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Óscar Sánchez, Secretario de Educación de Bogotá. | Foto: Archivo.

Educación

El secreto mejor guardado

La Secretaría de Educación de Bogotá ha sido uno de las oficinas con mayor estabilidad durante la administración de Gustavo Petro. ¿En qué anda el que es considerado el secreto mejor guardado del actual acalde?

14 de julio de 2014

A Óscar Sánchez, las agitadas aguas de la política no les son indiferentes. Fue fundador del Movimiento Estudiantil por la Constituyente, conocido como la séptima papeleta, que terminó con la reforma constitucional de 1991; ha realizado activismo político por lo menos durante la mitad de sus 45 años de vida.

Fue su interés por lograr algo en favor de todo, que se le midió a la Secretaría de Educación, donde el desafío ha sido enorme: lograr que los 1,4 millones de jóvenes que tiene Bogotá, en edad escolar reciban educación con “excelencia”, según él mismo lo relata.

A pesar de las tormentas que le ha tocado lidiar al hoy alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, la política en materia educativa se ha mantenido a lo largo de estos dos años y medio; Sánchez ha ocupado esta secretaría, de manera continua. “El alcalde Petro ha protegido esta secretaría y me ha dado total respaldo”, asegura el funcionario.

El énfasis para él ha sido no sólo mantener niveles altos de cobertura educativa, sino aumentar la calidad, extendiendo la jornada a 8 horas de la que ya hoy gozan 140.000 estudiantes y proponiendo un énfasis adicional en formación deportiva, ciudadana y cultural.

¿Cómo avanza el tema? ¿Hay logros en este frente, para una administración a la que pocos le reconocen algo? ¿Cuáles son los desafíos pendientes?

Cifras
Mónica Villegas, directora del programa “Bogotá cómo vamos”, explica que las más recientes encuestas sobre Educación en Bogotá, han arrojado cifras sorprendentes. “Una de las encuestas más recientes señaló que 69% de los hogares con niños y jóvenes dijo sentirse satisfecho con la educación que están recibiendo. Ese es un dato importante. Otra cosa es que en el 2013 aumenta el número de niños que asisten a instituciones públicas: en 2012 fue 59% y 2013, 68%. Además disminuye el porcentaje de los colegios privados, pues era 35% en 2012 y en 2013 fue 27%. La lectura que uno puede hacer sobre estos niveles de satisfacción es que vienen aumentando con la educación pública y que es muy posible que pueda estar capturando una población que prefiere estar en colegio público”.

Ese es un cambio de fondo para una ciudad que ha pensado que la educación privada es mejor que la pública. Así que algo está pasando en este frente, pues la percepción que tienen los bogotanos sobre la calidad de la educación que ofrecen los colegios distritales viene mejorando.

¿Qué han hecho?
Es aquí donde es necesario analizar la política adelantada, porque es la que podría explicar el fenómeno. El primer factor es el presupuestal. Bogotá se ha convertido en la ciudad que más recursos propios destina a Educación. El presupuesto de 2012 alcanzó una cifra récord de $2,3, dividido en $1,4 billones provenientes del Sistema General de Participaciones (SGP) y $900.000 millones que provenían de los ingresos corrientes de Bogotá. Para 2013, hubo un hito histórico. No sólo el presupuesto pasó a $3,1 billones, sino que eso fue posible gracias a que por primera vez una ciudad pone más plata para su financiar su educación, que la que le manda la Nación, a través del SGP. Eso significa, claramente, que para la administración de Petro esta ha sido realmente una prioridad.

Los resultados son evidentes, hoy hay 800.000 niños con ración escolar, se pasó de 500 instalaciones educativas en situación crítica a sólo 100; se ha aumentado la planta de educadores y se ha puesto en marcha un programa de posgrado para los maestros, que cuenta hoy con 4.000 beneficiarios y en el que han sido invertidos más de $50.000 millones.

Además, de la educación básica que comprende las áreas del “saber” en español, matemática, ciencia social e inglés, Sánchez ha hecho un esfuerzo para que se incluyan cátedras en las áreas del ser. Allí se encuentran formación ciudadana, formación artística y bienestar físico.

Este énfasis ha sido resaltado internacionalmente. A finales del año pasado, Maribel Suliván, especialista en temas de educación y quien realizó un proyecto para el Brookings Institute, realizó una visita a Bogotá, para analizar los avances del caso capitalino.

En su informe sobre la visita, destacó que uno de los desafíos que se le ha presentado a Sánchez es que por el alto volumen de estudiantes, la jornada doble ha hecho que se concentren en las materias del “saber”. Por eso destacó que se esté abriendo espacio a la jornada única y que en ese tiempo adicional de estadía en los colegios, se les esté dando prioridad a las cátedras del “ser”, es decir a la formación ciudadana, artística y en deporte, lo que permitirá mejores niveles de convivencia y participación democrática. Actualmente, más del 10% de los estudiantes ya se está beneficiando del programa.

Otro frente digno de destacar es lo que se ha hecho en materia de bilingüismo, pues 220 voluntarios internacionales han ayudado a cerca de 22.000 niños a participar de aulas de inmersión en inglés. Según Sánchez esto es algo inédito en la enseñanza de idiomas en los colegios públicos de Bogotá.

En lo que se refiere a la formación de profesores, por los menos 5.000 de los 35.000 docentes están haciendo su maestría, gracias al programa que ofrece la Secretaría. Las maestrías se desarrollan con las mejores universidades del país como la Universidad Nacional, la Universidad de los Andes y la Universidad de la Sabana, entre otras.

Obviamente los desafíos siguen siendo evidentes. Ampliar la oferta de infraestructura se está volviendo en todo un problema, pues no hay dónde construir un colegio más. Además, si se mira la educación superior, hay una enorme brecha, pues son muchos los que salen del colegio y pocos los que llegan a las universidades.

En materia de cobertura, aparentemente hay un factor que necesita ser explicado todavía. Según Mónica Villegas, de “Bogotá cómo vamos”, hubo un cambio en la metodología de medición de la cobertura que llevó una caída en la cobertura bruta de 99,3% a 97,2%. La cobertura bruta mide el total de población matriculada sobre el total de la población en edad escolar. En el caso de la cobertura neta, que sólo mide la población con edades entre 5 y 16 años matriculada sobre el total de la población en edad escolar, cayó de 95% a 90%.

Esa tendencia es necesario mirarla con detenimiento, pues podría estar escondiendo algún proceso de desescolarización del que hasta el momento la ciudad no se había percatado.

Sin lugar a dudas, los desafíos siguen siendo enormes, pero el cambio en la tendencia en materia de educación en Bogotá, muestran que algo está funcionando en la política educativa que a nombre del alcalde Petro está desarrollando Óscar Sánchez. Si se consolida esta tendencia habrá que mirar con mayor detalle el ejemplo de la capital, donde, todo indica, la gente está empezando a cambiar la premisa según la cual, la educación pública es de mala calidad.