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El presidente Hugo Chávez enfrenta en estos momentos reclamos sociales por la caída de la economía, el aumento de la inflación y la inseguridad, así como también críticas por un supuesto caso de corrupción.

Coyuntura Internacional

El fantasma de la quiebra

Crece el temor internacional de que Venezuela incumpla los pagos de su deuda externa como consecuencia del deterioro en la economía y del proceso electoral que se avecina.

18 de marzo de 2011

La semana del 7 al 11 de marzo, el fisco venezolano tuvo buenas noticias cuando su petróleo alcanzó una cotización de US$101,26 por barril, cifra que no registraba desde mediados de 2008.

El dato le dio un respiro fiscal al gobierno, que había contemplado en su presupuesto de 2011 ingresos por renta petrolera con base en un precio de US$40 por barril. Sin embargo, no le ha permitido bajar del todo las tensiones, que se han exacerbado desde comienzos del año, a raíz de la agudización de problemas como la caída de la economía, la inflación, el desempleo, la inseguridad y el desabastecimiento. Esas dificultades han tenido eco en el ámbito internacional, donde se están generando rumores sobre un posible incumplimiento de Venezuela en el pago de su deuda a partir de 2012.

Y es que el ambiente social sigue bastante caldeado en el país vecino por el pobre desempeño de su economía y algunas medidas del gobierno. De acuerdo con el diario El Nacional, en los dos primeros meses del año se registraron 33 huelgas de hambre y 837 protestas populares. Algunas de estas protestas tienen su origen en las expropiaciones decretadas por Chávez, que involucran 760 empresas de sectores como petróleo, comercio, agroindustria, alimentos, energía y construcción.

A esos hechos se suman otras noticias decepcionantes, como las bajas proyecciones de crecimiento para 2011, un aumento desmedido de la deuda venezolana como porcentaje del PIB y nuevos casos de corrupción que involucrarían a importantes funcionarios del gobierno del presidente Hugo Chávez, que se conoce en los medios de comunicación como Albaleaks.

En el tema económico, Alicia Bárcena, secretaria de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), anunció el pasado 14 de marzo que este año Venezuela estará en el grupo de países con menor crecimiento en su Producto Interno Bruto, alrededor de 2,0%, de acuerdo con las proyecciones de la entidad, frente a un promedio de la región de 4,5%. Otros expertos, menos optimistas, creen que el crecimiento podría estar entre 0,3% y 2%.

La cifra es preocupante ya que en 2009 la economía venezolana registró una caída de -3,3% y en 2010 una cifra cercana a -1,9%. De hecho, en 2010, la mayoría de economías de América Latina registró crecimiento y solo dos países tuvieron una caída: Haití -por efectos del terremoto- y Venezuela.

En materia de corrupción, los medios han bautizado como Albaleaks una serie de denuncias que han crecido como espuma en las últimas semanas, luego de que la publicación Confidencial.com revelara cuentas secretas y presuntas irregularidades de la compañía Albanisa, firma privada creada por las petroleras Pdvsa y Petronic a partir de un acuerdo de cooperación entre Venezuela y Nicaragua, y que ha levantado fuertes críticas por parte de opositores al gobierno de Chávez.

"Pdvsa, en vez de dedicarse a explorar y producir, se convirtió en la gran caja chica de Chávez, la gran chequera para llevar su proyecto político (Alba) por América Latina", dijo a Confidencial.com el diputado Antonio Barreto, vicepresidente de la Comisión de Energía de la Asamblea Nacional, quien convocó un debate para que el gobierno responda por presuntas pérdidas de dinero en esta compañía e irregularidades en su manejo.

Deudas pendientes

Pero quizá el tema de mayor repercusión internacional que tiene a Venezuela en el ojo del huracán está relacionado con el incremento de su deuda frente al PIB y la preocupación creciente por un posible default o incumplimiento de los pagos.

Mauricio Cárdenas Santa María, director de la iniciativa para América Latina de Brookings, explica que la publicación de este tema en la revista The Economist ha generado preocupación en los mercados internacionales, que ven cómo ha aumentado la percepción de riesgo frente a la deuda venezolana. "La deuda pública venezolana está ahora en unos US$77.000 millones, cuando en 2006 era de US$25.000 millones, esto significa que se ha triplicado y la mitad de ella corresponde a bonos. Esta acumulación está llevando a que los mercados sean cada día más cautelosos, pues en un momento dado (Venezuela) podría decidir que no va a pagar", explica Cárdenas.

La preocupación de los mercados no es de poca monta si se tienen en cuenta los bajos resultados de la economía venezolana en momentos de altos precios del petróleo. Aunque el ministro de Planificación de Venezuela, Jorge Giordani, insiste en que la oposición de su país está utilizando las cifras para hacer política, lo cierto es que algunos indicadores muestran señales preocupantes.

Giordani ha dicho que la relación de deuda sobre el PIB es de apenas el 18%, mientras que el economista Luis Cesar Oliveros dijo recientemente al diario El Universal que, basado en información del Banco Central de Venezuela y del Ministerio de Finanzas, la cifra podría oscilar entre 40% y 45% del PIB "sin incluir Pdvsa ni deudas por expropiaciones".

A esto se suma el crecimiento de la inflación, que cerró 2010 en un 27,9%, mientras la mayoría de países de América Latina tiene un solo dígito en este indicador; una caída en la inversión extranjera de -US$3.105 millones y un déficit fiscal del -5,1% como porcentaje del PIB.

Expertos como Luis Alberto Russián, presidente de la Cámara Venezolano-Colombiana, Cavecol, aseguran que un escenario de default es muy lejano e impensable para Venezuela, que ha tenido una larga tradición de cumplir con sus obligaciones de deuda. Para Russián, las favorables condiciones de precios del petróleo le permitirán al fisco obtener los recursos para honrar sus pagos.

Pero otra cosa piensan analistas venezolanos, que sostienen que en un año marcado por un proceso electoral, como es 2012, Chávez buscará asegurar su mandato y, para ello, tendrá que decidir si utiliza los recursos adicionales que están generando los altos precios del petróleo en el pago de sus abultadas deudas o los empleará para asegurar su reelección aumentando el gasto.

Esto pone al coronel Chávez en un laberinto: si utiliza los recursos petroleros para mitigar el impacto negativo de algunos indicadores económicos en su gestión o los dedica a honrar sus obligaciones internacionales. Los recursos son finitos y ni sus seguidores ni los mercados internacionales quieren ser defraudados.