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Ante el cierre de miles de establecimientos comerciales, el desempleo se ha disparado a niveles históricos. | Foto: fotografía_ iStock

DESEMPLEO

Desempleo: ¿Hora de una reforma laboral?

Pese a los anuncios del Gobierno de un subsidio a la nómina y a la prima de junio para salarios mínimos, el mercado laboral seguirá deteriorándose. ¿Hora de una reforma laboral?

11 de junio de 2020

La disparada del desempleo a 19,8% y, sobre todo, la destrucción de una cuarta parte de los empleos durante el mes de abril reconfirmaron los devastadores estragos de la crisis por la pandemia. Muchos pueden pensar que estas serán las peores cifras y que las cosas comenzarán a mejorar tras reabrir la economía.

Pero puede ocurrir lo contrario. En la medida que los 5,4 millones de personas que perdieron su empleo en abril salgan a buscar, el desempleo podría llegar al 21%-24% en mayo, así no desaparezcan más puestos. El gran riesgo es que las cifras se vuelvan permanentes de no actuar con suficiente contundencia.

El Gobierno ha anunciado medidas como la de subsidiar la nómina con el 40% del salario mínimo a las empresas que hayan visto sus ingresos disminuidos en 20%. También la de permitirles pagar 50% de la prima de mitad de año a los asalariados formales que devenguen hasta un millón de pesos. Y la de incluir en el giro solidario a quienes tengan suspendido su contrato laboral. Esas medidas bien encaminadas suponen un esfuerzo fiscal superior a los $7 billones.

Además, durante la emergencia el Gobierno tomó numerosas determinaciones relacionadas con aplicar turnos, permitir pagar la prima de junio en cuotas, así como aplazar el pago del valor de los dominicales, festivos y horas extras y transformar temporalmente el subsidio de transporte en auxilio para la conectividad, entre muchas otras.

Mientras que algunos calificaron estas decisiones como una minirreforma laboral, otros consideraron estas medidas tímidas para el desafío, lo cual demuestra la dificultad para lograr acuerdos en este frente, uno de los más sensibles en materia social y económica.

El Gobierno recalca que no se trata de una reforma laboral por decreto y que son medidas temporales para promover el aislamiento social en el transporte público y los sitios de trabajo. “Cualquier cambio de fondo toca ir al Congreso de la República y por eso vamos a crear una Misión de Empleo que abordará estos temas”, afirmó Ángel Custodio Cabrera, ministro de Trabajo. Por esto, muchos analistas se preguntan si llegó la hora de abordar con decisión una reforma laboral.

¿La solución?

Los empresarios han insistido siempre en una mayor flexibilización y en la necesidad de abaratar los costos del empleo formal. Por eso han defendido volver permanentes medidas como cotizar a pensión por horas, disminuir los recargos festivos, dominicales y nocturnos y reducir los parafiscales.

Por esto, han celebrado las medidas en público pero también afirman en privado que se requiere una acción mucho más contundente para prevenir la destrucción de miles de empleos.

Para Stefano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado, estas propuestas son vagas, genéricas y de difícil implementación. Y además son las mismas que el país ha discutido por años sin progreso alguno. Lo mismo considera Óscar Becerra, profesor de la Universidad de los Andes, para quien se requieren cambios en materia laboral. Pero buscarlos al calor de la coyuntura es complicado.

Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, considera que una cosa son las respuestas ante este choque para mantener la viabilidad de muchas empresas. Pero otra deben ser las propuestas de largo plazo. Sin embargo, considera que las crisis ofrecen una oportunidad para lograr los consensos políticos requeridos para sacar adelante las reformas estructurales que el país requiere, como la laboral.

Hay que reducir los costos de ser formal y quitar las trabas a la contratación, seguir reduciendo las cargas no salariales en línea con la Ley 1607 de 2012 y considerar salarios mínimos diferenciados por regiones. “Pero más que la flexibilización, el énfasis debería ser la formalización”, afirma Mejía. Agrega que la crisis pone de presente la inviabilidad de una economía en la que 60% de la fuerza laboral trabaja en la informalidad, lo cual limita la capacidad del Estado en todo sentido. “Espero que esta coyuntura haya mostrado los beneficios de ser formal, así como los costos de ser informal”, agrega.

Por su parte, Becerra señala que esta crisis dejó en claro la necesidad de repensar el mecanismo de protección al desempleo. Colombia no puede seguir con un sistema desarticulado, poco fondeado y que no cumple su objetivo de proteger a los trabajadores formales. Hay que crear una verdadera red de apoyo para cuando la gente pierde su empleo.

La Comisión de Concertación Laboral debe comenzar a jugar un rol más activo y contribuir de un modo más decidido a encontrar salidas al desafío laboral que tendrá el país. Para ello requiere el concurso de todas las partes, incluidos los sindicatos que deberían dejar de lado el papel de antagonistas para desempeñar un rol más propositivo en este momento. No es posible avanzar si los representantes de los trabajadores insisten en que ellos nada tienen que poner en la actual coyuntura.

Sin duda, el grave deterioro del empleo comenzará a poner en el debate reformas, como la laboral, que el país ha aplazado por años. Todo ello para volver a crecer a tasas altas y de una manera más equitativa, con nuevos trabajos.

El mercado laboral ya venía débil incluso antes de la pandemia. A pesar de la recuperación y del crecimiento del año pasado, el desempleo promedió el 10,5% en 2019.

En ese momento quedó en evidencia que, aún en tiempos de normalidad, el mercado laboral era uno de los problemas estructurales de la economía colombiana.

Sin duda, hay que comenzar a buscar la medicina o las vacunas que ayuden a enfrentar la pandemia del desempleo. Y una reforma laboral podría formar parte del tratamiento.