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GUILLERMO VALENCIA

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El nuevo impulso de los ‘commodities’

La soja, el maíz y los metales son algunos de los productos que han subido de precio. Un aumento en el valor de estas materias primas podría reducir la presión que aqueja a los países en vía de desarrollo que las producen.

11 de mayo de 2021

Los commodities han mostrado una recuperación en el último año. La demanda china, que aumentó un 43 % en abril, y el hambre por componentes que hacen posible la industria de energías verdes son algunos de los motivos detrás del aumento de precios.

La madera, impulsada por la demanda en la construcción de vivienda de Estados Unidos, y el maíz, cuyo precio está en su nivel más alto desde 2013, son dos ejemplos de esa recuperación que podría beneficiar a países productores como Canadá y Ucrania respectivamente.

Este último sigue enfrentando tensiones geopolíticas por parte de Rusia, por lo que un conflicto en este país causaría una disrupción mayor en el precio, algo que ya está ocurriendo con la sequía en los también productores de maíz, México y Brasil.

El cobre es otro metal que está en auge. Su precio es comparable con el de 2008 y 2010. Este metal es requerido para el cableado de vehículos eléctricos, los cuales consumen entre tres y cuatro veces más cobre que un vehículo a gasolina, según The Economist.

Además, el cobre se utiliza en paneles solares y turbinas eólicas, por lo que los planes europeo y estadounidense, cuyo énfasis se encuentra en energías limpias, serían un factor que mantendría una alta demanda.

Este panorama, sumado al objetivo de los países desarrollados de producir mayor energía eléctrica de forma limpia, lleva a creer que es posible que este aumento de precios represente una mejora para las economías de los países en desarrollo que exportan estos productos.

Esto podría quitarle presión a Brasil, golpeado por la pandemia, o Chile, cuyo peso del cobre en sus exportaciones alcanza el 66 %.

Un nuevo boom en las materias primas también podría conducirnos a la eterna trampa de la enfermedad holandesa, la cual inhibe el desarrollo tecnológico y descarta las reformas educativas necesarias para incrementar la productividad, que América Latina requiere con urgencia. Una salida posible es la inclusión activa de la región, vía acuerdos internacionales, en las industrias 5G, biotecnológica y de semiconductores, las cuales tanto China como EE. UU. ven necesarias en su lucha geopolítica del siglo XXI.

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