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Los enredos por la venta de la represa Porvenir II

Celsia busca vender o conseguirle socio al proyecto Porvenir II, pues ahora se concentrará en generar energías renovables.

30 de mayo de 2019

Desde hace varios años dicen que Porvenir II es la última central hidroeléctrica que Colombia licenciará. El proyecto, ubicado en la cuenca del río Samaná, en las montañas del oriente antioqueño, tiene desde hace casi cuatro años permiso para generar 352 megavatios en el área de influencia directa de cuatro municipios: San Luis, San Carlos, Caracolí y Puerto Nare. Celsia se lo había comprado a la firma Integral, y llevaba varios años de trabajo en la zona. Sin embargo, hace unas semanas la firma paisa sorprendió al anunciar que quiere venderlo, o al menos encontrar un socio constructor que se quede con la central.

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Los movimientos civiles –que protestaban por la construcción del embalse en el “último río libre” del departamento– celebraron el anuncio de Celsia y le enviaron una carta a la empresa para que se les uniera en un proyecto sostenible.

Muchos se preguntan por qué renuncia Celsia. Si lo hace por la presión de los opositores o por la crisis de Hidroituango —que pone en entredicho el desarrollo de nuevos proyectos de este tipo en el país—. Sin embargo, Ricardo Sierra, presidente de Celsia, le aseguró a Dinero que todo obedece al nuevo rumbo que ha tomado la empresa.

Las escuelas y programas de apoyo para la comunidad han tenido prioridad en estos ocho años.

“En los últimos tres años la compañía ha venido desarrollando una estrategia de enfocarse en el tema de energías renovables. Ha venido acelerando ese proceso, tanto en el monto de las inversiones como en las ambiciones de la compañía, y queremos jugar un papel protagónico. Hoy tenemos proyectos de más de 350 megavatios solares y casi 400 megavatios eólicos, para un total de 750 megavatios", dice Sierra. También estratégicamente acaban de anunciar la compra de activos energéticos en Tolima, en donde atenderán unos 500.000 clientes. Eso los deja con 1‘100.000 en distribución de energía.

Celsia forma parte del conglomerado del Grupo Argos, que en el primer trimestre de 2019 alcanzó una utilidad neta de $144.000 millones, lo que representa un crecimiento anual de 32%. Además, entre sus movimientos recientes más importantes está la compra de los activos de Enertolima, por $1,7 billones.

Cambio de expectativas

El nuevo rumbo de la empresa, que en el ramo de la distribución tiene la mejor calidad del país por su trabajo en el Valle del Cauca, no les ha caído muy bien a algunos habitantes del oriente antioqueño. Ellos veían en la construcción del embalse una esperanza de regalías y empleo.

A los pocos días del anuncio, el alcalde de San Luis, José Maximino Castaño, se quejó en los medios locales. Aseguró que ningún otro proyecto, por alternativo que fuera, les traería el dinero que esperaban con Porvenir II. Recordó que les habían asegurado un pico de 5.000 empleos en toda la región.

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Sierra asegura que Celsia decidió vender con base en las prioridades de inversión y de enfoque de criterio y que no tiene nada que ver con la oposición, pues ya contaban con el licenciamiento. “Entendemos que ahora hay inconformismo en la región porque íbamos a tener inversiones muy fuertes para su desarrollo. Iba a haber pleno empleo en la región durante 3 o 4 años, pues 80% de la mano de obra es local. Íbamos a hacer una inversión zooambiental que superaba US$130 millones. Estábamos realizando un proyecto ambiental de un alcance gigantesco, íbamos a tener 30 o 40 guardabosques, proteger 5.000 hectáreas de bosque. Pero ahora que todo eso está en veremos, esperamos que el proyecto pueda encontrar un socio”, precisa.

Una de las principales preocupaciones de la región tiene que ver con el empleo que podría dejar de generarse.

Al sumar toda la inversión, la cifra llega a $120.000 millones. Esto incluye la compra del proyecto, las ingenierías y el trabajo social, además de la garantía que la firma tuvo que pagar hace unos años porque tenía compromisos de generación que no pudo cumplir. Ese dinero en buena parte terminó en arreglos de escuelas y mejoramientos de vías que beneficiaron a la comunidad.

La construcción de Porvenir II costaría unos US$900 millones, valor que ahora tendrá que asumir en su totalidad quien compre el proyecto.

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En Celsia tienen un optimismo más bien moderado a la hora de encontrar un comprador. Saben que hoy las empresas apuestan por las energías renovables, pese a que la huella ambiental de las represas suele ser menor que la de los paneles solares, por poner un ejemplo.

“Creo que no es fácil encontrarle un comprador sobre todo porque las otras energías ya son competitivas y no producen tanta animosidad ambiental”, dice Sierra.

Mientras tanto, en la cuenca del río Samaná hay varios proyectos eléctricos. Uno de Isagén y pequeñas centrales que pueden conseguir mucho más fácilmente la licencia ambiental con un mayor aval de los movimientos ambientalistas.

En el oriente antioqueño algunos siguen esperando que Celsia se eche para atrás en su último anuncio y por fin construya Porvenir II. Pero la empresa paisa parece no dar reversa en su idea.