España demuestra algo importante: contrariamente a lo que dicen los informes, la geografía y la pertenencia al euro no condenan a ningún país al fracaso económico. | Foto: Bloomberg

Europa

España pasó de eliminar lo superfluo a sanear su economía

¿Así que el estancamiento económico es la nueva normalidad europea y la periferia sur el talón de Aquiles de la zona euro? España acaba de registrar el crecimiento trimestral más fuerte de los últimos ocho años y pronostica una expansión del 3,3% para el total del año. Quizá en esto haya una lección.

5 de agosto de 2015

La hay, pero es un poquito más complicada que la de “la austeridad funciona” –mensaje que los ministros de economía de Europa y el Fondo Monetario Internacional podrían querer resaltar-. El control fiscal es parte de la mezcla pero sólo una parte. La suerte hizo lo suyo también. Y, lo que es más importante, España tomó algunas decisiones valientes e impopulares que parecen estar dando resultado.

La economía sufrió una tremenda caída durante la crisis financiera, luego anduvo a los tumbos hasta 2012 sin que nadie hiciera mucho al respecto. En ese momento, el gobierno pidió un paquete de rescate de 100.000 millones de euros a la Unión Europea. La situación se presentaba sombría. La burbuja inmobiliaria española había estallado, el desempleo (un flagelo para España desde hace años) había trepado por encima del 25% y la cascada de quiebras debilitaba aún más la confianza.

El rendimiento de los bonos españoles a diez años en julio de 2012 era más de cinco puntos superior al de Alemania, lo que llevó al Banco Central Europeo a intervenir para salvar a España de corridas especulativas contra su deuda soberana.

El gobierno del primer ministro Mariano Rajoy cedió a las demandas de austeridad, redujo los salarios y los beneficios del sector público y llevó el IVA de 18% a 21% (con exenciones). Si se hubiese detenido allí, España habría marchado a los bandazos un buen tiempo más en lugar de experimentar la recuperación de que está disfrutando ahora.

La baja inflación, el euro barato, la caída del precio del petróleo y la renovada estabilidad financiera de Europa sostuvieron el gasto de los consumidores y ayudaron a los atribulados minoristas españoles. Los turistas también eligieron a España en esta temporada –en parte porque viajar a Grecia sin efectivo presentaba dificultades-. Todo esto se puede atribuir a la suerte.

Reformas duras

Pero la recuperación actual de España también les debe mucho a las reformas duras destinadas a corregir fallas específicas de la economía. El gobierno de Rajoy enfrentó las protestas callejeras y el ascenso de la oposición de izquierda que rechaza las reformas y persistió en una reestructuración de la economía española, poniendo el acento en reformas laborales e impositivas de gran alcance.

Sin embargo, no hay que engañarse: la tarea dista de estar terminada. El desempleo estructural podría estar aún en el 18%, más del triple que el de EE.UU. Las reformas tributarias y laborales deben continuar. El gobierno podría hacer más para ayudar a los que buscan empleo, muchos de los cuales abandonaron los estudios secundarios, a encontrar trabajo o capacitarse. Sobre todo, para evitar repetir los errores del pasado, deberá cuidar la disciplina fiscal cuando la recuperación haga crecer los ingresos y la presión financiera ceda.

No obstante, España demuestra algo importante: contrariamente a lo que dicen los informes, la geografía y la pertenencia al euro no condenan a ningún país al fracaso económico.

(Bloomberg)