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Tanto en Estados Unidos como en Colombia, el paso del TLC por el Congreso genera preocupación a los gobiernos. Allá es clave que se apruebe el Cafta; acá, que se presente al Congreso antes del período electoral.

¿Qué le espera al TLC?

Los Congresos y las Cortes tienen la última palabra.

18 de febrero de 2005

Aunque toda la atención se ha centrado en las rondas de negociación entre Colombia, Ecuador, Perú y Estados Unidos para la firma de un Tratado de Libre Comercio, hay una instancia que puede tener tanto o mayor peso para el futuro del acuerdo: los congresos.

El texto del TLC debe ser aprobado por los parlamentos de Colombia y Estados Unidos antes de su entrada en vigencia, y desde ya se anticipa que su trámite no será fácil.

Si el TLC se termina de negociar en el primer semestre de este año, como aseguran los optimistas, el trámite en Colombia podría fluir, ya que todavía no se habría dado inicio a la campaña electoral para Presidente y Congresistas en 2006. Pero si se cierra a finales de año, la situación se enreda, y el gobierno esperaría para presentarlo hasta el segundo semestre de 2006, una vez posesionados el Presidente de la República y el Congreso. En este caso, es posible que cuando entre en vigencia el TLC, hayan vencido las preferencias arancelarias que Estados Unidos le concedió a Colombia hasta el 31 de diciembre de 2006 (Atpdea), y los exportadores colombianos deban asumir ese costo.

En el caso de Estados Unidos, la preocupación no está tanto en la fecha en que se presente el acuerdo al Congreso, como en lo que les ocurra a los tratados comerciales que deben ser aprobados antes del andino.



En fila

El TLC debe pasar por una minuciosa revisión legal y la redacción de la ley que implementa el tratado. Es un trámite de 90 días previo a que el Congreso lo estudie (ver recuadro).

Una vez radicado, debe hacer fila, ya que el Congreso va examinando los tratados en el orden de llegada. El de Colombia entraría en la lista después de los de Centroamérica (Cafta), Bahrein y Panamá. Esta es la principal fuente de incertidumbre frente al cronograma, pues la aprobación de cualquiera de estos tratados puede presentar problemas y demorar el estudio del colombiano. Según la mayoría de los expertos, si el tratado de Centroamérica se firmara en este momento, no pasaría.

Los principales cabilderos, entre ellos sindicatos, confeccionistas, ambientalistas y azucareros, vienen acumulando fuerza en contra de los tratados; en especial frente a los países centroamericanos. Un punto que los preocupa sobremanera es la gran diferencia de salarios entre Centroamérica y Estados Unidos.

Teniendo en cuenta esto, y en un escenario optimista, como dice Luis Alberto Moreno, embajador de Colombia en Washington, refiriéndose a la aprobación del TLC colombiano, "salvo que suceda un milagro, esto se va para el año entrante".

Otra consideración es la de la renovación del Trade Promotion Authority (TPA), por medio del cual el Congreso autoriza al gobierno a negociar tratados comerciales y le da los lineamientos para hacerlo. El tratado de Chile, por ejemplo, se demoró más de 10 años en ser firmado pues el TPA no se renovó en el momento adecuado. El actual TPA se vence el 2 de junio de 2005. Sin embargo, es muy posible que se renueve, porque el gobierno Bush necesita estas facultades para negociar en la OMC, que es una prioridad para Estados Unidos. "No creo que esto deba ser una preocupación para los negociadores. La mayor preocupación es cómo se están moldeando las posiciones frente al Cafta", explica Chandri Navarro-Bowman, socia de la firma de abogados Hogan & Hartson, experta en lobby en Estados Unidos.



Por acá no escampa

Por su parte, el Congreso colombiano, con todas sus particularidades, también dará dificultades para la aprobación del TLC. Sin embargo, el gobierno es optimista.

En primer lugar, en términos políticos, es conveniente esperar a que el Congreso de Estados Unidos lo haya ratificado. No obstante, el gobierno prefiere presentar el tratado tan pronto se termine de negociar para evitar que el debate se haga durante el período electoral.

Durante el segundo semestre, el tratado entraría a las comisiones Segundas de Senado y Cámara, encargadas de los temas de comercio exterior. Se espera que allí se aprueben sin mayor dificultad. Manuel Ramiro Velásquez, presidente de la Comisión Segunda del Senado, considera que el tratado en general no va a tener problemas en pasar por su comisión, salvo por algunas consideraciones específicas en torno a temas como el acceso de la población a los medicamentos y la protección al agro. Un tema de técnica jurídica podría entorpecer el paso por las comisiones. Mientras el gobierno está seguro de que el Congreso solo puede votar sí o no los tratados internacionales, algunos congresistas señalan que hay jurisprudencia que les permitiría discutir tema por tema el tratado.

Según otros analistas, el 15% del Senado que mueve permanentemente sus decisiones a favor y en contra del gobierno, puede ser decisivo en la votación en plenarias. El gobierno deberá emplear su arsenal político, si quiere que el TLC sea aprobado. Se puede esperar gran movimiento frente al proyecto de la Agenda Interna, cuyo responsable es el Departamento Nacional de Planeación. Esta agenda implica compromisos presupuestales y es probable que los congresistas quieran cambiar su voto favorable al TLC por proyectos para sus regiones.



El enigma de la Corte

Una vez aprobado por el Congreso, el gobierno espera que el proceso de revisión de la Corte Constitucional sea más riguroso que para tratados anteriores. Por eso, el trabajo de los abogados deberá ser tan intenso como el de los negociadores para que el texto sea impecable. La Corte no tiene plazo para decidir y su fallo es un requisito para que el tratado entre en vigencia. Tras meses de negociación, el gobierno tendrá que mantener la guardia alta para que la negociación interna no se convierta en un calvario.