FRANQUICIAS

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Cerca de 30 grandes marcas trabajan de la mano de pequeños emprendedores de sectores vulnerables con un esquema de microfranquicias para reducir la pobreza y la desigualdad.

14 de abril de 2016

Las buenas franquicias no solo corresponden a marcas extranjeras como McDonald’s, Burger King, Starbucks, Subway o Hilton. También en Colombia, decenas de marcas han desarrollado con éxito este formato, generando empleo y riqueza en sus operaciones dentro y fuera del país.

Pero ahora, la buena experiencia del modelo busca cumplir también un propósito social: “potenciar las capacidades productivas de la población en pobreza y vulnerabilidad, y ampliar sus oportunidades para generar empleos e ingresos que le ayuden a mejorar su calidad de vida”, asegura Diana Alexandra Gutiérrez, coordinadora del Programa de Desarrollo Económico Incluyente (DEI) que maneja en el país el Pnud.

Por eso, luego de verificar la urgencia de intervenir con proyectos productivos, las comunidades de la Costa Caribe en condiciones de pobreza, un grupo integrado por funcionarios del Pnud, directivos de las cámaras de comercio de Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, así como funcionarios de alcaldías y gobernaciones de esta región decidieron poner en marcha un programa para mejorar las condiciones de empleo y generación de ingresos en la región, con el apoyo del gobierno de Corea, que donó US$1 millón.

Luego, se seleccionó un consultor para que identificara las condiciones de la región y formulara propuestas que permitan mejorar las condiciones de vida de estas poblaciones. La firma escogida fue la compañía Franquicias Latam, que dirige el abogado Julio Seneor, quien trabajó durante varios meses con el grupo gestor para formular una propuesta que plantea la creación de microfranquicias, aprovechando el conocimiento, el buen nombre y el interés de un grupo de reconocidas empresas por vincularse con iniciativas sociales, y ‘apadrinar’ a los emprendedores que están buscando oportunidades de mejorar sus condiciones de vida.

Desde ese momento empezó la búsqueda de las compañías interesadas en franquiciar su modelo de negocio y de los emprendedores interesados en desarrollarlas en la Costa Caribe, donde la pobreza multidimensional llega a 31,2%, de acuerdo con el Departamento para la Prosperidad Social (DPS).

El resultado de varios meses de trabajo comenzará a verse este mes de abril, cuando abrirán sus puertas unos 15 negocios de peluquería, ferretería, alimentos típicos, venta de granos, reciclaje de aceites y costuras.

En el grupo está la peluquería Mónica Cruz –de gran reputación en Cartagena–, que abrirá tres puntos bajo la marca Scratch by Mónica Cruz, luego de capacitar a un grupo de mujeres en todos los temas de belleza. La meta es lograr que operen por lo menos unas 300 peluquerías bajo esta marca, pues es un tipo de negocio en el que pueden entrar las madres cabeza de familia o mujeres que buscan generar ingresos adicionales para sus hogares.

La ferretería Difei, de Barranquilla, también tendrá este mes tres puntos bajo el modelo de microfranquicias. La empresa asesora a pequeños empresarios de estratos 1, 2 y 3 para conseguir un negocio rentable y la idea es montar al menos 100 puntos en el Caribe. El primer punto que abrió bajo este modelo a finales del año pasado, pasó de vender $300.000 a cerca de $3’000.000, debido a los cambios formulados por los expertos de la franquicia.

Deditos del Poly, una reconocida compañía de comidas típicas de Santa Marta, también decidió ingresar al programa y este mes tendrá su primer punto bajo el esquema de microfranquicia. En este caso, los emprendedores tienen sus propios puntos de distribución a través de motocarros acondicionados especialmente para distribuir los alimentos, los cuales son financiados por los promotores del modelo.

Bombacasea es otra de las compañías que decidió apostarle a los pequeños negocios. Experta en el reciclaje de aceite comestible, la compañía creó un sistema de recolección de aceites en hoteles, restaurantes, clínicas y colegios, entre otros, que posteriormente es convertido en biodiesel, y no solo tiene un impacto ecológico sino también económico, pues les permite a los recolectores generar ingresos. Ya han sido generadas tres microfranquicias de esta empresa, y la meta es ampliar a decenas de emprendedores esta opción.

Algramo, un emprendimiento creado en Chile, es otra de las empresas vinculadas. Se trata de un modelo de dispensadores de granos como arroz, lentejas, garbanzos o fríjoles, que permiten que las familias de escasos recursos tengan acceso a estos productos por unos pocos pesos. Este formato permite además a las tiendas de barrio mejorar los ingresos. Hasta el momento se han instalado en la Costa Caribe unos 95 dispensadores en igual número de tiendas y la meta es llegar a unos 1.000 en la región, dice Seneor.

Finalmente, la franquicia Heel Quik Sew Quik abre este mes dos puntos bajo esta modalidad. Se busca aprovechar la experiencia de muchas personas de la base de la pirámide en asuntos como reparación de ropa y calzado para abrir puntos que presten estos servicios con procesos más tecnológicos y una publicidad más organizada. La idea es abrir varias decenas de puntos en Santa Marta, Barranquilla y Cartagena, los cuales contarán con la asesoría de la compañía.

Aunque en este momento son seis las empresas que hacen parte de este programa y desarrollan un modelo de microfranquicia social, Julio Seneor, director de Franquicias Latam, asegura que el grupo total será de al menos unas 30 marcas, pues varias compañías han expresado su interés por desarrollar este modelo.

El acceso a estas marcas por parte de las personas en condiciones de pobreza no requiere de un reality o de ganarse un concurso. Óscar Sarmiento, consultor de microfranquicias del Pnud, explica que ya varios emprendedores de los departamentos de Bolívar, Atlántico y Magdalena, entre otros, han hecho contacto con el programa. El paso inicial es tener interés; el siguiente, obtener la capacitación y, finalmente, tramitar los créditos que les permitan manejar sus propios negocios de venta de estos productos o servicios.

La iniciativa está en marcha y los primeros resultados se han visto porque los participantes mejoran el nivel de ingresos, formalizan sus emprendimientos –todos los que integren el programa tienen seguridad social– y amplían el alcance geográfico de sus proyectos. Se estima que al cierre del primer semestre el número de puntos de venta se habrá duplicado y llegará a 30 y su crecimiento podría seguir afianzándose.

La idea es ir más allá y replicar este modelo en otras regiones que requieren una intervención económica y mejoras en los ingresos. “El propósito no es solo tener un proyecto demostrativo, sino un modelo adaptable por las entidades del Gobierno, para que sea replicable en otras regiones”, asegura Diana Gutiérrez, del Pnud. Las semillas ya se sembraron, y en la cosecha se verán los resultados.