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Jericó: ¿otro caso en que la minería es una amenaza para una región?

Pocos temas han suscitado tanto interés en Antioquia en los últimos años como es el rechazo a la eventual explotación minera en Quebradona, municipio de Jericó. Un caso parecido al del otro municipio que hoy es tendencia por cuenta de la minería: Salento. ¿Qué va de Salento a Jericó? Un análisis por José Roberto Arango.

4 de junio de 2019

Pocos temas han suscitado tanto interés en Antioquia en los últimos años acompañado de polémica, al mismo tiempo que ha recogido opiniones de polos opuestos en una cruzada única, como es el rechazo a la eventual explotación minera en Quebradona, municipio de Jericó. Y nada más oportuno que hacer algunas reflexiones muy personales, pero que recogen el clamor de todo un pueblo y un departamento.

Es cierto que la mina Quebradona ahora es de propiedad de inversionistas extranjeros, de la multinacional, AngloGold, domiciliada en Sudafrica.

Es cierto que presentaron una demanda de nulidad al Acuerdo del Concejo Municipal de Jericó que establece prohibiciones en defensa del patrimonio ecológico y cultural, pero que fue desestimada por los tribunales dándole razón a los pobladores del municipio, decisión que pone en jaque el proyecto. 

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Es cierto que se denominan de explotación subterránea, como también debe ser cierto que es minería a cielo abierto. Es decir, un cráter de un kilómetro de diámetro y de 400 a 600 metros de profundidad. También debe ser cierto que depositar diariamente 17.000 toneladas de escombros al lado del Río Cauca durante 20 años es operación de cielos abiertos. También debe ser cierto que es más una mina de oro que de cobre. Y es cierto que el precio del cobre es casi 500 veces menor que el precio del oro.

También debe ser cierto que no hay técnicas metodológicas para el control y fiscalización del tipo de minerales que se llevarían como material estéril. También debe ser cierto que el cráter y el túnel se construirán con ayuda de explosivos y taladros de alto rendimiento y producirían contaminación de agua, aire y ruido.

También debe ser cierto que por este perjuicio Colombia dejaría los primeros lugares en el mundo en avistamiento de pájaros endémicos y raros de la región, muchos de ellos en peligro de extinción.

También debe ser cierto que se afectarán gravemente los acuíferos superficiales y profundos que se encuentran en la montaña y sus alrededores. Y también es cierto que en documentos oficiales de AngloGold asimilan el cráter, perdurable cicatriz a la naturaleza, con verdaderas maravillas naturales, como lo son Chiribiquete en Colombia y Buraco das Araras en Brasil.

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Y es cierto que el empleo y su proyección en esta región, gracias a la agricultura, el ecoturismo y entretenimiento es superior en cantidad, calidad y sobretodo sostenible verdaderamente en el tiempo. También debe ser cierto que el proyecto Quebradona está quebrando el tejido social de la región de Jericó.

Cierto también que Jericó es un municipio de 15.000 habitantes, lo que lo hace vulnerable a posibles malas influencias derivadas de la explotación. También debe ser cierto que empleados oficiales del sector de la educación y ex funcionarios públicos del municipio de Jericó han sido invitados a viajes al exterior para sensibilizarlos sobre el desafortunado proyecto. También debe ser cierto que estas personas son entrevistadas en videos por la empresa minera para que manifiesten su apoyo.

Cierto será que algunos de sus asesores, al no estar de acuerdo con este proyecto minero, han presentado su renuncia y se han apartado de ideas de negocios que afecten la región. También debe ser cierto que se repartieron dineros a través de anteriores administraciones, según lo manifestó una funcionaria de la misma empresa en un encuentro en La Pintada. Debe ser cierto que las autoridades gubernamentales y las entidades del Estado tendrán que investigar la posible intervención extranjera en educación y política en Jericó y su zona de influencia

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Cierto es que las organizaciones ecológicas y ambientales nacionales e internacionales están informadas y seguramente se manifestarán sobre el tema con el paso de los días. También debe ser cierto que este proyecto beneficiaría económicamente a sus dueños extranjeros, y en Colombia a sus ejecutivos y asesores, y al estado con unas regalías que no perdurarán en el tiempo.

Es cierto que los perjudicados serán los habitantes de esta región del suroeste antioqueño, los campesinos, los colombianos y en especial las generaciones futuras, que no podrían disfrutar del tesoro natural de hoy, a causa de las cicatrices indelebles a la naturaleza y que si perdurarán en el tiempo. Son ciertas las huellas de la minería en los países que han operado dejando daños irreparables.

Es cierto que nuestros antepasados construyeron el país con minería y tala de bosques, tiempos en que la población colombiana no pasaba de 10 millones de habitantes y no había conciencia ambiental. Es cierto que lugares como Caucasia, Segovia, Remedios, Montelibano entre otros, los conocimos en los años cincuenta como lugares sanos social y ecológicamente. Solo basta mirar ahora en lo que se han convertido. Hoy, esos lugares hoy son centros económicos afectados en su ambiente y presos de la delincuencia, prostitución y extorsiones.

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Debe ser cierto que esta clase de minería en un lugar como Jericó va en contra de la llamada “economía naranja”, bandera del presidente Duque, y en pleno apogeo en esta región. Y es cierto que los opositores al proyecto lo hacemos por convicción cultural, ambiental e histórica y porque estamos de una u otra forma vinculados a la región.

El ser humano no debe tomar decisiones irreversibles. Y es absolutamente cierto que los daños que causaría la mina de Quebradona serían irreversibles.

Por José Roberto Arango