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Automotrices suplican US$25.000 millones en ayuda

Los tres grandes fabricantes de autos de Detroit rogaron al Congreso que apruebe un préstamo de US$25.000 millones para salvar a los que alguna vez fueran titanes de la industria.

19 de noviembre de 2008

Todas ellas dvirtieron sobre una catástrofe económica nacional en caso de su derrumbe.

Millones de despidos seguirían a su caída, dijeron, al tiempo que los efectos de ello repercutirían en la de por sí debilitada economía.

Pero su nuevo plan de rescate parecía estancado en el Capitolio, ante la oposición del gobierno del presidente George W. Bush y los republicanos en el Congreso, que no quieren tocar el plan de rescate financiero del Departamento del Tesoro por 700.000 millones de dólares para asignar los 25.000 millones en préstamos a las automotrices.

El secretario del Tesoro Henry Paulson dijo en el Congreso que la Casa Blanca sigue oponiéndose resueltamente a destinar dinero del plan de rescate financiero a las tres empresas, sin importar su precaria situación económica.

Sin embargo, las filas de republicanos y demócratas en cuyos estados las actividades económicas de la industria automotriz repercuten fuertemente, trabajaron detrás de bambalinas para lograr un acuerdo negociado que podría acelerar algo de ayuda para los fabricantes antes de que termine el año. Pero parecía una lucha contra corriente.

Robert Nardelli, director general de Chrysler LLC, dijo a los representantes de la Comisión de Bancario del Senado que el paquete de ayuda sería "la alternativa menos costosa", si se le compara con el daño que causaría la bancarrota.

Ante las preguntas de los escépticos senadores, tanto él como el director general de General Motors Corp., Rick Wagoner, dijeron que estarían dispuestos a considerar el recorte de sus salarios a un dólar como muestra de su voluntad para sacrificarse por la ayuda financiera.

El senador republicano Mike Enzi señaló que la crisis financiera general "no es la única razón por la que la industria automotriz estadounidense está en problemas", como lo han sugerido algunos ejecutivos de estas empresas.

Mencionó la "producción ineficiente" y "acuerdos laborales costosos" que han dejado en desventaja a los fabricantes estadounidenses con respecto a las empresas extranjeras.

Al comienzo de la sesión de más de cuatro horas ante su comité, el senador demócrata Christopher Dodd le dijo a los líderes de GM, Chrysler y Ford Motor Co. que la industria automotriz estaba "buscando tratamientos para heridas que yo creo que en gran medida fueron auto provocadas".

El director general de Ford, Alan Mulally, negó estos señalamientos y dijo que sus empresa había iniciado una reestructuración antes del brote de la crisis, que ha llevado las ventas per cápita a los niveles más bajos desde la Segunda Guerra Mundial, según dijo.

La caída de la industria automotriz "sería catastrófica", agregó, lo que resultaría en la pérdida de tres millones de empleos en el primer año y "una devastación económica (que) excedería por mucho el apoyo del gobierno que nuestro ramo necesita para sortear la crisis actual".

Pero la compasión por el sector automotor fue poca. Al término de la sesión, Dodd dijo a los ejecutivos que las automotrices que "piden muchísimo".

"Me gustaría decirles que esto se hará en los próximos días. Pero no creo que sea así", agregó.

 

 

AP