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Desastre petrolero, una cadena de errores

Congresistas de Estados Unidos han denunciado que se ocultó información y hubo negligencia por parte de BP. Están enfurecidos por la participación del consejero principal de la empresa en una 'regata' en plena crisis.

25 de junio de 2010

Tres son las reglas 'de oro' utilizadas por los expertos en estrategia de comunicaciones para manejar crisis en las empresas que enfrentan una situación que compromete su reputación: primero, comunicar claramente lo que pasó; segundo, decir qué se está haciendo para corregir el daño y, tercero, explicar qué se hará para no repetir la situación.

Pero, al cumplirse dos meses de uno de los desastres ecológicos más graves del mundo, tras la explosión el pasado 20 de abril de una plataforma en el Golfo de México -de las 4.000 que allí operan-, el manejo que se le ha dado a la crisis es un claro ejemplo de lo no se debe hacer, pues ninguna de estas tres reglas se puso en práctica recién se presentó el accidente.

Y, peor aún, hay quienes creen que el manejo que se dio a este episodio podría menoscabar la confianza de la sociedad en una de las industrias más prósperas, e incluso afectar el futuro de la explotación petrolera en áreas marinas (off shore) con la imposición de normas más estrictas. ¿Qué falló en el manejo de esta crisis?

El accidente de la plataforma operada por la petrolera British Petroleum (BP) causó la muerte de 11 trabajadores, afectó ecosistemas y vida marina y provocó el cierre temporal de negocios de miles de familias ubicadas en las zonas costeras debido al derrame diario de cerca de 60.000 barriles de petróleo en el mar. También provocó el derrumbe en el precio de la acción de esta firma y el reemplazo del director ejecutivo, Tony Hayward, de la labor diaria de enfrentar la crisis.

Un grupo de científicos convocados por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, calcula que el desastre ha provocado el derrame de entre 68 millones y 126 millones de galones de petróleo en el piso marino. Más de 20.000 trabajadores, entre privados, estatales y contratistas, trabajan en labores de limpieza y unos 17.000 soldados de la Guardia Nacional ayudan a los afectados en los estados de Luisiana, Missisippi, Alabama y Florida.

A estas alturas no hay claridad sobre qué provocó el accidente, ni la real dimensión del derrame diario de crudo en las aguas del Golfo de México ni cuándo estará solucionada la situación. "Ninguno de nosotros sabe todavía por qué ocurrió. Pero cualquiera que haya sido la causa, nosotros en BP haremos lo que podamos para asegurar que un incidente como este no vuelva a ocurrir", dijo Tony Hayward, director ejecutivo de BP durante una dura sesión ante el Congreso de Estados Unidos el 18 de junio, en la que estuvo 'contra los palos'.

Aunque Hayward se comprometió a "hacer todo lo que esté a nuestro alcance para resolver plenamente las consecuencias económicas y ambientales de este derrame y asegurar que las lecciones de este incidente sirvan para hacer que la exploración y producción de energía sean más seguras y confiables para todos", lo cierto es que la crisis no ha logrado conjurarse.

Ni siquiera el anuncio de compensar con US$100 millones a los trabajadores que resulten afectados y de crear un fondo de US$20.000 millones para enfrentar el desastre, que hicieron los directivos de BP a su salida de una reunión con el presidente Barack Obama, han logrado calmar los ánimos. Incluso, el presidente Obama fue más allá y ordenó una moratoria de seis meses para nuevas explotaciones a mar abierto, que provocó una fuerte reacción de las petroleras que consideraban que al daño ecológico se sumaría un daño económico 'irreparable'. Sin embargo, un juez levantó el veto el martes 22.

Algunos congresistas critican al Presidente por no actuar de manera más firme frente a la petrolera BP y crecen los rumores de que el manejo de esta crisis podría traerle consecuencias políticas a Obama, como la pérdida de escaños de su partido, el Demócrata, en las elecciones del Congreso en noviembre próximo.

Medidas urgentes

La primera semana de junio, tras varios intentos fallidos por contener el derrame de crudo, la compañía puso en marcha un sistema de 'campana' que le ha permitido recoger hasta ahora 231.190 barriles de petróleo en el buque Discoverer Enterprise y quemar otros 41.930 barriles en la embarcación Q4000. Para finales de este mes BP espera tener listo un tercer sistema para recoger 53.000 barriles diarios.

Hasta el momento, BP enfrenta 65.000 demandas, de las cuales ha respondido 32.000 con el pago de compensaciones por unos US$106 millones, según un informe enviado el pasado lunes 21 de junio a la Bolsa de Valores de Londres. El informe detalla además que el costo de contener la fuga y recuperar el crudo derramado alcanza los US$2.000 millones hasta el momento.

En los últimos días la tormenta se agudizó por cuenta de la cadena de errores en el manejo de la crisis, que incluyó denuncias por parte de congresistas de Estados Unidos sobre un posible ocultamiento de información y negligencia. El domingo 20, el congresista Ed Markey divulgó un informe confidencial de BP que estimaba en 100.000 barriles diarios los vertimientos al mar, cifra 20 veces superior a la que reconoció BP unas semanas atrás.

En declaraciones a la cadena NBC, Markey aseguró que "primero dijeron que eran solo 1.000 barriles, después dijeron que eran 5.000 barriles, ahora serían hasta 100.000 barriles", y agregó que BP estaba "mintiendo o era groseramente incompetente". Estas críticas coincidieron con la publicación de una serie de fotografías en las que el jefe de BP, Tony Hayward, aparecía en su yate privado participando en una regata de fin de semana -en momentos en que crecía la tragedia ecológica-, lo que enfureció aún más a los políticos en Washington.

Lo cierto es que así como el ecosistema del Golfo de México no volverá a ser el mismo después de este desastre, la industria petrolera que explota a mar abierto tiene que prepararse para enfrentar nuevas reglas a futuro, porque tampoco la legislación volverá a ser igual.