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COYUNTURA

Tormenta electoral en América Latina

2006 será año de elecciones presidenciales en la región, con doce votaciones en doce meses. La agenda económica de la región entera está en juego. ¿Será época de cambio o de continuidad?

1 de febrero de 2006

Doce elecciones presidenciales en doce meses. Honduras, Venezuela, Chile, Bolivia, Haiti, Costa Rica, Colombia, Perú, México, Brasil, Ecuador y Nicaragua. Puede parecer un calendario demencial, pero el ritmo electoral de América Latina durante 2006 será desenfrenado. Ente noviembre de 2005 y diciembre de este año, los pesos pesados de la región irán a las urnas. Los mercados internacionales ya están observando con lupa a los posibles candidatos en México y Brasil, naciones que tradicionalmente guían la ruta económica de la región. Lo que está en juego, sin embargo, es mucho más que la evolución de los mercados latinoamericanos. "La región se encuentra en medio de un ciclo electoral que decidirá la agenda económica y transformará al continente durante muchos años", avisa el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A pesar de esa alarma, la inestabilidad política que trae una contienda electoral en América Latina ya es bien conocida por los mercados financieros. Un estudio de Goldman Sachs, el banco de inversión, señala que la volatilidad de los mercados financieros en América Latina durante épocas electorales ha retrocedido en los últimos años. Aun así, 2006 puede venir cargado de sorpresas. Las distintas izquierdas que surgen en la región le añaden más incertidumbre a las contiendas y ponen un poco más nerviosos a los inversores internacionales.

"Los mercados financieros evalúan y juzgan a los países por medio de la valorización de sus activos financieros", dice el banco estadounidense Wachovia. Así las cosas, los analistas extranjeros todavía no se decantan por un pronóstico claro sobre cómo aguantarán las economías de la región el torbellino electoral que se avecina en 2006. Muchos analistas anuncian que los países de la región se moverán todavía más a la izquierda.

En México el antiguo alcalde de la capital, Manuel López Obrador, se perfila como el candidato mejor posicionado para reemplazar a Vicente Fox. Con un claro talante de izquierda, López Obrador es calificado por analistas como populista. Aun así, todavía no ha dejado claro cuál será su brújula en temas de política económica. Su paso por la alcaldía de México D.F. es considerado uno de los más exitosos de los últimos tiempos.

Para muchos, sin embargo, este candidato no tiene la fuerza necesaria para impulsar las reformas estructurales (más privatizaciones y reducción del déficit público, entre otras) que México necesita para mantener tasas de crecimiento mantenidas a largo plazo. Otros, sin embargo, temen que López Obrador terminará utilizando el margen de maniobra que actualmente tiene el Estado mexicano gracias a una muy prudente política fiscal, para incrementar el gasto público. El gran problema que enfrentará el elegido para sentarse en el trono presidencial de México durante seis años, sin embargo, será lidiar con un Congreso que tiene vida propia y que sigue empeñado en bloquear cualquier reforma de calado sin importar su procedencia ideológica.

La llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia, por su parte, es posiblemente una señal de que la izquierda llegará al poder en 2006 otros países. "Enterraremos el imperialismo yanqui", repetía Morales incesantemente durante su campaña. Un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin embargo, defiende la postura de que la tendencia en la región, a pesar de la retórica de Morales y del presidente venezolano Hugo Chávez, no será tanto de una nueva hoja de ruta en temas de economía, sino más bien políticas que tendrán muchos elementos de continuidad. Lo que se puede esperar es más bien un tira y afloje entre las políticas tradicionales que empujaban la disciplina fiscal y macroeconómica, con estrategias de gasto público diseñadas (por lo menos en teoría), a impulsar el crecimiento económico.

A pesar de estos mensajes de calma por parte del FMI, los temores persisten Argentina, bajo el gobierno de Néstor Kirchner, también de talante de izquierda, sigue siendo un constante quebradero de cabeza para los inversores internacionales. El ministro de Finanzas del país austral, Roberto Lavagna, renunció en noviembre, lo que ha dejado a Kirchner con las manos libres para instaurar políticas de gasto social, algo por lo que ya ha demostrado ciertas proclividades. Según los mercados, el gobierno argentino no está en condiciones para impulsar este tipo de proyectos, a pesar de haber pagado por adelantado su deuda de US$10.000 millones con el FMI. La inflación de Argentina superó en 2005 el 12%, principalmente debido a la decisión del Gobierno de mantener el peso argentino débil para impulsar así las exportaciones.

Aun así, la pregunta que todos deberán de hacerse este año es ¿por qué está avanzada de la izquierda en las contiendas electorales?. La revista británica The Economist señala con prudencia que es una alternancia entre fuerzas políticas natural en sistemas democráticos que comienzan ha arraigarse en la región. "La democracia se está volviendo rutinaria en la región", dice en un editorial.

La victorias de la izquierda, sin embargo, también tienen un telón de fondo económico. "El poco crecimiento de los ingresos per capita, el aumento de la pobreza y la persistente desigualdad han desembocado en cada vez menos apoyo para la disciplina económica que arrancó en los noventa." Esta frase es del mismo FMI. Aun así, el organismo insiste en que el nuevo liderazgo de América Latina, sea de izquierda o de derecha, debe continuar con el camino trazado. El Latinobarómetro, una encuesta a nivel regional, por su parte, demuestra que en toda la región, la población está decepcionada con el nivel de progreso económico de sus países.

Esta por verse cuál será la ruta que los nuevos gobiernos trazarán para las economías de sus respectivos países y si la izquierda, en casi todos los casos inédita en el poder, puede cumplir con las expectativas que tienen sus votantes. Ante todos estos quebraderos de cabeza las elecciones de Colombia y la muy probable continuidad de Álvaro Uribe en la presidencia, dejan una extraña sensación de estabilidad en el país justamente cuando el resto de la región aguanta una tormenta de incertidumbres.