| Foto: Semana/ Gillermo Torres

ANÁLISIS

Movernos seguras, no excluidas

Ser mujer no debería ser una razón para nada. Así lo explica de manera magistral la escritora Chimamanda Adichie, hablando sobre igualdad.

Paula Bernal*
5 de septiembre de 2020

Sin embargo, desde la perspectiva de la seguridad, hay muchos desafíos que como sociedad debemos resolver antes de llegar al punto en que las opciones de movilidad sean neutras al género.  

Moviliblog, la iniciativa de transporte y movilidad del BID, ha dicho que más del 60% de las mujeres de la región ha sufrido algún tipo de agresión sexual en el transporte público. Como resultado, las mujeres modifican sus hábitos de movilidad en detrimento de los tiempos y/o costos de desplazamiento.  

Esta cifra en Colombia es aún más alarmante. Un estudio realizado en 2017 mostró que más del 80% de las usuarias del sistema de transporte en Bogotá lo perciben inseguro y que, de 3511 presuntos delitos sexuales contra mujeres, 682 ocurren en la vía pública de la capital; no en vano Bogotá, Ciudad de México y Lima son las ciudades más inseguras de la región para las mujeres en el transporte.   

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Es evidente la necesidad de profundizar en políticas de movilidad segura para las mujeres. Para esto, hay que analizar cuáles son las necesidades, identificar el mejor vehículo para generar los cambios y propiciar modificaciones en el entorno para asegurar que las soluciones sean sostenibles.   

A la hora de establecer qué necesitan las usuarias, el BID ha señalado los siguientes patrones: i) tener un hijo en edad escolar hace que las mujeres incrementen en un 23% sus viajes, porque llevan a sus hijos al colegio 3 veces más que los padres; ii) al estar más involucradas en las diligencias del cuidado del hogar, tienen 25% más de probabilidades de tener que hacer paradas en sus trayectos, y iii) las mujeres hacen un 15% más de viajes que los hombres, pero tienen menos vehículos propios.  

La OIT ha identificado que, de los 381 millones de trabajadores que se dedican al cuidado, 249 millones son mujeres que ejercen labores de enfermería o servicio doméstico, entre otras. Esa Movilidad para el Cuidado genera también desafíos, pues muchas de las labores se realizan en horarios especiales y en lugares apartados, desconectados de las redes de transporte. Además, las mujeres se preocupan más por la seguridad en todos los ámbitos; de ahí la importancia de plantear soluciones segmentadas, porque más del 50% de los usuarios de los sistemas de transporte son mujeres.        

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Es claro que la tecnología es el mejor vehículo para generar esquemas de movilidad más seguros y eficientes para las mujeres. Lo es porque, a través de ella, se logra recopilar y analizar información con el fin de identificar patrones y vulnerabilidades para luego, a través de modelos algorítmicos de reconocimiento de comportamiento y sistemas de predicción de riesgo, poner en marcha herramientas y filtros de seguridad.  

La buena noticia es que las soluciones ya existen y se encuentran en las plataformas de movilidad, las cuales detectan situaciones de riesgo y recurrencias que, al ser trasladadas a las autoridades, pueden traducirse en mejores políticas públicas. Con inteligencia artificial, ingeniería de datos y machine learning se diseñan, además, los mejores desarrollos para evitar incidentes de seguridad en los viajes. Y es que, si bien el éxito de las políticas de género se promueve desde lo público, es en alianza con el sector privado que se pueden generar mejores impactos en materia de tecnología al servicio de la movilidad segura.    

Para lograr que esas soluciones de movilidad con perspectiva de género sean sostenibles, debemos generar mayor participación femenina en el sector. En nuestra región solo el 15% de los empleados de transporte son mujeres, mientras que en Colombia solo el 11% de las mujeres trabajan en tecnología. Incluir hoy a las mujeres en la toma de decisiones en torno a su movilidad, evitará que las políticas se diseñen desatendiendo la óptica femenina que sabe mejor lo que necesita.

Además, debemos lograr mayor participación femenina en la actividad de conducción a través de plataformas, porque la flexibilidad y autodeterminación propias de esta actividad son especialmente compatibles con otras que como mujeres desarrollamos.    

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Lograr que las mujeres nos movamos seguras, más no excluidas, no solo generará impactos positivos en lo urbano. Implicará también que podamos acceder a espacios indispensables para la igualdad de género, como los educativos, los de esparcimiento o los laborales. 

*Directora de asuntos gubernamentales de DiDi