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El primer Ministro de Grecia, George Papandreou, tiene que sacar adelante un ajuste económico que nadie quiere apoyar en su país, aunque todos saben que es la única salida para enfrentar la crisis.

Coyuntura Internacional

El nuevo Lehman brothers

La crisis griega es mucho peor de lo que se pensaba. Puede ser el detonante de otra debacle financiera mundial.

23 de junio de 2011

El acuerdo entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, para ayudar a Grecia a solucionar su crisis, no logró calmar los mercados, que siguen temblando ante la posibilidad de una cesación de pagos (default) por parte del país helénico.

Pesaron más dos factores: la indecisión de los Ministros de Finanzas de la Zona Euro sobre cómo los tenedores de deuda griega deberían compartir los costos del nuevo rescate y la lentitud del gobierno -encabezado por su primer Ministro, George Papandreou- para adoptar un programa de ajuste creíble ante las duras protestas en sus calles. Solo hasta el pasado 21 de junio, el parlamento griego apoyó las medidas de austeridad, con un estrecho margen de 4 votos a favor.

De ahí que cada vez más economistas, incluidos los del propio Fondo Monetario Internacional (FMI), estén diciendo que la crisis griega podría ser el detonante de una nueva caída financiera mundial, tal como ocurrió en su momento con la debacle del banco de inversión Lehman Brothers. "Grecia podría llegar a destruir el sistema financiero mundial de forma mucho más agresiva de lo que lo hizo la quiebra de Lehman Brothers en 2008", advirtió Robert Shiller, economista y profesor de Yale.

Para el Fondo Monetario Internacional, la crisis de deuda en la periferia de la eurozona amenaza con destruir la recuperación económica de la región y puede causar un descalabro financiero global si no se detiene a tiempo.

Sin embargo, no es el único evento que podría causar un deterioro de la confianza a nivel global en el futuro cercano y sumir al mundo nuevamente en una recesión.

Shiller, uno de los mayores expertos del sector inmobiliario de Estados Unidos, reconoció que hay una probabilidad alta de que ese país vuelva a caer en recesión.

De hecho, la principal economía del mundo se debilitó más de lo previsto durante el primer trimestre del año, pues tan solo creció 1,8%, lo cual produjo una reducción generalizada en los estimativos de crecimiento para el resto del año. El FMI redujo de 2,8% a 2,5% la proyeccón de crecimiento para ese país.

Los efectos sobre la oferta mundial provocados por el tsunami de Japón se están comenzando a sentir. Sobre todo en sectores como el automotor y artículos electrónicos. Del mismo modo, China -que se había convertido en el nuevo motor de la economía mundial- también se estaría desacelerando ante el aumento de tasas para frenar los crecientes riesgos inflacionarios y desactivar una posible burbuja de la finca raíz.

Y aunque las presiones sobre los mercados de alimentos -y, por tanto, la inflación- se han suavizado, el bajo nivel de existencias y los trastornos de la oferta causados por las condiciones meteorológicas plantean nuevos riesgos. Además, las tensiones en Oriente Medio pueden hacer subir los precios del petróleo.

Para el profesor Nouriel Roubini, quien ganó fama mundial al predecir la pasada crisis financiera internacional, estos factores están creando una "tormenta perfecta" para la economía mundial, pues existe la probabilidad de que todos estos riesgos converjan hacia 2013.



Efecto dominó

Si bien la deuda de Grecia es relativamente pequeña, 330.000 millones de euros (US$473.000 millones), el Banco Central Europeo (BCE) ha advertido que una reestructuración de ella podría desatar el pánico en los mercados.

¿La razón? La insistencia de gobiernos acreedores como Alemania y Francia en que los inversionistas y bancos privados participen de "forma voluntaria" en este segundo paquete de rescate que podría superar los 110.000 millones de euros. Así, habría un efecto dominó sobre el sector financiero mundial y en países como Portugal, Irlanda y España.

"Esto significaría en la práctica un impago de la deuda que haría que bancos, hedge funds y compañías de seguros salieran a vender no solo bonos de Grecia sino de todos los países de la zona con altas deudas, lo cual pondría en aprietos a los bancos franceses y alemanes. Y estas entidades tienen un gran peso en fondos y bancos americanos, así como en compañías de seguros que serían las que tendrían que hacer los pagos ante el default", advirtió el presidente de la Reserva Federal de Boston, Eric S. Rosengren.

De hecho, la agencia calificadora Moody's puso la calificación crediticia actual de Italia en revisión "ante las crecientes preocupaciones de que el país enfrentara dificultades en la implementación de los planes de consolidación fiscal requeridos para reducir la deuda del país y mantenerla en niveles manejables". Del mismo modo, redujo la calificación de bancos franceses como el BNP Paribas, Société Générale y Crédit Agricole, debido a su alta exposición a la deuda griega.

Estos son los vasos comunicantes y las reglas en una economía globalizada. Sin embargo, es algo difícil de explicar a los contribuyentes franceses y alemanes que se niegan a asumir los costos del rescate. O a los mismos griegos, que se rehúsan a apretarse el cinturón: reducir sus salarios mientras aumentan las tarifas de los servicios públicos, reestructurar y privatizar las entidades públicas, racionalizar las prestaciones sociales, incluyendo las pensionales, entre otras medidas.

Es una coyuntura muy complicada que podría debilitar la unidad europea y el futuro del euro. Mucho más si se tiene en cuenta que vienen elecciones en varios de estos países.

Las calificaciones

Aún si se lograra evitar o postergar el incumplimiento de Grecia, cada vez más analistas se muestran preocupados sobre lo que pasará cuando los mercados de bonos comiencen a fijarse en países como Estados Unidos y Japón.

Algunas calificadoras ya tienen en vigilancia negativa las calificaciones de crédito soberano de estas economías.

El mismo Ben Bernanke, presidente de la FED, ha advertido sobre el desastre que sería la carencia de confianza en la solvencia crediticia del país ante la pérdida de la máxima calificación crediticia.

Por esto, el gobierno de Obama pidió al Congreso, dominado hoy por los republicanos, que eleve el techo de US$14,3 billones de la deuda federal antes del 2 de agosto. Hasta el momento, los republicanos se han negado a hacerlo hasta que no se logre un acuerdo presupuestario más amplio, pues insisten en recortar el tamaño del Estado.

Tanto la situación de la eurozona como la de Estados Unidos evidencian la dificultad que se tendrá hacia adelante para tomar nuevas medidas. Primero, porque la fórmula de políticas fiscales y monetarias -elevado gasto público y bajas tasas de interés- se agotó sin conseguir una recuperación del crecimiento y el empleo. Y, segundo, porque los ajustes que ahora se requieren serán difíciles de tomar pues se necesitan medidas impopulares en un entorno de bajo crecimiento, difíciles de adoptar en épocas preelectorales.

Además, el nuevo escenario pone de relieve también el insuficiente grado de avance del saneamiento del sistema bancario a nivel mundial y la falta de medidas para prevenir una recesión mundial. Todos los astros están alineados para una nueva tormenta global.