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José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español, aceptó la derrota en las urnas. La gente votó para pedir que no haya más ajustes, que no se reduzcan los salarios ni las pensiones y que haya más empleo.

Coyuntura Internacional

Zapatero, a tus zapatos

La debacle del Partido Socialista Español (Psoe) es una cuenta de cobro electoral en Europa por la crisis económica. Cómo ajustar las finanzas sin morir en el intento.

25 de mayo de 2011

El socialista José Luis Rodríguez Zapatero será recordado como el Presidente de Gobierno que le asestó el más duro golpe electoral a la izquierda española en su historia reciente. Y todo por las políticas de 'derecha' que ha tenido que implementar para reducir el déficit público y evitar la quiebra de su país.

La zaga de ajustes laborales, pensionales y financieros son la explicación principal de la debacle en las elecciones del domingo 22 de mayo para el Partido Socialista Español (Psoe), al que pertenece Rodríguez Zapatero. En esa jornada, los socialistas perdieron gran parte de las elecciones regionales y ya no cuentan con la mayoría en 12 de las 13 autonomías en las que la gente salió a votar. Todos prevén que va a pasar lo mismo en las elecciones generales de 2012. Por ahora, la suerte del Psoe está echada.

Rodríguez Zapatero, al aceptar la derrota, hizo un frío pero muy acertado análisis. La derrota en las urnas está relacionada con la crisis económica. La gente votó para pedir que no haya más ajustes, que no se reduzcan los salarios ni las pensiones y que haya más empleo. Una promesa que pocos podrán cumplir en el mediano plazo, pues el déficit fiscal consolidado -9% del PIB- exige medidas draconianas.

El caso de España muestra la disyuntiva que están enfrentando varias naciones en el Viejo Continente: hacer ajustes políticamente incorrectos para que luego los electores voten por otros candidatos.

El Partido Popular (PP), hoy en la oposición y el gran ganador del domingo pasado, aprovechó para pedir que sean adelantadas las elecciones de marzo. Es una petición políticamente sensata. Si se adelantan las elecciones y el PP llega al poder, tendrá que emprender un paquete de ajuste similar al que implementó el Psoe en los últimos años y que lo puso contra la pared, pero para ello gozará de un capital político renovado. A los españoles no se les puede decir mentiras: quien llegue a la Moncloa, traerá su plan de ajuste debajo del brazo.

El premio Nobel de economía, Paul Krugman, durante una charla ante la Confederación de Empresarios de Andalucía, señaló que "el camino para España será extremadamente doloroso", aludiendo al tamaño del ajuste que debe ser implementado para poner las cuentas económicas en orden.

Lo preocupante es que esa situación no es exclusiva de España: Irlanda, Grecia y Portugal están tambaleando en medio de huecos fiscales exorbitantes y riesgos permanentes de moratorias. Sus pueblos están también insatisfechos con las medidas implementadas para sanear las finanzas públicas.

Las más profundas crisis económicas propician cambios en el orden político. Hace dos semanas, miles de jóvenes se tomaron la Puerta del Sol en Madrid para protestar por los gobiernos que "ya no nos representan". Las voces se escucharon en otras ciudades de Europa.

España, como ningún otro país europeo, se puede dar el lujo de aplazar decisiones claves que estabilicen sus balances macroeconómicos. Pero los ciudadanos están pidiendo salidas más creativas, distintas a la tradicional fórmula de sangre, sudor y lágrimas.

El Viejo Continente está enfrentando jornadas definitivas y nadie puede predecir cómo van a terminar.