Home

País

Artículo

Pánico económico

El terrorismo masivo contra centros estratégicos en Estados Unidos puso a temblar la economía mundial. Colombia se perjudicará si Estados Unidos entra en recesión.

14 de septiembre de 2001

Los ataques terroristas suicidas y sincronizados del pasado 11 de septiembre, ordenados quizás por una organización terrorista muy bien organizada y costeada, contra el corazón financiero y económico del mundo, las torres gemelas en la ciudad Nueva York, y el centro de defensa de Estados Unidos, podrían estrangular las posibilidades de una pronta recuperación de la economía de ese país y, por tanto, del mundo entero.

Antes de estos trágicos eventos, era claro que la recuperación de la economía mundial dependía del curso que tomara la de Estados Unidos. Este país representa cerca de 30% del producto interno bruto mundial y desde mediados de 2000, cuando comenzó su desaceleración, afectó a todos los rincones del planeta. Estados Unidos no había experimentado tasas negativas de crecimiento ya que el gasto de consumo y la confianza de los consumidores mantenían la economía a flote. Se esperaba que Estados Unidos rebotara a finales de este año, una vez los recortes de la tasa de interés de corto plazo de la Reserva Federal comenzaran a operar y se tradujeran en mayores gastos de consumo y de inversión, evitando así una recesión.



Pero la magnitud y la escala de los ataques perjudicarán la recuperación de la economía más grande del mundo. Es cierto que el costo económico de los ataques, del cierre de las bolsas de valores y de la cancelación de vuelos debe ser monumental. Pero el lío radica en que la turbulencia de los mercados, representada por la caída de los precios de las acciones, la fuerte apreciación del euro y los aumentos en los precios del petróleo y de los metales básicos, y el miedo generalizado dificultarán la tarea que tienen las autoridades de Estados Unidos de reconstruir la confianza de los consumidores e inversionistas. La recuperación está en jaque.



Este duro golpe a la confianza y a la sensación de bienestar que gozaba Estados Unidos impactará a Europa, Japón y el resto de la economía global. ¿Qué tanto? Los efectos apenas comienzan a digerirse, pero las consecuencias económicas y financieras son inmediatas y afectan principalmente los mercados financieros y de capitales, el mercado de los productos primarios y el mercado de divisas.



Antes de los ataques terroristas, los mercados financieros internacionales ya estaban temblorosos debido a que los datos recientes apuntaban a que la economía de Estados Unidos iba a tomar más tiempo de lo esperado en recuperarse. Si bien los movimientos de los mercados responden tanto a presiones locales como a la sensación de opacidad de la economía mundial, lo cierto es que los ataques terroristas provocaron enorme turbulencia en las bolsas en el mundo. El día de los atentados, los mercados de valores europeos cayeron fuertemente (Nueva York cerró). Londres experimentó una reducción de -5,7%, la caída más grande en un solo día desde la caída de octubre de 1987, Frankfurt -7% y París -7,4%. Las bolsas de América Latina cayeron en más de -5%. Antes de la crisis, el precio promedio de las acciones en el mercado mundial ya había caído 28% en los últimos 20 meses, equivalente a una pérdida de riqueza mundial de US$10 millones de millones.



Este nuevo colapso afectará seriamente el clima de negocios y, sobre todo, la confianza de los consumidores. Ante esta adversidad, los hogares seguramente optarán por gastar menos y posponer sus decisiones de inversión. En este caso, se podría anular el mayor nivel de consumo obtenido hasta ahora por medio del boom de vivienda experimentado por Estados Unidos, el cual ha tenido lugar por las disminuciones en la tasa de interés de corto plazo, que redujeron el costo de adquirir vivienda y llevaron a muchos a adquirir casa propia o a refinanciar sus hipotecas y, por ende, a consumir más.



Preocupa que este deterioro pueda conducir a un cambio en la percepción de los inversionistas institucionales que han puesto cuantiosos recursos en la economía de Estados Unidos, debido a que consideran que es la economía con mejores perspectivas de crecimiento en el largo plazo. Los flujos de capitales netos de largo plazo a Estados Unidos actualmente equivalen al 5% del PIB y explican el fortalecimiento del dólar en años recientes. Un cambio de percepción, como el que llevó a la crisis asiática, debilitaría el dólar y generaría mayor inflación (como en Estados Unidos en la década de los 70), dificultando la financiación de su abultado déficit en cuenta corriente, cercano a -5% del PIB.



Los precios de los "commodities" o productos primarios tienden a aumentar considerablemente en tiempos de inestabilidad global en la medida en que los inversionistas buscan algún refugio en inversiones tangibles. De hecho, luego de los atentados, estos precios registraron aumentos mayores a los que tuvieron durante la Guerra del Golfo de 1991. En la bolsa de Londres, compras motivadas por el pánico hicieron que el precio del oro saltara en más de 6% a pesar de los anuncios del Banco de Inglaterra sobre una subasta de 20 toneladas el 12 de septiembre. A pesar del anuncio de la OPEP de mantener una oferta suficiente de petróleo, en Londres el precio del crudo en el mercado de futuros alcanzó su precio más alto en más de año y medio, tocando el talón de Aquiles de la economía europea, gran importadora de petróleo. De continuar la incertidumbre, cabe esperar mayor volatilidad y tendencia al alza en los mercados de los productos primarios.



El dólar



El dólar estuvo muy vulnerable durante la jornada posterior a los actos terroristas, ya que los inversionistas buscaron la seguridad relativa del euro, el yen y el franco suizo. El dólar perdió el día de la crisis más de 2% contra el yen y un punto porcentual contra el euro y el franco suizo. Si el dólar llega a devaluarse frente a las demás monedas, se reduciría la confianza en la economía de Estados Unidos y se derrumbarían más los precios de las acciones, lo cual debilitaría el gasto de consumo. De esta manera, se presentaría una salida de capitales de Estados Unidos, se dificultaría la financiación del déficit en cuenta corriente y se limitaría el campo de maniobra de la Reserva Federal para reducir más las tasas de interés de corto plazo con el fin de reanimar la demanda interna.



Esta devaluación del dólar sería una mala noticia para el mundo ya que tendería a exportar la crisis económica en la medida en que los productos extranjeros que adquiere Estados Unidos serán más costosos y, por tanto, su demanda caerá. Estos menores volúmenes de exportación incrementarán el efecto ingreso negativo que ya se ha venido presentando en los países industriales y emergentes a raíz de la desaceleración de la economía mundial.



¿Y Colombia?



Estos desarrollos recientes perjudican la economía colombiana. A principios de este año, el Banco Mundial estimaba que una desaceleración de 2,5% en Estados Unidos podría reducir el crecimiento del PIB colombiano en -0,81%. Si bien este efecto ya está dentro de las cuentas del gobierno y los analistas, el hecho es que Estados Unidos puede entrar ahora en territorio negativo. Si esto ocurre, lo cual ya no es una posibilidad muy lejana teniendo en cuenta que el crecimiento del segundo trimestre fue de apenas 0,2%, el crecimiento económico de nuestro país podría ser incluso inferior a 1%.



Adicionalmente, los flujos financieros podrían reducirse todavía más este año ya que los inversionistas extranjeros seguramente pospondrán sus decisiones de inversión, mientras se aquietan los mercados y se vuelve a tener un diagnóstico claro de cuándo se puede esperar que se recupere la principal economía del mundo.



En últimas, los efectos finales dependerán de las prontas y claras determinaciones que tome el Presidente del país más importante del mundo. Es necesario que estas acaben con los temores que tienen los mercados y eliminen el miedo relacionado con el escalamiento del conflicto internacional con los países del Oriente Medio. Sus pasos serán definitivos para recuperar la confianza, tanto militar como económica, y evitar una crisis global.



Las consecuencias económicas del terrorismo



El costo será de miles de millones de dólares, varios puntos del PIB estadounidense.



El precio del petróleo y de varios "commodities" se incrementará.



Habrá serios traumatismos en los sistemas de telecomunicaciones.



Se pospondrá la recuperación estadounidense, afectando al resto de la economía global.



Wall Street (NYSE) nunca ha estado cerrado dos días seguidos. Esta podría ser la primera vez.



Las pólizas de seguro probablemente se incrementarán y muchas compañías de seguros tendrán que pagar cuantiosas sumas.



Gran impacto en las aerolíneas.



Grandes pérdidas para la economía de Nueva York.



Pérdida de importantes documentos en muchas compañías estadounidenses.



Muchas compañías se vaporizaron con el colapso de las torres gemelas.



Fuente: www.fortune.com