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La diversidad en Nueva York plantea nuevos desafíos

La explosión de las comunidades hispana y asiática en los últimos años no sólo los ha multiplicado en número sino también en complejidad.

31 de julio de 2006

Cuando el Centro de Mujeres Asiáticas de Nueva York abrió sus puertas a principios de la década del 80, el único idioma que usaba además del inglés era el chino. Actualmente, el refugio para víctimas de violencia doméstica ofrece servicios en más de una docena de lenguas asiáticas.

¿Cómo se siente al respecto la directora ejecutiva Tuhina De O'Connor? Frustrada. "No es suficiente", afirma.

Eso se debe a que cuando uno suma todos los idiomas y dialectos que hablan las comunidades asiáticas en la ciudad, representan una cincuentena, hablados por gente que proviene de por lo menos dos docenas de países.

Como demuestran las cifras del censo nacional y la experiencia cotidiana, la diversidad creciente es un hecho palpable en todo el estado, con sus consiguientes complicaciones dependiendo de la región.

Por cierto, el tipo de situaciones que empiezan a experimentar las comunidades en el norte del estado de Nueva York, culturas y personas diferentes en lugares que quizás no las hayan visto antes, no son nada nuevo para una ciudad como Nueva York, puerta de entrada de los inmigrantes.

Pero la diversidad creciente presenta distintos tipos de desafíos para la ciudad. La explosión de las comunidades hispana y asiática en los últimos años no sólo los ha multiplicado en número sino también en complejidad. Y nadie ha tenido que adaptarse más a esa realidad que las organizaciones comunitarias que han venido sirviendo a dichos grupos.

En el Harlem hispano, el director del Museo del Barrio, Julián Zugazagoitia, tiene planeadas sus exhibiciones hasta el 2011. En su oficina tiene un diagrama en el que encuadra las exhibiciones de varios modos, incluyendo la comunidad hispana en particular que representan.

Puede que sea una tarea complicada, pero es necesaria. El barrio que el museo trata de reflejar ha cambiado mucho desde que la institución se fundó en 1969. En ese entonces, decir hispano prácticamente equivalía a puertorriqueño. En el 2006, los hispanos en la ciudad de Nueva York provienen de por lo menos 20 países diferentes.

Esto ha inspirado al museo a lo largo de la última década a expandir sus miras, dice Zugazagoitia, un mexicano que con su designación en el 2002 pasó a ser el primer no puertorriqueño en dirigir el museo.

"En mi opinión, la relevancia es la función esencial para que florezca un museo", dijo. "Uno tiene que ser relevante para la gente de hoy en este mundo globalizado".

La redacción de El Diario-La Prensa, que hace unas décadas tenía mayoría de puertorriqueños y otros caribeños, ha ido cambiando en los últimos veinte años para reflejar una comunidad que proviene de todo el mundo de habla hispana, dice la directora Rossana Rosado.

"Es como dirigir un diario convencional", afirmó. "Nos favorece que nuestro ámbito sea más reducido, pero aun así tenemos 21 países".

Un mero vistazo a las categorías del censo nacional en Nueva York es una revelación. En el de 1970, los casilleros enumerados para Asia eran Asia occidental, China, Japón y Otros puntos de Asia. Para los hispanos, era México, Cuba, Puerto Rico o una categoría genérica para personas de origen o ascendencia hispana.

Para el 2000, el visitante al portal en la internet de la Oficina del Censo podía dividir la población asiática de la ciudad de Nueva York en muchas nacionalidades: indio, bengalí, camboyano, chino, taiwanés, filipino, hmong, indonesio, japonés, coreano, laosiano, malayo, paquistaní, cingalés, tailandés o vietnamita.

El sector hispano en Nueva York en estos días abarca: mexicanos, puertorriqueños, cubanos, dominicanos, costarricenses, guatemaltecos, hondureños, nicaragüenses, panameños, salvadoreños, argentinos, bolivianos, chilenos, colombianos, ecuatorianos, paraguayos, peruanos, uruguayos y venezolanos.

Las organizaciones que trabajan con estas comunidades dicen que lo que es importante es detectar las cuestiones que tienen en común los distintos grupos étnicos.

"Realmente tratamos de concentrarnos en los asuntos que compartimos todos, las cosas que son verdaderamente importantes para la supervivencia aquí", dijo Rosado. Su diario ha cubierto extensamente la inmigración, puesto que es una cuestión de sumo interés para muchos hispanos. Aunque, paradójicamente, es algo a lo que el diario no tenía que prestar demasiada atención cuando los puertorriqueños dominaban la comunidad, ya que los boricuas tienen automáticamente la ciudadanía estadounidense.

Por supuesto, eso es relativamente más fácil de hacer en la comunidad hispana, puesto que el idioma mayoritario comparte el alfabeto con el inglés. En cambio en la comunidad asiática hay una cantidad de idiomas, algunos de los cuales se escriben con sistemas completamente distintos.

Esa diversidad de idiomas puede imponer una pesada carga sobre los recursos, dijo O'Connor. Las mujeres que llegan a su refugio requieren un nivel de asistencia que puede ser masivo.

"Nuestro programa cuesta mucho más de operar que un programa convencional, porque tenemos que acompañar a todas nuestras mujeres dondequiera que van, representarlas y traducirles", explicó. "Los caracteres chinos son muy diferentes a los del inglés. Al menos en español uno no tiene ese problema".

Pero pese a los desafíos es importante erigir un sentido de comunidad que trascienda un país de origen en particular, dijo Wayne Ho, director ejecutivo de la Coalición para Niños y Familias Estadounidenses. Es el mejor modo de crear poder político y social.

"Promoviendo una identidad panasiática nos hacemos oír mejor".