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Frenar la economía de su país, evitando que las medidas lleven a una recesión, es uno de los grandes desafios del gobierno de Hu Jintao, quien además de ser presidente de China es el Secretario del Partido Comunista.

Coyuntura Internacional

La crisis del dragón

Crecen los temores mundiales por la economía de China. La inflación de alimentos, la burbuja en la vivienda, las menores exportaciones y los racionamientos de energía podrían llevar al país asiático a un aterrizaje forzoso que impactaría todo el planeta.

6 de julio de 2011

La última obsesión de Nouriel Roubini -el famoso profeta del apocalipsis que predijo la pasada crisis financiera mundial- es el golpe que se viene para la economía de China. La inflación de alimentos, los altos precios de la vivienda, las menores exportaciones y hasta la creciente brecha entre ricos y pobres, son algunos de los factores que han motivado a economistas como él a predecir que el gigante asiático tiene un riesgo significativo de sufrir un aterrizaje forzoso, al tiempo que otros colegas suyos incluso hablan de recesión.

Uno de los más pesimistas es el columnista de Bloomberg, A. Gary Shilling, quien publicó una serie en la que sostiene que China se va y se debe enfriar, pero que el esfuerzo del gobierno por evitar que este proceso termine en una recesión va a ser extremadamente difícil.

A esto se suman los recientes datos sobre un indicador técnico, que siguen los mercados de valores, pero que economistas más ortodoxos ven con menos pasión. Se trata del Indicador de Pedidos Manufactureros (IPM), el cual consiste en un sondeo con gerentes de compras de las diferentes industrias y se mide con la cantidad de respuestas positivas y negativas. Si más de la mitad de los participantes responde positivamente, se ubica por encima de 50 y viceversa. Es lógico pensar que, si cae, es porque más empresarios están experimentando variaciones negativas en temas como nuevas órdenes o inventarios.

El IPM lleva cuatro meses cayendo y de hecho en abril registró el dato más bajo desde que el se calcula (1995) y, aunque se podía tratar de una corrección estadística por la disrupción en pedidos causada en marzo por el terremoto de Japón, lo cierto es que en mayo y junio volvió a mostrar señales de debilidad (en junio cayó 1,1 puntos a 50.9).

Es sano

Desde China, Manuel Felipe García, gerente de inversiones Old Mutual-Guodian (casa matriz de Skandia en Colombia) considera que las lecturas bajas del IPM en mayo y junio sí muestran que la industria se está resintiendo, pero que eso no es necesariamente malo, sino, por el contrario, normal y sano, luego de registrar un crecimiento de casi 10% en el primer trimestre.

"La desaceleración se explica por factores como la restricción crediticia que viene haciendo el banco central y que ha empezado a impactar el crédito de las pequeñas empresas. Algunos analistas internos dicen que las empresas que no tienen acceso a crédito lo consiguen en el mercado paralelo a tasas, muchas veces, de 8% mensual, lo cual es insostenible", explica García y agrega que, por este motivo, algunas de esas empresas deben colapsar y podrían caer en una cesación de pagos, lo que sería un tema más complejo de manejar.

No obstante, García no cree que las dificultades crediticias sean un freno en seco para el crecimiento chino, pues los bancos siguen prestando a máxima capacidad.

Existe otro factor que restringe la actividad industrial y tiene que ver con racionamientos de energía en zonas como la provincia de Guanzhong, la mayor exportadora de China, lo que lleva a muchas empresas a no producir a la capacidad esperada pues no tienen energía para hacerlo. A eso se suma un ambiente internacional desacelerado, lo que impacta las exportaciones y se evidencia en el dato más reciente de balanza comercial, donde se ve un superávit de US$13.000 millones en mayo, cuando los analistas esperaban alrededor de US$19.000 millones.

Sigue creciendo

Aunque comparte la idea de una desaceleración, Stephen Joske, director de proyecciones para China de Economist Intelligence Unit, descarta de plano la posibilidad de una recesión, pues no ve por ningún lado un PIB negativo para lo que resta de 2011 (su pronóstico es que termine el año con crecimiento de 9,5%).

"La economía está bajando, se está enfriando pero sigue creciendo y hoy la situación no es tan crítica como la de 2009 con la crisis financiera mundial, cuando China registró uno de sus trimestres más malos (solo creció 6,2%) y, sin embargo, cerró ese año con un incremento de cerca de 9%. Ese ha sido uno de los mayores choques que ha experimentado esta economía que, no obstante, sigue siendo muy fuerte en comparación con la mayoría de países", dice Joske desde Beijing.

Agrega que la baja del índice IPM es innegable, pero señala que hoy ese indicador está mejor que en 2009. "El tema es que el gobierno está frenando el mercado de vivienda y pronto veremos el impacto sobre el PIB, pero será una corrección moderada que busca romper la burbuja", precisa.

La preocupación por los altos precios de la vivienda radica no solo en el tema inflacionario y social, sino también en el hecho de que se estima que la mitad del PIB chino está relacionado con la actividad inmobiliaria. Esto ha llevado al Gobierno a tomar medidas que eviten la especulación; así, mientras la cuota inicial de la primera vivienda es de 30% de su valor, la de una segunda es de 60% y en ciudades como Shanghái se anunció un nuevo impuesto a las transacciones de finca raíz para bajar los precios.

Esto ha hecho que las ventas de viviendas disminuyan, pero de todas maneras los inicios de obras de proyectos habitacionales siguen creciendo (el año pasado aumentaron 40%).

Así los vaticinios de Roubini (que ve el aterrizaje forzoso de China en 2013) no se cumplan, cualquier traspié de la segunda economía del mundo inevitablemente le pega al planeta entero. Por eso hay que estar alertas.