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Camilo Garavito, socio fundador de Arquitectura en Estudio (aRE)

ANÁLISIS

Regreso a clases se apoya en arquitectura con espacios híbridos

La infraestructura educativa existente se enfrenta a una oportunidad única para dar un paso hacia adelante, dando a su vez respuesta a los enormes retos que se derivan de la coyuntura actual generada por la pandemia de la covid-19.

Camilo Garavito*
22 de septiembre de 2020

El ejercicio de la arquitectura es en sí mismo una reflexión sobre cómo habitamos los espacios, cómo podemos adaptarlos para responder de manera más adecuada a nuestra realidad, cómo hacerlos mejores, más cómodos, sanos e inspiradores.

Vista bajo esta mirada, la infraestructura educativa existente se enfrenta a una oportunidad única para dar un paso hacia adelante, dando a su vez respuesta a los enormes retos que se derivan de la coyuntura actual generada por la pandemia de la covid-19.

Adaptarse a las nuevas exigencias, a las nuevas dinámicas interpersonales, a la ‘nueva normalidad’ no será tarea fácil. Sin embargo, siguiendo algunas tendencias que venían afianzándose desde hace ya algún tiempo, los espacios educativos pueden enriquecerse y mejorarse significativamente, no sólo para responder a la presente situación, sino para ofrecer un mejor escenario en el futuro.

En la presente coyuntura, el espacio exterior ha probado ser el lugar más seguro, el que permite prevenir de manera más eficiente los contagios y ofrece más opciones para el distanciamiento social.  El aire fresco y la falta de barreras generan escenarios ideales, limpios y sanos, para enfrentar la pandemia.

En los edificios educativos este espacio exterior puede ser potenciado y revalorizado, utilizado como lugar de encuentro entre alumnos y profesores, para impartir clases o albergar actividades de carácter lúdico.

Una estrategia que genere espacios híbridos (interiores y exteriores), en la que los salones de clase se integren con su entorno y funcionen de manera flexible, ya venía siendo tímidamente explorada por algunas instituciones educativas con el fin de generar una experiencia más amable, lúdica e integral para sus alumnos. 

Hoy en día, además de ofrecer diversidad y emoción a la experiencia educativa, esta estrategia permite ofrecer un contexto más sano y una respuesta más adecuada a las dinámicas de comportamiento que requiere nuestra respuesta a la pandemia. Las terrazas, las cubiertas útiles, las áreas de extensión adyacentes a los salones se convierten en herramientas fundamentales en este nuevo escenario, y su uso intensivo abre el abanico de soluciones a los colegios y universidades.

Más aún, podría pensarse incluso en aprovechar los espacios exteriores públicos adyacentes a estas instituciones como calles, plazas y parques, para incorporarlos a la dinámica educativa, como se está haciendo en algunos experimentos que se están llevando a cabo en instituciones educativas en Europa hoy en día.

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Esta experiencia híbrida entre interior y exterior permitirá no sólo ofrecer espacio que permita cierto distanciamiento social a los alumnos y profesores. Ofrecerá además la presencia constante de iluminación y ventilación natural, y muy probablemente un contacto más cercano con la vegetación y la naturaleza, condiciones que, según se ha comprobado a través de múltiples estudios científicos, generan un mayor nivel de bienestar, confort y un mejor rendimiento en las personas que los habitan.

El camino que deberíamos promover desde la arquitectura es el de la creación de ambientes que saquen a los estudiantes de las aulas convencionales, generando dinámicas en entornos más saludables. Las clases no deberían restringirse a un salón y el diseño de las edificaciones no debería limitarse a ser ese lugar donde el alumno se encierra a recibir una formación cargada de teoría.

La respuesta pasa por promover ambientes de aprendizaje experiencial, creativo y colectivo, que impulsen el intercambio de ideas y que ofrezcan una multiplicidad de opciones a alumnos y profesores. Pasa por construir espacios sanos y saludables, en contacto con el aire y la naturaleza; espacios híbridos interiores/exteriores, flexibles, que permitan aprender, circular, interactuar y descansar, según sea requerido.

Este cambio de mirada frente a cómo funciona el edificio educativo, complementado con pequeñas implementaciones tecnológicas como la incorporación de sistemas ‘touchless‘ en puertas de entrada, lavamanos, ascensores, etcétera, y el uso de materiales durables, de bajo mantenimiento y alta asepsia (como los vinílicos y los cerámicos, por ejemplo), facilitará la implementación de los protocolos de bioseguridad requeridos, fomentando además prácticas seguras de distanciamiento social y minimizando el contacto.

Cuando revisamos la historia de la arquitectura encontramos que han sido los momentos complejos por los que ha atravesado la humanidad los que han servido de motivación para impulsar las grandes transformaciones. Venimos de unos años en los cuales se ha estado incubando la preocupación por cuidar los recursos naturales, por generar una arquitectura sostenible y por crear una mayor conexión con los ciclos de la naturaleza. Ahora nuestro mayor reto es acelerar este proceso y conectarnos aún más con esta tendencia.

La coyuntura actual ofrece una excepcional oportunidad en este sentido, para que la arquitectura retome una de las premisas básicas del oficio: la búsqueda del bienestar para el ser humano.

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*Socio fundador de Arquitectura en Estudio (aRE).