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Los presidentes Juan Manuel Santos y Barack Obama. | Foto: Efe

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Las opciones sobre la legalización de las drogas

De todos los temas a ser abordados en la VI Cumbre de las Américas pocos han generado tanta expectativa como la discusión de alternativas a la actual estrategia de lucha contra el narcotráfico.

Alianza BBC
14 de abril de 2012

La guerra contra las drogas no funciona, señalan los líderes latinoamericanos que buscan otra alternativa.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ya advirtió que durante la cumbre no se tomarán decisiones ni se llegará a consensos, pues de lo que se trata es de echar a andar un debate largamente pospuesto.

Pero la discusión ha adquirido una especial relevancia porque por primera vez jefes de Estado en ejercicio se han declarado dispuestos a ir más allá de la visión eminentemente prohibicionista.

Aunque el debate a menudo ha sido planteado como una disyuntiva entre prohibición y legalización, en la práctica las opciones disponibles son mucho más complejas y variadas.

Pero, ¿cuáles son esas opciones?, ¿cómo podrían aplicarse?, ¿con qué consecuencias?

En EE.UU., dos tercios de los más de 1,6 millones de arrestos vinculados a drogas son por posesión. En su mayoría se trata de consumidores de color y/o de escasos recursos.

En América Latina ésta es la causa de arresto de entre el 5% y el 15% de la población carcelaria.

Una de las alternativas en la que se podría avanzar durante la próxima década es en la descriminalización de la posesión de pequeñas cantidades de droga para consumo personal.

Esto es algo que ya han hecho países como Portugal y también empezado a hacer –o a considerar- varios países latinoamericanos.

Esta ruta le permitiría a las fuerzas de seguridad concentrarse en atrapar a los peces grandes, además de reducir significativamente la presión sobre el sistema carcelario.

Ethan Nadelmann, el director ejecutivo de la organización estadounidense Drug Policy Alliance, considera que al despenalizar la posesión de "dosis personales" se reducirían las posibilidades de corrupción policial a pequeña escala.

Señala además que "la gente empezaría a preguntarse: si la posesión no es un crimen, ¿no tendría sentido permitirles obtener sus drogas de manera legal?".

Eso es a su vez una ventaja, para quienes defienden la idea, y uno de los principales obstáculos para avanzar por esa ruta, para quienes se oponen.

El ejemplo Portugal

La medida genera el temor de que aumente dramáticamente el número de consumidores.

En el caso de Portugal, por ejemplo, donde la descriminalización empezó a aplicarse en 2001, el número de personas entre 15 y 64 años que dijeron haber probado alguna vez drogas pasó de 7,8% a 12% en 2007, según el último reporte del Centro Europeo para el Monitoreo de Drogas y Adicciones.

No obstante, el incremento en la experimentación no se ha traducido necesariamente en un consumo sostenido capaz de modificar significativamente el mercado.

Así, según el mismo informe, el número de personas que admitió haber consumido drogas "el año pasado", nada más pasó del 3,4% en 2001 a 3,7% en seis años.

Y, tal vez más importante, el número de jóvenes consumidores de droga en Portugal se ha reducido, mientras que el número de adictos en tratamiento ha aumentado.