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Empresas alquilan laboratorios universitarios para nanotecnología

El número de empresas que aprovecha la red está creciendo al 10% anual, dijo el asesor de ingeniería de la fundación, Lawrence Goldberg.

12 de diciembre de 2007

Ithaca, Nueva York, EE.UU.- Neil Kane y su personal descubrieron cómo reordenar el gas metano para crear diamantes industriales (piedras esmeriles), pero su compañía no contaba con los recursos para construir el laboratorio altamente especializado que se necesita para desarrollar dicha nanotecnología.

Por eso decidieron alquilar en vez de comprar, y rentaron tiempo de laboratorio en las instalaciones de Ciencia y Tecnología de Nanoescala en la Universidad de Cornell.

Trece laboratorios a nivel nanológico en distintos puntos de Estados Unidos están rentando horas a negocios ávidos por progresar en el terreno de lo minúsculo. La Red Nacional de Infraestructura Tecnológica, iniciada en el 2004, está financiada en parte con 14 millones de dólares anuales por parte de la Fundación Nacional de Ciencia.

Los propietarios de los negocios participantes dicen que la red les permite hacer muchas más investigaciones que la que habrían podido hacer de no contar con ese recurso. Dichas investigaciones, de las cuales los negocios retienen todos los derechos, estimularán la creación de mejores productos y procesos industriales que impulsarán la economía, dicen.

Las universidades pueden aplicar las tarifas de alquiler que reciben a lo que quieran, incluyendo sus mismos laboratorios. Esas cuotas pasaron en el año fiscal 2007 de unos pocos cientos de dólares a 100.000 dólares. El laboratorio de Cornell y otra docena en otros puntos de la nación se alquilan principalmente a estudiantes, profesores y expertos visitantes. Son construidos y operados con fondos públicos y privados. Además de Cornell, los otros participantes son Stanford, Pennsylvania State, Harvard, las universidades estatales de Howard y Carolina del Norte, el Instituto Tecnológico de Georgia y las universidades de Michigan, Washington, California, Minnesota, Nuevo México y Texas.

Aunque las universidades deben ceder sus laboratorios parte del tiempo y no reciben regalías por el trabajo efectuado en ellos _como lo recibirían en cambio con las investigaciones propias que resultaran comercializables_, el arreglo parece satisfacer a las universidades, los negocios y el gobierno. Mark Zupan, decano de la Facultad Simon de Administración de Empresas de la Universidad de Rochester en el estado de Nueva York, lo considera una innovación. Dice que sólo le preocupa que los negocios intenten usar el nombre o la reputación de las universidades para dar mayor crédito a sus investigaciones.

En respuesta a las preocupaciones entre los investigadores participantes acerca de cómo las investigaciones y la tecnología funcionan entre la academia y el mundo de los negocios, un grupo de investigadores estudiará la situación, según el cibersitio de la Red. Kane, presidente de Advanced Diamond Technologies Inc. cerca de Chicago, dijo que, de no ser por el alquiler del laboratorio de Cornell, su compañía no podría esperar llegar a convertir su material patentado en un microcircuito de teléfono celular o un implante de recuperación visual retinal.

"Tenemos nuestro propio equipo para producir el diamante (industrial)", dijo Kane. "Pero todos los pasos subsiguientes requieren el acceso a un ambiente estéril, a equipos por miles de millones de dólares que ninguna compañía pequeña podría solventar jamás, y tampoco muchas compañías grandes".

Las máquinas revestidas con diamante industrial (piedra esmeril), duro, resistente al calor y de baja fricción, duran más y trabajan más eficientemente, dijo Kane. Su compañía se especializa en depositar el diamante uniformemente sobre láminas de silicio, una innovación clave que algún día podría conducir a micromáquinas totalmente de diamante.

Aun las 500 firmas incluidas en la lista de Fortune "que pueden solventar su propia infraestructura de investigación no están capacitadas para manejar algunos nuevos nanomateriales" y dependen del ámbito académico, dijo Yoshio Nishi, ex científico jefe en Texas Instruments que dirige la Instalación de Nanotecnología de Stanford en California.

Aunque la escala de operación es infinitesimal _un nanometro es unas 10.000 veces más pequeño que el diámetro de un cabello humano_, las posibilidades son colosales. Para el 2014, la nanotecnología podría generar 2,6 billones (correcto; trillions en inglés) de dólares en producción de manufactura y emplear a dos millones de personas, calcula Lux Research Inc. de Nueva York.

"Son los costos fijos los que te matan", dijo Matt Miller, director ejecutivo de Multispectral Imaging Inc. de Parsippany, Nueva Jersey, que alquila horas de laboratorio en Cornell para dos de sus investigadores. El proyecto de tres años de Miller está desarrollando tecnología de imaginería termal para ayudar a detectar personas atrapadas en edificios en llamas.

En los doce meses hasta septiembre, unas 700 compañías _en su mayoría nuevas, aunque también algunos gigantes corporativos_ pagaron por espacio de laboratorio y ayuda de la Red, que es operada por Cornell y Stanford y ofrece herramientas de nanoingeniería de avanzada, como también técnicas y personal.

Los empresarios prefieren los laboratorios de las universidades a los del gobierno federal, que invierte 1.400 millones de dólares anuales en nanotecnología, debido a que los laboratorios del gobierno imponen más restricciones. "Están abiertos a la comunidad pero requieren colaboración con los investigadores del Departamento de Energía", dijo Goldberg.

"Muchas tecnologías biotécnicas o de semiconductores han surgido de los laboratorios universitarios como resultado de las inversiones de nuestra nación en investigación científica básica, y ése es el caso aquí también", dijo Sean Murdock de NanoBusiness Alliance, una organización de la industria.

 

AP