Home

País

Artículo

Los mercados no le creen al compromiso de ajuste fiscal de Sarkozy, en especial durante el año entrante, cuando buscará su reelección.

Coyuntura Internacional

La encrucijada de Sarkozy

Con su reelección en juego, el presidente francés tendrá que seguir ajustando las finanzas públicas para evitar una descalificación de la deuda. La principal amenaza: sus vecinos de la Unión.

31 de agosto de 2011

El vecindario le está pasando cuenta de cobro a Francia. Pese a ser la segunda locomotora de la Unión Europea, uno de los grandes promotores de la moneda común y financiador clave del fondo de rescate regional, ahora su economía tambalea y sufre por la amenaza de una descalificación, como la que ya golpeó a Estados Unidos.

Aunque las tres principales calificadoras de riesgo (Moody’s, Fitch y Standard & Poor’s) han ratificado su opinión de que Francia es un país AAA, los temores no se han desvanecido y a medida que se conocen datos negativos sobre la economía europea, los ojos se vuelven a la nación gala, que además de tener un alto nivel de deuda (equivalente a 85% del Producto Interno Bruto -PIB-), crece cada vez menos.

De hecho, el gobierno de Nicolás Sarkozy acaba de reducir su pronóstico de crecimiento de 2% a 1,75% para este año y de 2,25% a 1,75% para el próximo. A este anuncio se sumó el de un nuevo paquete de medidas que buscan apretar el cinturón del gasto fiscal, para fortalecer las finanzas públicas, en medio de un ambiente externo complicado.

Las nuevas medidas de ajuste, con las que se aspira ahorrar 12.000 millones de euros entre 2011 y 2012, comprenden temas como la congelación de ciertos gastos estatales, reducción o cierre total de varios agujeros fiscales y un impuesto extraordinario a los más ricos, que tiene la ventaja de haber sido promovido por un grupo de millonarios, como los propietarios de L’Oréal, Danone, Air France-KLM y Peugeot-Citröen. El objetivo es alcanzar un déficit fiscal máximo de 5,7% del PIB este año, de 4,5% en 2012 y de 3% en 2013.

No obstante, esas cuentas no les dan a muchos analistas que consideran que Francia va a crecer menos y que el ahorro fiscal va a ser complicado, en especial el año entrante, cuando Sarkozy buscará su reelección.?Entre los pesimistas está Nouriel Roubini, para quien el crecimiento francés depende de la recuperación del consumo privado, al tiempo que señala que las encuestas de opinión no favorecen a Sarkozy.

Tema político

“El Gobierno está tomando medidas correctivas e incluso está hablando de una ‘regla de oro’ (norma para limitar el déficit fiscal, similar a la regla fiscal que se aprobó en Colombia). Dicha reforma se debería aprobar con 65% de los votos en el Parlamento entre septiembre y octubre y, si la administración de Sarkozy no lo logra, enviaría una muy mala señal, una falta de compromiso fiscal”, opina Ben Jones, experto de Economist Intelligence Unit.

De hecho, las decisiones políticas que se tomen alrededor de las cuentas fiscales también preocupan a la cabeza del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, quien en su primer gran discurso ante banqueros centrales de todo el mundo pidió más compromiso por parte de los líderes políticos para evitar situaciones como las que se presentaron con el aumento del techo de la deuda en Estados Unidos.

“Con un desempleo alto y las elecciones que vienen, los inversionistas han estado preocupados por la voluntad del gobierno francés para solucionar sus problemas fiscales y, aunque la administración Sarkozy no ha propuesto recortes de gastos de gran magnitud –el más importante se dio el año pasado cuando la edad de pensión subió de 60 a 62 años–, el reciente aumento de impuestos indica que sí tiene voluntad de cumplir con su promesa”, agrega Jeffery Born, profesor del MBA de Northeastern University.

Sin embargo, los mercados parecen no tener claro ese compromiso de ajuste fiscal y, por eso, no descartan la descalificación. No en vano, el principal índice accionario francés, el CAC 40, ha caído más de 20% en los últimos tres meses. “Perder la calificación de AAA es una posibilidad clara, pero no inevitable”, aclara Jones.

El tema es que, independientemente del esfuerzo que hagan Sarkozy y su equipo, el mayor riesgo que tiene es externo, pues si empeora la situación de España e Italia, –cuyas deudas se acercan a 130% del PIB francés–, el país no tendría los recursos suficientes para rescatarlos.

Una posibilidad que se ha venido mencionando para solucionar el problema de la deuda europea es emitir eurobonos, pero la idea no le gusta ni a Francia, ni a Alemania.

Si bien los eurobonos servirían para unificar la deuda de las naciones más emproblemadas, serían una talanquera para las que lo están haciendo mejor, pues estos no serían papeles AAA, sino que tendrían una calificación menor y a Francia y Alemania les tocaría pagar más intereses. Además, esos bonos requerirían economías con condiciones de salud similares y esa no es la foto de hoy.

Sea como sea, el apoyo de Francia a sus vecinos es un arma de doble filo, pues si no los ayuda y los deja hundir tendría más dificultades para crecer y reducir el desempleo. Y, si los ayuda y estos requieren mucho dinero, ponen en riesgo su preciada calificación AAA. Sin duda, este será un tema trascendental para la continuidad de Sarkozy en la presidencia.