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¿Romperá el techo?

El precio del petróleo se acerca rápidamente al máximo histórico alcanzado en 2008. Shock petrolero a la vista.

13 de abril de 2011

El precio del petróleo sigue subiendo. Para el 11 de abril, el precio del Brent superaba los US$127, el nivel más alto en 30 meses, a tan solo US$18 del máximo histórico. Desde comienzo de año, los precios del crudo se han valorizado 30% y todo parece indicar que seguirán para arriba. Por ahora, este aumento no se ha reflejado en caídas de los mercados accionarios. Sin embargo, los mercados financieros están en vilo, esperando a confirmar la dirección de la tendencia para empezar a mover sus fichas.

El más reciente aumento de los precios obedece a las malas noticias de África. En Libia, la producción sigue cayendo, pues en la semana anterior varios campos en la zona controlada por los rebeldes fueron atacados con éxito por las fuerzas de Gadafi. Los rebeldes habían logrado bombear cerca de 100.000 barriles diarios desde el inicio de las revueltas en febrero; pero ahora, su producción se ha cerrado. Entre tanto, en Nigeria, país clave para mantener el abastecimiento de crudos ligeros, la decisión de suspender las elecciones parlamentarias ha sido interpretada como un anticipo de problemas. La suma de estos dos hechos es el factor más reciente en la escalada de los precios.

El máximo histórico es el nivel de US$147 por barril alcanzado en julio de 2008. Cada vez estamos más cerca de ese umbral. Las consecuencias para la economía mundial y para Colombia pueden ser insospechadas.

Las causas
El alza del petróleo tiene varias explicaciones. Las más importantes son la restricción de oferta, por las tensiones en el Medio Oriente y en el Norte de África, y la mayor demanda de las economías emergentes, especialmente lideradas por China e India. Por otra parte, la fragilidad en la recuperación de los Estados Unidos y el reciente incremento en las tasas de interés en Europa han debilitado el dólar, impulsando al alza los precios de los activos denominados en esa moneda.

Finalmente, las dudas sobre la viabilidad futura de la energía nuclear, debido a la catástrofe de Fukushima (justo en el aniversario 25 del desastre de Chernobyl), podrían seguir generando efectos al alza sobre los precios del crudo; y hay un impacto indirecto por el incremento en el precio del carbón, sustituto directo del petróleo, como resultado de las inundaciones en Australia, las más graves en los últimos 35 años.

Definitivamente, la mayor incógnita se refiere a cuál será la duración del efecto "revolución del Medio Oriente". Observadores como T. Boone Pickens, gurú del sector petrolero mundial y presidente del fondo de riesgo BP Capital Management, creen que después de Libia hay otros países como Argelia e inclusive Arabia Saudita, que pueden generar nerviosismo en el mercado y llevar el precio del barril de petróleo a US$150. Para otros analistas, los altos precios del petróleo responden a factores puntuales de oferta que deberían ser transitorios. Desde esta perspectiva, la turbulencia en Medio Oriente pasará y la normalización de la política monetaria llevará a que el crudo retorne a precios más bajos y con menor volatilidad. Kathryn Rooney, economista macro de Bulltick Capital Markets, se ubica en este campo y cree que, a pesar de la inestabilidad política actual en Medio Oriente, los principales exportadores, como Arabia Saudita, no se están afectando, y el precio del barril de petróleo debería ubicarse cerca de US$100.

Hacia adelante
El incremento en los precios del petróleo pone en riesgo el proceso de recuperación mundial y puede ser un detonante de la inflación. Esta obligaría a las autoridades económicas a iniciar un proceso de apretón monetario, tanto en los países desarrollados como en los emergentes. El pasado 7 de abril, el Banco Central Europeo incrementó las tasas de interés de intervención de 1% a 1,25% y su presidente, Jean Paul Trichet, señaló en rueda de prensa que se deben evitar efectos inflacionarios de segunda ronda y es esencial anclar las expectativas. No obstante, Trichet aclaró que esta alza no marcaba necesariamente el inicio de un ciclo de ajuste monetario.

De otra parte, los altos precios del crudo podrían dar rienda suelta a una nueva crisis de alimentos, como la que se vivió en 2008 por los altos costos de los fertilizantes y pesticidas, derivados del petróleo.

Con respecto al impacto en la economía colombiana, se registran efectos encontrados, pues el país es al mismo tiempo exportador de petróleo e importador de una amplia gama de productos que reciben de lleno el impacto del alza de los precios del crudo. El último informe de la Junta Directiva del Banco de la República al Congreso señala que los incrementos en el precio del petróleo podrían llevar a aumentos de precios de la gasolina e, indirectamente, de los alimentos. Además, los mayores ingresos por concepto de exportaciones podrían mejorar el ingreso disponible de los hogares, lo que fortalecería la demanda interna pero, al mismo tiempo, presionaría la inflación al alza.

Con respecto al impacto empresarial, hay también una gama de posibilidades. En el sector petrolero, por supuesto, el impacto es positivo, pues se hacen viables negocios que con precios más bajos se descartaban. Jackie Forrest, director global de petróleo de IHS, dice que hoy están resurgiendo proyectos de inversión donde el punto de equilibrio está entre US$70 y US$80 por barril. Por otra parte, las aerolíneas podrían tener problemas, lo que las obligaría a comprar combustible a futuro y tomar medidas adicionales para mitigar el impacto de la operación.

Los precios del petróleo han ido muy lejos, muy rápido. La situación pende de un hilo. Si el desorden de Medio Oriente genera una restricción mayor de la oferta, el precio podría superar la barrera de los US$150 por barril. En ese momento, los mercados financieros del mundo pondrán a funcionar todas las alarmas.