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Desempleo: el principal problema económico de Colombia

Si sigue el deterioro del mercado laboral, el país podría entrar en un círculo vicioso de complejas implicaciones que podrían afectar el crecimiento económico. ¿Qué hacer?

13 de junio de 2019

El desempleo plantea tal vez el problema económico más urgente por resolver en Colombia. El deterioro del mercado laboral preocupa porque la tasa de desocupación completó cinco meses consecutivos en niveles de dos dígitos. Y además porque el aumento de los desocupados se produjo en medio de una menor tasa de participación. Es decir, el desempleo repuntó a pesar de que menos gente buscó trabajo durante los primeros meses del año. Hace rato el país entró en una temporada de destrucción neta de puestos de trabajo.

Las cifras indican que el país llegó a esta fase desde hace varios períodos y apenas ahora se hace evidente. “El enfriamiento del mercado laboral viene desde principios de 2016; desde ese momento se registró de a pocos y parece haber una profundización de ese deterioro en los últimos 6 o 7 meses”, explicó el economista Marc Hofstetter.

Durante abril, la tasa de desempleo alcanzó 10,3% a nivel nacional. Esto significa un repunte de casi un punto porcentual frente al 9,5% del mismo mes del año anterior. Y lo más grave, este incremento se produjo con una caída de más de dos puntos porcentuales en la tasa global de participación, que pasó de 64,2% a 62,2% en el mismo periodo, y en la tasa de ocupación. De hecho, según los datos del Dane, la economía destruyó alrededor de 775.000 puestos de trabajo en el último año, una cantidad que no se veía desde finales de 2008.

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Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República, expresó su creciente preocupación por temas como el “estancamiento de la economía”, la polarización política, el freno de la inversión y el aumento del desempleo “en prácticamente todas las regiones del país y en la mayoría de los sectores productivos”. Le llovieron rayos y centellas desde el Gobierno y el oficialismo.

Pero solo ha dicho verdades y el mercado laboral lo demuestra. La tasa de desempleo urbano –13 áreas metropolitanas– en abril se ubicó en 11,1%, y se deterioró por séptimo mes consecutivo frente al año anterior. No obstante, los niveles de ocupación caen sobre todo en las regiones y en sectores como el agropecuario.

Además, siguen las profundas diferencias por temas de género y edad. La tasa de desempleo de las mujeres alcanzó 13%, cerca de cinco puntos porcentuales por encima del de los hombres (8,4%). Y el desempleo juvenil alcanzó 18,5%.

Los banqueros centrales no suelen pronunciarse sobre temas diferentes a la inflación. Pero las opiniones del gerente del Emisor han servido para encender las alarmas sobre estos temas verdaderamente relevantes, que le importan al grueso de los ciudadanos. Porque lo primero que hay que abordar en todo momento es cómo reducir el desempleo y aumentar el empleo. Este asunto les interesa a los 2‘523.609 desempleados, a los 750.000 que perdieron su trabajo en el último año y a los más de 9 millones que están en el subempleo.

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Las razones

El deterioro del mercado laboral proviene, en parte, de la desaceleración de la economía. El crecimiento del primer trimestre, de 2,77%, resultó sorpresivamente bajo. Y cuando se quitan los efectos estacionales y de calendario, habría sido mucho menor con 2,29%, con una variación de 0% frente al trimestre inmediatamente anterior. Esto significa que la recuperación de la economía se habría frenado. O, para entenderlo mejor, que la velocidad que venía ganando se redujo. Y esto tiene efectos sobre la generación de nuevos puestos de trabajo.

Según estimaciones del equipo de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, un ritmo de crecimiento de 3% permite estabilizar la tasa de desempleo. Es decir, que no aumente ni descienda en términos anuales, lo cual aún no se presenta.

Es más, los sectores más intensivos en mano de obra, como la construcción o el agrícola, exhiben los mayores problemas en materia de crecimiento. Para el Dane, la mayor destrucción de empleos se presentó en las actividades de agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, con una caída en el número de ocupados de más de 327.000 personas.

Alberto Carrasquilla Ministro de Hacienda, Alicia Arango Ministra de Trabajo, José Manuel Restrepo Ministro de Comercio.

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Hofstetter, profesor de la Universidad de los Andes, plantea otra hipótesis para explicar parte de la tendencia en la pérdida de empleos: “Si se mira bien no ha pasado nada drástico en el mercado laboral distinto al aumento del salario mínimo. Esa es una hipótesis, aunque por ahora solo eso. Hay que echarle números seriamente y analizar si el incremento en el salario mínimo tuvo un impacto sobre el mercado. No podemos descartar esa hipótesis”.

También ha mostrado su preocupación sobre la situación del empleo el economista Stéfano Farné, director del observatorio laboral de la Universidad Externado. En una de sus más recientes columnas de opinión explica que, además de que las cifras del mercado laboral muestran un deterioro, es necesario preguntarse qué pasa con las estadísticas, pues muestran cambios muy drásticos de un periodo a otro.

La polarización

También podría estar pesando sobre el mercado laboral la fuerte polarización política y la incertidumbre que esta genera sobre las decisiones económicas. Con su ley de financiamiento, el Gobierno se la jugó con una fuerte reducción de las tasas impositivas al sector corporativo para generar mayor inversión, crecimiento y empleo. No obstante, algunos factores enrarecen el panorama y frenan las decisiones de consumo e inversión: las dificultades políticas del Gobierno para sacar adelante sus proyectos, la falta de una coalición en el Congreso, las tensas discusiones sobre la Justicia Especial para la Paz (JEP) y hasta los planteamientos de una eventual Constituyente. Es decir, con la insistencia en renegociar el acuerdo de paz, el Gobierno está saboteando su propia apuesta para crecer.

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Algunos analistas incluyen el impacto de la llegada masiva de venezolanos al país. Sin embargo, esta explicación no tiene, por ahora, un sustento fuerte. Este argumento resulta peligroso porque puede generar xenofobia. Y además varios estudios indican que, a largo plazo, la migración puede resultar beneficiosa, pues optimiza el “bono demográfico”, al tratarse fundamentalmente de gente joven. No obstante, para que esto se haga realidad hay que mejorar la forma de insertar esta población en el mercado laboral, pues este crecimiento demográfico podría quedar en la informalidad, lo que simplemente presionaría mayor gasto.

La situación con el empleo exige medidas inmediatas. Reactivar la construcción es una de ellas.

Además, al revisar las cifras por ciudades no aparece correspondencia entre migración y desempleo. La mayor tasa de desempleo se presentó en ciudades como Quibdó (20,8%), Armenia (18,1%) y Florencia (17,3%). En otras como Cúcuta, Bogotá y Barranquilla, con fuertes niveles de migración, las cifras de desempleo son disímiles, con 15,9%, 11,9% y 8%, respectivamente.

¿Qué pasa en las regiones?

La mirada regional puede dar luces sobre el diagnóstico general. Esteban Piedrahita, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cali, explicó que “en Cali, como en todo el país, ha habido un marcado deterioro del mercado laboral en los últimos 3 años, asociado principalmente a la desaceleración de la economía, pero también a la incorporación de ciudadanos venezolanos a la fuerza laboral. Cali tiene un reto importante en materia de desempleo juvenil, porque su tasa está casi dos puntos por encima del promedio nacional. En cuanto a la informalidad laboral, sin embargo, es importante anotar que la ciudad tiene el cuarto nivel más bajo entre las principales urbes del país”.

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Julio Escobar, analista del Banco de la República en el suroccidente colombiano, comentó que el desempleo de jóvenes es latente en Cali. Las cifras actuales muestran que, frente al número de profesionales graduados cada año en la ciudad, la oferta de empleo de las empresas no alcanza a absorber esta nueva mano de obra calificada. Y mucho menos a los bachilleres que ingresan a la Población Económicamente Activa (PEA).

“El sector público –alcaldía y gobernación– absorbe una parte para paliar ese desequilibrio laboral pero ese empleo es insuficiente”, explica el experto. Para él, más empresas deben generar puestos. “Ahí está el detalle. Las políticas deben articularse para promover crecimiento económico”, recalcó.

En la capital antioqueña la tasa de desempleo llegó a 13,5% en abril, un aumento considerable frente a la medición entre diciembre y febrero de este año, que lo ubicaba en 12,8%: 0,7 puntos de incremento en dos meses. Los paisas andan preocupados, pues el año pasado el desempleo estaba en 11,5%. Eso quiere decir que para 2019 el fenómeno lleva 2 puntos de aumento. Esto significa miles de personas sin trabajo.

¿Buenas noticias?

Uno de los problemas críticos es el desempleo y la informalidad en el campo.

Por el lado de Barranquilla, Madelaine Certaín, secretaria de Desarrollo Económico de Barranquilla, explicó que los indicadores del Dane para el primer trimestre de 2019 “confirman el buen desempeño económico” de la ciudad y su área metropolitana, “especialmente en lo referente al mercado laboral”, dado que la ciudad se destaca por presentar la segunda tasa de desempleo más baja del país (7,4%), únicamente superada por Cartagena. Además, registra una disminución de 1,1 puntos porcentuales frente al mismo periodo de 2018.

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“El caso de Barranquilla es atípico en el contexto nacional. Mientras el Distrito presenta uno de los niveles más bajos de desempleo de los últimos años, el promedio de las 13 ciudades capitales evaluadas es el mayor de los últimos 5 años”, señaló.

Kelina Puche, directora de Fundesarrollo, destacó por su parte que, a pesar de los números halagüeños, aumentaron los niveles de subempleo subjetivo y objetivo (3 p.p. con 29% de subempleo subjetivo) en ese mismo trimestre. “Eso demuestra que, si bien se ofrecen menos barreras de acceso al mercado laboral, aún existe un descontento generalizado por las condiciones de empleo ofertadas por el mercado laboral de la ciudad, especialmente en materia de ingresos”. La brecha salarial respecto de Bogotá, dijo, “sigue en aumento y se encuentra en $437.000”.

Ello contrasta con la encuesta de percepción ciudadana de Barranquilla Cómo Vamos. En esta 65% de los hogares está satisfecho con la situación laboral, resaltó el director del estudio, Manuel Fernández.

No obstante, los ocupados informales en el área metropolitana están 9 puntos porcentuales por encima del promedio de sus similares en el país, alcanzando 54,8%. Eso “ha generado mayores tiempos de espera para encontrar empleo. Según la encuesta, 66% de los barranquilleros considera que no es fácil encontrar trabajo”.

Puche coincidió en que “tenemos la tarea pendiente de seguir disminuyendo los altos niveles de informalidad en la ciudad, que aún concentran a más de la mitad de sus ocupados en el sector informal”.

Además, manifestó que “el bajo nivel de ingresos empieza a desplazar a la población joven fuera del mercado laboral. Barranquilla se ubica como la segunda área con mayor proporción de ‘ninis’, pues 13% de su población joven ni estudia ni trabaja”.

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Sin lugar a dudas, el panorama no es del todo halagüeño para las regiones. Mientras unas registran incrementos en la tasa de desocupación, en otras, como Barranquilla, mejora a costa del deterioro de las condiciones laborales, pues obedece a un crecimiento en la informalidad.

¿Qué hacer?

La reactivación de la economía, impulsada por el consumo, es clave para la recuperación del mercado laboral.

Las tradicionales discusiones al abordar los problemas del mercado laboral pasan por temas como los altos costos parafiscales o el “elevado” salario mínimo frente al ingreso promedio de la economía. Sin embargo, ello exigiría reformas estructurales que podrían demorarse o que políticamente son inviables. Por eso es necesario hacer un llamado para tomar medidas coyunturales que impulsen la economía.

En ese sentido, cabría esperar, en primera instancia, que el Banco de la República continuara con una política monetaria laxa, lo que implica al menos mantener las tasas de interés en los niveles actuales. Tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal de los Estados Unidos ya han enviado mensajes en ese sentido.

Esa es una gran noticia para el país, pues implica que por lo menos hasta mediados de 2020 permanecería bajo control una fuente de incertidumbre. Si alguno de esos dos bancos centrales hubiera empezado a subir tasas agresivamente, habría una alta posibilidad de un choque en flujo de capitales hacia Colombia. Eso habría propinado otro golpe a la economía colombiana por la vía de una devaluación que inflaría los precios y haría necesario que el Banco de la República subiera tasas en algún momento.

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Aquí hay que hacer énfasis en la clase de círculo vicioso que podría amenazar a la economía colombiana actual. El consumo explica buena parte del crecimiento durante los últimos dos años y representa más de 60% del PIB. Y si se llega a afectar, eso llevaría a un golpe para el aparato productivo. Eso de nuevo conduciría a que las empresas decidan despedir gente para terminar con otro porrazo al consumo. Hay que impedir a toda costa esa situación.

Por eso vale la pena preguntarse si hoy en Colombia hay espacio para que el Banco de la República reduzca las tasas de interés. El país esperaría un mensaje claro del Emisor luego de su próxima junta, que tendrá lugar el 21 de junio.

Pero a esto hay que sumarle acciones específicas del Gobierno. La ministra de Trabajo, Alicia Arango, lanzó el 4 de junio la política pública de empleo. Se trata de una serie de medidas que buscan impactar favorablemente el mercado laboral y propiciar un incremento en la ocupación.

“Dentro de la política de empleo –explicó la alta funcionaria durante el evento realizado en Valledupar– tenemos tres prioridades enmarcadas en la actualización de la normatividad laboral y de seguridad social de Colombia. La primera es asegurar la formación de competencias pertinentes y de calidad para el empleo. En segundo lugar, queremos ampliar e impulsar el Servicio Público de Empleo para la inclusión laboral. Y un tercer aspecto tiene que ver con incentivar el emprendimiento y el fortalecimiento empresarial”.

Por su parte, el ministro de Vivienda, Jonathan Malagón, lanzó un paquete de medidas para impulsar al sector de la construcción, que durante el primer trimestre tuvo el peor desempeño del aparato productivo colombiano.

Las medidas implican que ahora los bancos podrán financiar hasta 90% de una vivienda. Además, ofrecerán garantías extendidas para los compradores y mayores recursos para subsidios y créditos blandos para los constructores (ver página 22).

Queda en el aire la gran pregunta de si esto será suficiente para crecer a un ritmo que permita reducir los niveles de desempleo. Con el bajo crecimiento del primer trimestre, difícilmente se cumplirán las expectativas del Gobierno de un PIB que avance 3,5% este año. Para lograrlo, el resto de trimestres habría que crecer a tasas alrededor de 3,9%, algo improbable en las condiciones actuales.

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Para el exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, es positivo incentivar el sector de la construcción, especialmente los programas de vivienda. “Los de menor costo fiscal y mayor efecto multiplicador son los de Vivienda No VIS para la clase media: subsidios a la tasa de interés”, comentó.

Igualmente, aseguró que es necesario que el país avance en exploración y desarrollo de hidrocarburos no convencionales. Finalmente, dijo que hay que hacer algo en infraestructura. “Pero detrás de todo está el factor confianza. El Gobierno debe convocar un pacto nacional para impulsar una agenda económica”, comentó el exministro.

Muchos analistas y buena parte de los colombianos reclaman acciones sobre los temas fundamentales que afectan a un importante segmento de la población.

Hay que actuar ya, pues la economía está en un punto de inflexión y, si no se toman medidas, podría surgir un círculo vicioso; si el desempleo sigue creciendo, los consumidores continuarán temerosos y el consumo podría resentirse. Si el consumo no arranca, los empresarios no harán grandes inversiones o ampliaciones de su actividad y, por tanto, no contrarían más empleados. O,peor aún, empezarían a despedir más personas. Nadie quiere ese panorama se concrete.

Del censo y el desempleo

La polémica del empleo ha generado grandes cuestionamientos sobre el Dane, pues muchos no entienden las diferencias entre las series que entrega la entidad y aprovechan para cuestionar la demora del censo. Se preguntan el efecto que este tendrá sobre las cifras del mercado laboral. Algunos afirman que, con menos habitantes, la tasa de desempleo podría aumentar y la de ocupación caer.

Para Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, el Dane debe garantizar el acceso a ambos tipos de información, pues sirven para análisis distintos. Los datos sin ajustar dicen lo que realmente ocurrió en cada ejercicio, en tanto que los datos ajustados estacionalmente ofrecen una visión complementaria y facilitan comparaciones intertrimestrales, al limpiar la influencia de los efectos estacionales y de calendario. No hay ninguna contradicción. Para Oviedo, el Dane ha garantizado su rigor técnico, ha adoptado las mejores prácticas y cuenta con el acompañamiento de organismos internacionales, como el FMI. Pero ha encontrado un espacio “para hacer precisiones metodológicas que seguramente contribuirán a la mejora continua de los debates alrededor de la situación socioeconómica colombiana”.

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Sobre los resultados del censo, afirma que no se puede hablar de demora y que estos tiempos de procesamiento son indispensables para garantizar la calidad de la información. Las cifras preliminares de cierre de recolección sucedieron cuatro días después del cierre del operativo y las definitivas saldrán dentro de poco (siete meses después). Si bien el cuestionario del censo incluyó una pregunta que indaga sobre la actividad principal realizada durante la semana antes a la visita censal, lo cual permitiría elaborar indicadores sobre ocupación, no permite diferenciar de manera precisa la población desocupada de la inactiva.

Por tanto, el censo no podrá ser usado para el cálculo de la tasa de desocupación ni para el de la tasa de participación; datos que salen de la encuesta oficial de mercado laboral, la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH). Este estudio debe ser adaptado al nuevo marco poscensal. Si bien algunos países se han tomado entre uno y cuatro años para este proceso, Oviedo afirma que, desde enero de 2020, seis meses después de la publicación definitiva, el marco de las estadísticas de empleo en el país reflejará la nueva estructura de población. Cuando dicha información esté disponible será posible identificar el impacto de la nueva estructura de población en la tasa de desempleo.