análisis es sesgado, porque no se evalúan y corrigen las causas de la mala calidad del mercado laboral. Según las cifras del Dane, de los 3‘169.000 nuevos ocupados creados en los últimos ocho años, el 82% tuvieron un ingreso entre 0,5 y 1,5 salarios mínimos. Asimismo, el 77,7% de los ocupados actuales no tienen ningún título educativo o a duras penas son bachilleres.

Esta lamentable composición del mercado laboral no es casualidad. Tiene una explicación precisa en el fracaso de la política económica de las tres últimas décadas: lo que más peso tiene en la riqueza nacional es la intermediación financiera, los mayores empleadores son los revendedores comerciales, la principal fuente de divisas es un recurso natural no renovable al que le quedan pocos años para su agotamiento, las relaciones comerciales con otros países son mayoritariamente deficitarias y desiguales, los impuestos son regresivos y el gasto público ineficiente y corrupto. Las cifras del balance de Santos pueden tener mucha publicidad, pero no logran ocultar esta realidad.

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En este sentido, los ajustes paramétricos que se proponen en la futura reforma pensional no apuntan a mejorar el bienestar de la población sino a cuadrar las cuentas de 3 poderosos grupos financieros que acaparan el 94% de los recursos disponibles en los fondos de pensiones, que a su vez son los mismos intereses económicos y políticos que concentran el 58% de los activos financieros de todo el país.

La solución al problema de atención a la vejez no está en subir la edad o bajar la mesada pensional. Una verdadera solución estructural y democrática comenzaría por debatir a fondo la necesidad de hacer que el Producto Interno Bruto crezca, basado en el desarrollo agrario e industrial, para que el Estado tenga los suficientes recursos con qué proteger a sus habitantes y no dejarlos a merced de la voracidad bancaria. La mala noticia es que ese no es el camino que se escogió en el nuevo Congreso y Gobierno. La buena noticia es que los sectores alternativos nos estamos organizando para enfrentarlos.

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